Los
motivos que desembocaron en el levantamiento armado del 18 de octubre de 1891
Escribe Julio
Sotelo
Apenas terminada la guerra contra la
Triple Alianza y cuando todavía, el último resto del escuálido ejército
paraguayo se debatía aún en los estertores de la muerte en Cerro Corá, se
inició la lucha política en el Paraguay.
Al comenzar las luchas cívicas, y en el
torbellino de más de diez años de anarquía y de peleas estériles en el que
naufragaron casi todos los militares sobrevivientes de la catástrofe guerrera,
empezó también el combate a los regímenes de fuerza y contra los métodos
violentos del gobierno, especialmente de parte de la juventud ilustrada de
entonces. El gobierno de los López no pudo escapar de las críticas y ataques en
estas refriegas.
El doctor Cecilio Báez, universitario
brillante y líder de la juventud liberal, fue el portaestandarte de la lucha
sin cuartel contra las tiranías.
El panorama político durante el régimen
de los colorados fue sombrío entre 1870 y 1891. Diríase que el ansia de poder
era la única filosofía del gobernante y el lucro su fin. En todos los órdenes
reinaron la corrupción, la violencia, y las depredaciones subsiguientes a la
revuelta.
Las elecciones eran burdas comedias. El “caballo del comisario” ganaba siempre
la carrera, a las buenas o a las malas. Son famosas en la historia cívica
paraguaya las elecciones de Villarrica, Concepción, de la parroquia de la
Encarnación, etc.
Siempre los mismos aparatos de fuerza,
siempre las mismas violaciones, de tal suerte que acudir a las mesas
electorales para depositar el voto era un acto de heroísmo y un sacrificio;
porque el que no era partidario del gobierno, se exponía a recibir un balazo o
una puñalada.
El crimen político de mayor resonancia de
la época fue el asesinato en masa de presos políticos, que se hallaban
durmiendo en sus celdas. El 29 de octubre de 1877, fueron ultimados a tiros en
la cárcel pública, el doctor Facundo Machaín, primer Presidente Constitucional
de la post guerra del 70., el comandante José Dolores Molas, el médico
Francisco Galeano, Francisco Regúnega, Franco y otros, quienes fueron las
primeras víctimas de la violación de los derechos humanos en el Paraguay.
El diario “El Porteño” de Buenos Aires del 5 de noviembre de 1877, decía en
un telegrama procedente de Corrientes, publicado en sus páginas: “…En este
momento nos llegan espantosas noticias del Paraguay, el doctor Facundo Machaín,
Francisco Regúnega y Molas que se hallaban presos han sido bárbaramente
asesinados en la policía, estando en sus camas, por orden del Consejo de
Ministros. El cadáver de Machaín está a bordo del Mesenger…”. Firmado: B. A. Barrios.
Un año después también fue muerto, a
puñaladas, en plena calle de Asunción, Cirilo Antonio Rivarola, ex presidente
de la República. ¡..Los crímenes políticos estaban a la orden del día…!
Las ventas de las tierras públicas y yerbales
En 1885, el gobierno del general
Bernardino Caballero vendió la extensión de 3.294 leguas cuadradas del Chaco a
un precio promedio de Un Guaraní y diecisiete céntimos la
leguas, a 25 personas, y en 1886, la extensión de 2889 leguas cuadradas a Un
Guaraní y cuarenta y ocho céntimos la leguas a 35 personas (este cálculo se
hizo en 1951, por lo que hay que situarse en ese tiempo para saber que se
compraba por Un Guaraní y comparar el valor de las tierras vendidas).
Es decir, en dos años solamente, fueron
vendidas 6183 laguas cuadradas del Chaco. En total, las tierras vendidas al
finalizar el año 1890 alcanzaban a 7035 leguas cuadradas, al precio de 906.324
pesos de la antigua moneda (en 1951 esto era Gs. 9063, suma que cualquier
empleado del gobierno gastaba en una noche de ruleta).
Todas estas tierras fueron vendidas a 79
personas únicamente. Además, fueron transferidas a los tenedores de bonos de
los prestamos ingleses la isla Yacyreta, que tenía 20 leguas cuadradas (ver en
detalles en el libro del doctor Carlos Pastore: “La lucha por la tierra en el
Paraguay”).
En 1886 el Estado era dueño del ferrocarril
Asunción-Paraguarí, en una extensión de 72 kilómetros, y contando con el
producido de la venta de más de 16.000 leguas de tierras, bosques y yerbales,
se resolvió la prolongación de la vía hasta Villarrica, en una extensión de 78
kilómetros más.
El producido de la venta de tierras
públicas se evaporaba a medida que se recogía. Entonces se resolvió, la venta
definitiva del ferrocarril, con la condición de la prolongación de sus rieles
hasta Villa Encarnación. Se vendió en 1889 y las 210.000 libras esterlinas,
importe de la mitad de la venta, llegada de Londres, se liquidaron rápidamente
por los gobernantes colorados. La otra mitad, el Estado se hizo accionista de
la sociedad constituida en Londres.
Bancarrota financiera
Una terrible fiebre de conseguir dinero
atacó a los gobernantes de la post-guerra. Es verdad que el tesoro público
quedó exhausto a la terminación de la contienda guerrera del 70 y que fueron
muchas las necesidades para la reconstrucción nacional; pero en ninguna
historia se ha leído los préstamos y emisiones, hipotecas y ventas de bienes
del Estado – que luego fueron devastadas – como los realizados en aquella
época.
