viernes, 13 de enero de 2012

Por qué se llegó al golpe del 13 de enero?

La primavera anticipada del año 1946
hizo florecer una efímera democracia

Esta situación duraría apenas seis meses, para luego retornar el autoritarismo. Previamente, estalló una desastrosa guerra civil que tuvo la misma duración que el sueño democrático.

Esta experiencia debe tener en cuenta todos aquellos que quieren llegar al poder, que no se trata de estar en el gobierno, sino de contar con las fuerzas y herramientas para realizar cambios necesarios para la sociedad.

El país estaba en mano del general Higinio Morínigo, un folclórico dictador sostenido por los militares y por su endiablada astucia.
Desde el inicio de su dictadura, el 7 de setiembre de 1940, Morínigo se armó de picardía y de cinismo para sortear con éxito las conjuras de sus ministros, de la Marina, de la Caballería, de la Aviación, de las Unidades del Chaco, de Concepción, etc.
Al prescindir de los partidos políticos, el dictador cayó en brazos de lo que se dio en llamar “la camarilla nazifascista”, integrada por los coroneles Heriberto Florentín, Comandante de la Región de Concepción, Victoriano Benítez Vera, comandante de la Primera División de Caballería, Pablo Stagni, comandante de la Aeronáutica y Bernardo Aranda, jefe del Estado Mayor General.
A finales de 1944, profesores universitarios - decanos incluidos -, suscribieron una nota dirigida al general Higinio Morínigo, presidente de la República, quienes solicitaron, “…para una sincera reconstrucción social, política, económica, una Convención Nacional Constituyente…”.
El pedido fue hecho “…ejerciendo un legitimo derecho de de la ciudadanía y en cumplimiento de un sagrado deber…”.
Con esta petición los universitarios unieron sus inquietudes a los de los obreros, estudiantes, políticos que deseaban “…vigorizar una vida política de unidad en el marco del suelo patrio y en el seno de la familia paraguaya…”.
El Poder