El doctor Silvio Macías escribió en su
obra Morínigo
y la horda roja: “…Vendieron los bosques, los ríos, las fuentes, los salmos,
los besos…. La realidad es que vendieron todo eso y mucho más. Vendieron el
Palacio de Gobierno, la Casa de Justicia, el crédito público, el contralor de
las finanzas del Estado, los privilegios públicos, la explotación y venta de
los yerbales, la propiedad de la línea férrea…”.
Veamos la documentación de las
afirmaciones precedentes, leyes y decretos: El 29 de julio de 1887, el general
Patricio Escobar autoriza la venta del
potrero Bobí-mí (Humaitá). El 13 de setiembre de 1887 autoriza la inversión del
producido de las ventas de tierras públicas para amortización de la deuda
interna. El 22 de setiembre del mismo año vende la línea del ferrocarril
Asunción Villarrica, al señor Guillermo Stewart.
El 13 de abril de 1888, el general
Patricio Escobar entregó 500 leguas a los tenedores de bonos ingleses
incluyendo la isla Yacyreta.
Por ley del 24 de abril de 1890 se
autoriza la emisión de fondos públicos con carácter de deuda externa hasta
500.000 libras esterlinas, para ser entregados una parte al banco del Paraguay
y Río de la Plata en pago de 20.000 acciones suscriptas por el gobierno. El
resto quedó a disposición del gobierno.
El 25 de julio de 1890 se autoriza la
emisión de 5.000.000 de pesos oro en títulos de “Deuda amortizable”. Se garantiza con las rentas aduaneras.
El 12 de diciembre de 1890 se dispuso la
entrega del cobre existente en tesorería general de la Nación al Banco Nacional
para ponerlo en circulación por su valor representativo.
Por ley del 18 de diciembre de 1890 se
autorizó la emisión de cédulas hipotecarias en billetes de curso legal hasta
3.000.000 de pesos.
Por ley de la misma fecha se autoriza la
contratación de un préstamo en el exterior hasta 2.500.000 pesos oro. Se afecta
en garantía el producido de la contribución directa, las acciones del Estado en
el F.C.C.P. (1.050.000 $) y del 25 % de las rentas aduaneras.
Por ley del 24 febrero de 1891 se
autoriza al Banco Hipotecario del Paraguay a emitir cédulas hipotecarias en
billetes hasta $ 3.000.000 y el 12 de mayo de 1891 se autoriza la emisión hasta
$ 1.400.000.
La protesta armada
El Partido Liberal combatió la
inmoralidad administrativa y denunció a los culpables desde la prensa, el
parlamento, en los mítines públicos y en todas las formas posibles.
José de la Cruz Ayala y sus partidarios
habían sido asaltados por milicianos colorados en las elecciones parlamentarias
en Ybycuí, generándose una violencia política entre ambos bandos. Este
hecho convenció a los liberales de que tomar el poder por vía electoral era
ingenuo. Decidieron tomar las armas para el efecto.
Cuando se cerraron las urnas a la
oposición, cuando los mercaderes oficialistas hicieron oídos sordos al clamor
popular, el Partido Liberal recurrió a la violencia, a la protesta armada… De
allí, el movimiento reivindicatorio del 18 de octubre de 1891 y la revolución
libertadora de agosto de 1904.
Los liberales, que ya no soportaban lo
que calificaron como “la tiranía”, se levantaron contra ella, figurando a la
cabeza de los revolucionarios, sus principales jefes. Del plan de derrocar al
gobierno colorado de Juan Gualberto González se encargaron Antonio Taboada como
jefe político, y el mayor Eduardo Vera como jefe militar.
Para el efecto
fue organizado un Comité Revolucionario, cuyo liderazgo fue confiado al mayor
Eduardo Vera, lugarteniente
del Gral. José Eduvigis Díaz, héroe de la Batalla de Curupayty, de
Corrales, Tuyutí, Acayuasá, Timbó, Isla Poí, Ytororó, Abaí y del abordaje de
los acorazados brasileños en la guerra contra la Triple Alianza.
Fue designado Jefe Civil de la Revolución don Antonio
Taboada y la Junta
Ejecutiva estuvo constituida
por el mayor Eduardo Vera, don Antonio Taboada, don Pedro P. Caballero y
don Juan Bautista Rivarola.
Un Manifiesto divulgado ese día por el Centro
Democrático explicó los motivos del alzamiento armado: “…Las Revoluciones
son sagradas cuando ellas tienen por objeto restablecer el imperio del derecho
vulnerado, recobrar el poder usurpado, reparar grandes injusticias o
reivindicar la honra nacional ultrajada. La Revolución que
promovemos responde a esos fines…”
Se contó para el golpe con el apoyo del propio
administrador de Aduanas, don Juan Bautista Rivarola. Gracias a ello se
habrían podido introducir al país armas
y municiones. Como era domingo, los soldados estarían de franco y se suponía
que sería difícil organizarlos para repeler la intentona. Dos cuarteles debían
ser atacados simultáneamente: el de la Escolta Presidencial
y el de Infantería. En uno de los sitios que debían ser atacados se hallaba el
Regimiento de Artillería, con ocho cañones Krupp y cuatro ametralladoras.
Después de ser tomados los cuarteles, los revolucionarios intimarían la
rendición a la Policía.-
En el plan de la Revolución, incluía la
detención de los generales Bernardino Caballero y Patricio Escobar. Una vez
logrado el triunfo, asumiría el poder una Junta Revolucionaria hasta las
elecciones para Presidente, Vicepresidente y miembros del Congreso. El Poder
Judicial sería disuelto y reorganizado. El candidato a Presidente sería Don
Antonio Taboada. El mayor Eduardo Vera había rechazado la postulación.-
Según una publicación de la época, para la ejecución
del golpe se organizaron siete grupos, cada uno con unos 25 a 30 hombres, con distintos
puntos de concentración. El del mayor Eduardo Vera, que tendría la
responsabilidad principal, se reunió en la casa de don Pastor Cabañas Saguier,
en el Paraguayo Independiente Nro. 48. En el puerto, unos 70 a 80 hombres subieron a
tres tranvías tirados por caballo que, por El Paraguayo Independiente, hacían
trayecto hacía la Catedral,
supuesto destino del grupo, que pretextaba dirigirse a un bautismo.
Al llegar a 14 de Mayo descendieron y alrededor de
las 19:00 horas, se arrojaron sobre la guardia del cuartel de la Escolta Presidencial
(en el local que sería después, durante décadas, sede de la Escuela Militar).
Durante la toma de la guardia del cuartel fueron
muertos los coroneles Ángel Ozuna, comandante de la Escolta, Santos Miño,
subcomandante, éste había recibido en la confusión, un certero balazo al
corazón. El triunfo parecía un hecho, pero en el interior del cuartel, las
fuerzas gubernamentales reaccionaron con el concurso del Ministro de Guerra,
general Juan Bautista Egusquiza, y lograron herir de muerte al mayor Eduardo
Vera y al Diputado Juan Machain, quienes fallecieron horas después.
Entre los heridos figuraban Bartolomé Yegros, Vicente Espínola, Emilio Saguier,
Nicolás Bragas (el famoso “Lampiño”) y muchos caudillos populares.
Poco después llegó al cuartel, don Antonio Taboada,
intentando reemplazar al Mayor Eduardo Vera para proseguir la lucha. Se mantuvo
hasta cerca de la medianoche cerca de los corredores del cuartel, pero viendo
que las fuerzas gubernamentales ya estaban bien organizadas, desistió de la
idea.
Otro grupo revolucionario, comandado por don Pedro P.
Caballero, llegó con cierto retraso por el lado de la barranca del río, detrás
del viejo Cabildo, con el fin de tomar el cuartel de la Infantería. Este
ya se había puesto sobre las armas. En las primeras escaramuzas, el comandante
del cuartel cayó fulminado de un balazo disparado por los insurgentes. Después
de tres horas de denodada lucha, se impusieron los gubernamentales.
El Jefe de la Aduana, don Juan Bautista Rivarola, al mando de
otro grupo, había ocupado la
Capitanía General del Puerto, pero la abandonó más tarde por
falta de apoyo, retirándose a bordo del buque “Teniente Herreros” que llegó
hasta Formosa (Argentina).
El grupo al mando de Fabio Queirolo hostigó a la Policía desde los
corredores del actual Palacio Legislativo, reteniéndola en su cuartel, para que
el grupo de Pedro P. Caballero subiera por el barranco del río para atacar el
cuartel de la Infantería.
El general Bernardino Caballero que debía ser tomado
prisionero en su casa, en la esquina de las actuales calles Coronel Bogado y
México, por un grupo al mando del revolucionario coronel José del Carmen Pérez.
Los rebeldes lograron entrar en la casa del general, pero fueron rechazados a
tiros.
Ya muy avanzada la noche del domingo 18 de octubre,
algunos insurgentes intentaron otros ataques. Pero el orden la restablecieron
los gubernamentales que respondían al Presidente Juan Gualberto González, que
sufrió una de la más dura prueba del que emergió airoso.
Al día siguiente, lunes 19 de octubre del año 1.887,
se decretó el Estado de Sitio en toda la República por treinta
días. Bajo esta disposición fueron detenidos más de 140 liberales. Los
miembros del Centro Democrático fueron apresados, entre ellos, Ignacio Ibarra,
Manuel Irala, José Macias, José Urdapilleta, Fernando Saguier, Manuel I.
Frutos, Francisco Guanes, Benigno Riquelme, Fernando Carreras, Víctor y Enrique
Soler, Manuel Ávila y muchos más, a
quienes por disposición expresa del Presidente Juan Gualberto González, se los
trató con toda la consideración. Pero en las campañas, las autoridades
cometieron inauditas vejaciones en las familias liberales.
Además,
se comenzó a destituir a numerosos funcionarios públicos que habían tomado
parte del abortado Golpe de Estado, entre ellos Antonio Taboada, miembro del
Consejo Superior de Educación y Juan B. Rivarola, Administrador General de
Aduanas, miembros del comité organizador del atraco, junto con Eduardo Vera y
Pedro P. Caballero, que habían traicionado su compromiso de lealtad con el
gobierno del que formaban parte y al que, por otro lado, habían contribuido a
entronizar.
El Centro Democrático quedaba de esa forma derrotado
por las armas, y sus dirigentes fueron presos y obligados a huir otros al
extranjero. Pero el triunfo moral fue de los opositores, a tal punto que el
episodio ocasionó una escisión en el partido de gobierno, formándose dos
grupos: El Caballerista y el Egusquizista.
El
18 de octubre de 1891 se constituyó en la llamada “utopía liberal”: Gobierno de
las leyes, honestidad en el manejo de fondos públicos, concurso de los mejores
para integrar los poderes del Estado, libertad política y económica, defensa
del Chaco frente a las primeras incursiones bolivianas al territorio del Chaco
y plena vigencia de los derechos del hombre y del ciudadano.
Si
bien la rebelión del 18 de octubre no logró éxito en los hechos, sirvió de
precedente para la Revolución de 1904, que elevó al Partido Liberal al
gobierno, dando inicio así al período de gobernantes liberales, donde
resaltaron las figuras de Cecilio Báez, Benigno Ferreira, Manuel Gondra,
Eduardo Schaerer, Manuel Franco, Eligio Ayala, José P. Guggiari, Eusebio Ayala,
Félix Paiva, entre otros.
El
origen de la polca 18 de octubre
Unos músicos que habían llegado hasta Asunción, desde
San Juan Bautista de las Misiones, los tres hermanos Barrios, Cornelio, Pedro,
Doroteo y el profesor Delfín Chamorro, con el fin de estrenar esa noche en
uno de los cuarteles una alegre
polca en homenaje al coronel Santos Miño, por su reciente ascenso. No pudieron cumplir con su propósito debido a la
muerte de éste.
Uno de los hermanos Barrios, sargento del cuartel
atacado, pereció en el golpe. Pero los demás autores de la polca la hicieron
escuchar al general Egusquiza, quien habría tenido la idea de cambiarle de
nombre y, en vez de “Coronel Santos Miño”, se convirtió en “18 de Octubre”,
como homenaje a los caídos en defensa del gobierno.
Paradójicamente, la polca fue reivindicada por los
liberales, hasta convertirse en el Himno oficial del Partido.
El Centro Democrático reanuda las sesiones
para reorganizarse
El Centro Democrático, muy golpeado como consecuencia
del fracaso del golpe, recién fue reorganizado en agosto de 1.892 en una
Asamblea que tuvo lugar en una casa que las crónicas de la época mencionan como
“al lado de la Iglesia
de San Roque”. En donde fue electo Presidente: don Manuel I. Frutos, a quien
acompañó, como vicepresidente, el Dr. Cecilio Báez. Ese mismo año volvieron al
país del exilio Juan Bautista Rivarola y don Antonio Taboada, sin ser
molestados. El primero de ellos falleció poco después, de enfermedad.-
Con el fallido
golpe afloraron las divergencias dentro de los dos Partidos. La línea que
dividía a los democráticos entre
moderados y radicales se profundizó gravemente. Al mismo tiempo, dentro del
Partido Republicano (Colorado) también se agudizaron las desconfianzas contra
el Presidente González. En un principio se habló de que Egusquiza sería el
candidato oficialista.
Pero luego se fortaleció el Rumor de que en realidad,
El Presidente Juan Gualberto González Alentaba la candidatura de José Segundo
Decoud, su concuñado.
El grupo Caballerista se vio desplazado y la campaña
electoral dio lugar a algunos incidentes entre ambos sectores.
El 31 de agosto de ese año, la Comisión directiva del
Centro Democrático emitió un comunicado, como consecuencia de que siguieron las
persecuciones a los liberales, sobre todo en los pueblos cercanos a la capital,
protestando por “los hechos vandálicos y sangrientos, cometidos contra las
personas y las propiedades de nuestros amigos políticos. Añadía la protesta que
muchos liberales “han sido maltratados de hecho y otros han sido muertos,
quedando abandonados sus cadáveres en los montes, y que las autoridades
superiores se mantienen en un mutismo e inacción culpables, a pesar del grito
de condenación de tales excesos que la opinión general y la prensa
independiente han lanzado en desagravio de la justicia y de los fueros de la
humanidad violados tan a mansalva y con alevosía.
Que estos abusos violatorios de los derechos humanos,
indignos de los pueblos civilizados, no pueden ser silenciados por la Comisión Directiva
del Centro Democrático, sin faltar a los deberes que le son impuestos por la
representación que inviste por su propio decoro y por la dignidad del Gran
Partido Liberal a cuya cabeza se encuentra.
Los colorados piden votos
a los seguidores del Centro Democrático y ésta agrupación se convierte en
Partido Liberal
El Centro Democrático crecía constantemente. Las
autoridades del interior ejercían presión violenta contra los seguidores del
Centro Democráticos, para obligarles a afiliarse al Partido Nacional
Republicano, pero aquellos, a pesar de todo, enviaban su adhesión al Centro
Democrático, según consta en las Actas del 27 de enero y del 13 de marzo del
año 1.893.
En la sesión del 27 de mayo del año 1.893 se levantó
la abstención electoral y el Partido se preparó para sostener sus propios
candidatos a la
Presidencia y a la Vicepresidencia de la República.
Los principales dirigentes del Partido Colorado
buscaron el voto de los liberales para sus respectivas candidaturas. Así, Don José Segundo
Decoud (*) (El redactor del Acta Fundacional del Partido
y de los Estatutos de la
Asociación Nacional Republicana), expresó al Presidente del Centro Democrático, Don
Antonio Taboada, que tenía buena predisposición para con el Partido Liberal, y
que en caso de que su candidatura a la Presidencia de la República fuera
proclamada, solicitaría el concurso de los liberales. Esto consta en el Acta
del 30 de septiembre del año 1.893.
Por su parte los generales Bernardino Caballero y
Juan Bautista Egusquiza, candidato el primero por el Partido Nacional
republicano, y el segundo por los disidentes colorados, buscaron también el
apoyo de los seguidores del centro democrático. Pero El centro Democrático
dispuso que los correligionarios no debían decidirse a favor de uno u otro, “ni
directa ni indirectamente” – según resolución del 24 de noviembre de l año
1.893.
En la sesión del 28 de diciembre, el Presidente del
Centro democrático señor Manuel I. Frutos, informó que el general Egusquiza les
había invitado al Dr. Cecilio Báez, a Don Antonio Taboada y a él, para
proponerles un acuerdo entre los Egusquicistas y liberales. Similares gestiones
realizaron el General Patricio Escobar y Don Agustín Cañete a favor de los
caballeristas.
Las conversaciones prosiguieron hasta el que el 22 de
enero del año 1.894. a moción del señor Antonio Taboada, se resolvió suspender
todo posible acuerdo con cualquiera de las fracciones coloradas. Finalmente, en sesión del 6 de julio del año 1.894 se
ratificó la resolución de no aceptar el acuerdo planteado.
En la sesión del 17 de septiembre del año 1.894, se verificó la fecha de
la fundación del Partido Liberal y así de estableció en el Artículo Primero de
los Nuevos Estatutos: El Partido Liberal, fundado definitivamente el 10 de
julio del año 1.887, se llamará en adelante Partido Liberal.
Alternativas políticas de la era liberal
La revolución de 1904
La
Revolución
de 1.904 fue un despertar nacional, un movimiento de mejor cultura, en que
participó la juventud intelectual, juntamente con campesinos, obreros y
pequeños comerciantes, que buscaban el afianzamiento del orden, de la libertad
y de la justicia.
A instancia de
los Egusquizista, el gobierno adquirió el vapor “Sajonia”, con el propósito de
crear la marina mercante nacional. Pero dicho barco fue tripulado por los
conspiradores, y artillado por los capitanes de navío Manuel J. Duarte y Elías
Ayala, quienes se hallaban incorporados a la marina de guerra argentina.
En buque “Sajonia”
partió de La Plata y remontó el río Paraná. El gobierno colorado hizo gestiones
ante el gobierno argentino, para que el mencionado barco fuera capturado como
pirata. Pero este eludió a la
Prefectura de Corrientes y entró en agua del río Paraguay. La
revolución había estallado.
El general, doctor Benigno Ferreira fue designado
Comandante en Jefe de las Fuerzas Revolucionarias. Se incorporaron a ellas los
militares y marinos egresados de las
respectivas escuelas de la Argentina y Chile. La juventud cívica, dirigida por
los hermanos Higinio y Heliodoro Arbo, Carlos L. Isasi, Adolfo Soler (padre del
destacado Pintor Ignacio Núñez Soler que antepuso en apellido materno de Núñez
en rechazo a su padre, pues se hizo anarquista, y su padre liberal), Manuel
Benítez, y la Juventud Radical, dirigida por Manuel Gondra, Eduardo Schaerer,
Manuel Franco, Gualberto Cardús Huerta y José P. Montero, aportaron un buen
caudal ciudadano.
El doctor Manuel
Domínguez (llamado el Alma de la raza), vicepresidente de la República y colorado
Egusquizista, se incorporó a la
Revolución, previo a un
Manifiesto condenatorio del régimen del coronel Antonio Escurra
(protegido de Bernardino Caballero), al que lo trató del más analfabeto de los
gobernantes que tuvo el Paraguay.
Otro tanto hizo don Arsenio López Decoud, quien llegó
a comandar un batallón. También hicieron Senadores y Diputados colorados. Se
alzaron, pues, contra el gobierno, no solo los liberales, sino también
respetables miembros del Partido Colorado que no comulgaban con los caudillos
posesionados del poder.
Los revolucionarios establecieron su cuartel general
en Villeta. En sus proximidades ocurrió el abordaje del vapor gubernista
artillado “Villa Rica”, comandado por don Eduardo Fleitas. Con Posterioridad,
los colorados fueron igualmente batidos en tierra, en el combate de Ytororó.
Durante el desarrollo de las operaciones, fue
constituida en Buenos Aires una Comisión
“Pro-Pace”, integrada por distinguidas personalidades argentinas y presidida
por el Obispo de Jasso, doctor Gregorio Ignacio Romeo, e integrada por Rafael
Obligado y Gabriel Carrasco. Su Objeto fue mediar entre los contendientes para
lograr la paz. Las gestiones fueron fructíferas, y así se firmó el “Pacto de
Pilcomayo”, por el que se dio fin a las hostilidades, en diciembre de 1.904.
Los gobiernos liberales
Con el triunfo de la Revolución, los
liberales se hicieron cargo del gobierno, aumentadas sus filas con la
incorporación de muchos colorados de jerarquías. La juventud intelectual había
ingresado al liberalismo.
LOS CUATRO PRIMEROS DOCTORES EN CIENCIAS JURÍDICAS Y
SOCIALES DEL PARAGUAY, EGRESADOS DE LA FACULTAD DE DERECHO; Cecilio Báez, Emeterio
González, Benigno Riquelme y Gaspar Villamayor, eran liberales. Además
ingresaron en filas del liberalismo, hijos de colorados eminentes, como el caso
del hijo del general Patricio Escobar.
El Partido Colorado quedó en la oposición: no
obstante, muchos de sus integrantes ocuparon cargos públicos, durante toda la
era liberal, en el Poder Judicial, en la diplomacia, en la enseñanza pública,
y, durante ciertos períodos, en el Poder Legislativo, debemos citar a Francisco
Chávez, Pedro Peña, Federico Codas, Ignacio A. Pane, Ricardo Odriozzola, Antonio
Sosa, Fulgencio R. Moreno, Juan E. O’ Leary. Tomás Salomón, Eduardo López
Moreira, Eleuterio Fernández, Isidro Ramírez, Federico Chávez y Guillermo
Enciso Velloso. Aquí no se cita a quienes actuaron en el Congreso en
representación del Partido Colorado.
Terminada la Revolución el 19 de diciembre de 1.904, fue
designado Presidente de la República don Juan Bautista Gaona. Durante su
gobierno comenzó a perfilarse nuevamente el desacuerdo de los sectores “Cívico”
y “Radical”. El Ministro de guerra, general benigno Ferreira – del grupo de los
“Cívicos” presionó para provocar la renuncia del nuevo mandatario. Renunciante
el Presidente Juan Bautista Gaona, fue designado para reemplazarle el doctor
Cecilio Báez, en diciembre del año 1.905.
Llamado el pueblo a elecciones, resultaron electos
Presidente el general y doctor Benigno Ferreira y Vicepresidente Don Emiliano
González Navero, quienes asumieron sus cargos el 25 de noviembre del año 1.906.
¿Qué hizo el Partido
Liberal en 35 años de gobierno?
(Diciembre de 1.904 – 7 de setiembre
de 1940)
¿Qué hizo el Partido
Liberal en alrededor de 35 años de gobierno?. Esta es la cantinela de los adversarios políticos. Y
muchos liberales, sobre todo, los de las nuevas generaciones, no saben
contestar, porque no han tenido a mano una documentación como esta, organizada
y objetiva, y porque, prácticamente, en todo el período de la anarquía reinante
desde la terminación de la guerra del Chaco, la Prensa Liberal
estuvo silenciada y el Partido no pudo defenderse.
Puede decirse que, en 1.904, el Paraguay apenas había restañado sus
heridas de la guerra del 70. Después de la hecatombe, el país quedó despoblado,
y su economía y finanzas arrasadas.
Los gobernantes colorados de la posguerra obtuvieron
de Inglaterra un préstamo, que no fue usado en su totalidad para la
reconstrucción del país, pues gran parte de las libras esterlinas fue a parar
en los bolsillos de los que mandaban. Por eso el Estado no pudo, durante muchos
años, ni siquiera pagar los intereses y las amortizaciones respectivas, con lo
cual el Paraguay perdió su crédito internacional.
Aun durante la época de los gobiernos liberales, esa
tremenda carga siguió pesando, aumentada con los gastos que demandaron los
preparativos para la defensa del Chaco.
En el año 1.904, todo estaba por hacerse: organizar
la administración, formar el personal administrativo, propender a la producción de la riqueza, encauzar el
comercio, resolver los graves problemas monetarios, dar instrucción al pueblo,
formar maestros, atender la salud pública, forjar un ejercito organizado y
profesional.....en pocas palabras, estructurar un nuevo Estado.
Al hacerse cargo del gobierno el Partido Liberal, en
1.904, comenzó el progreso, la ciudad de Asunción fue iluminada a gas. Ocho
años después, durante el gobierno de Don Eduardo Schaerer, ya teníamos energía
eléctrica y los tranvías ya se movían con electricidad.
La vía férrea llegó hasta la ciudad de Encarnación.
Las calles fueron pavimentadas. En 1.906, el Presidente, doctor Cecilio Báez
decía en su mensaje al Congreso, que estaban pavimentadas 16 cuadras céntricas.
Al terminar la era liberal, lo estaban más de mil
cuadras. Y todo esto sin apelar a
préstamos del extranjero.
En lo que concierne a la salud pública, no existían
los grandes hospitales civiles ni militares de la capital, ni los regionales
del interior. El mismo mensaje, de 1.906, decía: “La asistencia pública cuenta
ya con una sala de maternidad y una farmacia, y en breve contará con una sala
de primeros auxilios.
Es decir que el Estado Paraguayo disponía en 1.906 de
no más de lo que en 1.932 tenía cualquier obraje particular de la República.
Respecto a
otra oficina pública, agregaba el documento: “A pesar del celo desplegado por
el director general del Registro Civil de las personas para ponerlo en buen
pie, la insuficiente instrucción de los Jueces de Paz encargados de llevarlo en
la campaña”. Varios de éstos no sabían redactar un acta de defunción ni una
partida de nacimiento.
Tal era el estado desolador del país al iniciar sus
funciones el Partido Liberal. No había recursos que permitieran llevar a cabo la
inmensa obra que el país requería: no había población suficiente; No teníamos
el número indispensable de hombres preparados para desempeñar las funciones
públicas. Todo Había que crearlo, reformarlo o mejorarlo. Y así se hizo.
La orientación política
del Partido Liberal a los funcionarios públicos
En la función pública, los miembros del Partido
Liberal pusieron en práctica el principio sustentado en el llano, de que el
MANDO debe ser ejercido con el consenso de los gobernados respetando, las
libertades esenciales de la Personalidad Humana, la capacidad y la idoneidad
de los que están en la función pública para administrar los recursos del
estado.
El Doctor Cecilio Báez, uno de los maestros del
liberalismo, expresaba en 1.906, en oportunidad de inaugurar las sesiones de la
legislatura, en su carácter de Presidente provisional de la república: “la Prensa política no puede no
puede vivir sino dentro del régimen de la libertad, el número de periódicos se
ha multiplicado por doquier, hecho que demuestra que las garantías
constitucionales son reales y efectivas.
El progreso político se hace visible, además en las
organizaciones de las entidades obreras con el fin de reclamar a sus patrones
una justa remuneración por sus trabajos. Ya entonces el gobierno se preocupaba
de la situación de los sectores obreros, amparándolos en sus demandas de justa
remuneración, sin que el Estado se inclinara al paternalismo, atentara contra
los derechos del hombre y del ciudadano, ni que se convirtiera en un ente
todopoderoso; por el contrario, esa defensa del trabajador mantenía intactos
los caracteres y requisitos del Estado Liberal de derecho.
Referente a la REFORMA AGRARIA,
el Presidente provisional, Doctor Eusebio Ayala, tildado de “reaccionario capitalista”, decía en su mensaje de 1.921 al Parlamento: “...La
actual repartición de la tierra no es el resultado de un plan económico ni
político. El Estado, a fines del Siglo pasado, se despojó de la mayor parte de
su rico patrimonio para obtener recursos: (Bernardino Caballero vendió casi
todas las tierras fiscales a precios irrisorios, a patacones las leguas). Para
vivir, sacrificó su capital.
Las leyes conocidas de ventas de tierras públicas,
fueron dictadas con la precipitación propia de la imprevisión. Y las mejores
tierras del Paraguay fueron vendidas a precios de regalos. Las tierras
pasaron de la propiedad del estado a
la de algunos capitalistas extranjeros.
De la ACCIÓN política y SOCIAL,
el Presidente doctor Manuel Franco se ocupa en su mensaje de 1.918. “Es Nuestro
deber es anticiparnos a satisfacer la
parte de las reivindicaciones en que el obrero tiene razón y procurar desviar
su criterio impresionable, de las peligrosas utopías a que se muestra tan
aficionado. Lo primero en que cabe darle la razón es en sus críticas contra las
carestías de la vida...”
La defensa del empleado
público
En 1.921, el Presidente Manuel Gondra se refería, en
su mensaje anual al Parlamento, al Estatuto legal del funcionario público.
Decía lo siguiente: “ los Ministros consideran debidamente este asunto, con el
criterio de que debe mejorarse la CONDICIÓN DEL EMPLEADO PÚBLICO, dentro de una
regla que no rompa el equilibrio de la jerarquía, creando desigualdades
injustas entre personal administrativo del mismo valor”.
Las leyes electorales
La primera ley electoral fue sancionada en el año
1.870, juntamente con la Constitución Nacional. El voto era cantado y se
resolvían las elecciones por simple mayoría de votos. Treinta y un años
después, en la era liberal, en 1.911, se dictó la primera reforma con la ley
Paiva. Con esa ley se creó el padrón cívico y la Junta Receptora y
se establecieron las penalidades para los fraudes electorales.
En el último
año de la presidencia del señor Eduardo Schaerer, se inició en las Cámaras el
estudio del Proyecto de la nueva ley electoral, en el que se adoptaba la lista
incompleta y el voto secreto. Se organizaron las Juntas inscriptoras. Esta ley
fue puesta en vigencia por el Presidente Manuel Franco, en 1.917.
En el año 1.918, se creó el Registro Cívico
Permanente. En 1.924 se estableció el Voto Obligatorio, y la intervención en
las mesas, de los candidatos y representantes de Partidos para los escrutinios.
En 1.926 y 1.927 se dictaron nuevas reformas de la
ley electoral con el concurso del Partido Colorado, que actuaba en la
oposición. Se formó el padrón electoral de extranjeros. En 1.928 se perfeccionó
el sistema electoral municipal.
Si el Servicio Militar Obligatorio fue decisivo para
la formación del Ejercito Nacional, en lo civil el Voto Secreto y
Obligatorio lo fue para la educación cívica de nuestro pueblo y para la normal
constitución de los Poderes del Estado.
En el año 1.920, el Presidente de la República, doctor José
P. Montero, decía en su mensaje a las Cámaras, refiriéndose a la implantación
de la nueva Ley Electoral y creación del Registro Cívico, que el porcentaje de
participación, en la inscripción de ciudadanos nacionales y extranjeros era
exiguo. “Es un dato revelador la indiferencia del
electorado por el ejercicio del derecho cívico por excelencia, debido, tal vez,
a la novedad de la ley, o a su relativa complicación, o a la carencia de
instrucción cívica, o a la falta de hábito o interés, ya que no podrían
alegarse las deficiencias de aquella, que ampara el derecho y la libertad de
todos, ni las intromisiones indebidas de autoridades y funcionarios encargados
de velar por su ejercicio, que han dado ejemplo de ecuanimidad, y de respeto a
los derechos ciudadanos”.
Para instruir al pueblo en el ejercicio del derecho
del voto, el Presidente Montero sugería que “los Partidos Políticos y la Prensa Nacional,
que contribuyeron a encarecer y exaltar el cambio en el Sistema Electoral,
alentando y aplaudiendo los progresistas designios que presidieron la sanción
de las leyes a que me refiero, tendrían una hermosa y patriótica tarea que
desarrollar, induciendo los primeros a sus afiliados y la segunda al pueblo en
general, a concurrir a prestigiarlas con el ejercicio de los derechos que les
reconocen y el cumplimiento de los deberes que les imponen, afirmando y
robusteciendo, así, el imperio de la voluntad y la soberanía populares”.
El Presidente,
Manuel Gondra, refiriéndose a la reducida inscripción de los ciudadanos en el
Registro Cívico, la atribuyó a dos motivos esenciales: “la falta de una penalidad
expresa, que le obligue a inscribirse a todos los ciudadanos que se encuentren
en las condiciones legales de hacerlo, y la adopción que se viene practicando
del Registro Cívico Nacional como base para el sorteo de los ciudadanos de 18 a 19 años que deben llenar
el Servicio Militar Obligatorio y funciones policiales”.
El Presidente provisional doctor Eusebio Ayala
expresaba en 1.922: “…La ley Electoral que poseemos ha realizado
un adelanto sensible en nuestro desenvolvimiento político, aun cuando no pueda
decirse que esté exenta de objeciones doctrinarias y empíricas. La gran reforma
con que ahora cabe completar esta conquista cívica, será la que nos permita
adaptar nuestros hábitos de pensar y de obrar. Ninguna ley es capaz de asegurar la pureza del sufragio
cuando los Partidos se empeñan en falsearlo…”
Por su parte, el Presidente doctor Eligio Ayala decía
en uno de sus mensajes: “…El respeto a la decisión de la
mayoría, es una necesidad y un deber: La obediencia a las leyes es la condición
de la vida social, es la garantía de las libertades del ciudadano. Pedir su
desobediencia y consentir en su menosprecio es abrir cause a la relajación de
la vida civil, a la disolución social…
…Abolida la ley, la suerte de la sociedad quedaría
librada a los instintos; estaría sometida a la voluntad discrecional del más
fuerte, o se desintegraría en el sectarismo. En toda convivencia social es
ineludible que cierto ritmo se imprima en las actividades sociales, no para
trabarlas o inmovilizarlas, sino para que converjan hacía el bienestar personal
y colectivo…
…El gobierno republicano es de opinión, y, en
consecuencia de libre deliberación. Por esa razón, es igualmente incompatible
con el despotismo y la demagogia…”.
Y agregaba el Doctor Eligio Ayala: “Es oportuno decir aquí lo que entendemos por
oposición; En una organización como la nuestra, asentada sobre la presencia en
el Parlamento de sólo dos grandes Partidos, uno de mayoría y otro de minoría,
la función de ésta no debe ser de negación sistemática a todas las iniciativas
de la mayoría. Si la mayoría adoptase para sus decisiones un criterio de
negación, tendría en sus manos la forma de guillotinar por votaciones
precipitadas e inconsultas toda tentativa de contralor de la minoría.-
Una acción extrema de una y otra parte tendería a
reducir necesariamente a la nada la acción directiva que a ambos corresponde
por mutua y recíproca compenetración que cabe esperar del permanente comercio
de ideas. Examen sereno, ecuánime, desapasionado, honrado, de todas las
cuestiones”.-
“La vida
parlamentaria es una gran escuela de hombres públicos. No debemos perder de
vista la necesidad de ir formando hombres de Estado, la clase dirigente de
nuestro país, una élite que por su preparación tenga la virtud de inspirar a su
respeto confianza, no sólo en el seno de cada Partido, sino de Partido a
Partido, y también a todo el país”.
-
“…Cuando hayamos realizado este ideal de Cultura
política, yo creo que los Partidos no suscitarán los recelos que hoy
despiertan, y entonces nos será dado alimentar la esperanza de que los Partidos
se turnen en el gobierno, sin desazones para nadie…”.
Política económica y
financiera
Los gobiernos liberales comprendieron que, sin una
política económica y financiera adecuada, no era posible propender al bienestar
del pueblo y al progreso del país. Dicho está que el crédito internacional era
nulo. No se pudo contar con el apoyo extranjero, porque el país estaba
desacreditado desde la época del préstamo inglés dilapidado poco después de
terminada la guerra contra la Triple Alianza.-
La orientación
de los gobernantes liberales en materia económica y financiera, siempre estuvo
de acuerdo con los cánones modernos. Y en la aplicación de los recursos del Estado,
los gobiernos liberales dieron prueba de una acrisolada honradez.-
Ya en 1.910 el Presidente Manuel Gondra decía: El
nuevo orden en el mundo se está operando sobre la base de que el factor humano
debe ser el que prime en la consideración de los gobiernos – Con lo dicho se
prueba que los gobernantes, en vez de alentar un mero afán fiscalista, tenía en
cuenta al hombre, al ciudadano, al
pueblo.-
Siempre la mira puesta en el pueblo, en la
colectividad, ante que en el Estado mismo. En 1.914, el Presidente don Eduardo
Schaerer expresaba en su mensaje a las Cámaras: “La valorización de la moneda,
como medio de valorizar el trabajo humano, fue el sostenido propósito de los
gobiernos liberales, en 1.916, el gobierno de Don Eduardo Schaerer organizó la
oficina de cambios, y al mismo tiempo, se fue formando el fondo de conversión,
para asegurar la estabilidad monetaria. Al Doctor Jerónimo Zubizarreta se le
encomendó la faena.
Estos trabajos sirvieron para que, en tiempos del doctor
Eligio Ayala, se lograra la estabilización de la moneda, o sea el tipo fijo de
cambio, que se mantuvo aproximadamente hasta la terminación de la guerra del
Chaco.-
Todo esto se consiguió con una insospechable honradez
administrativa, manteniendo esforzadamente los presupuestos nacionales
equilibrados, y con las sabias leyes económicas y financieras adoptadas - ¡¡¡
Qué no hubiéramos hecho si hubiésemos
contado con los millones de dólares, los millones de cruceiros, los millones de
pesos argentinos que los gobiernos colorados recibieron como aporte de los
países americanos después del triunfo del Chaco..!!!
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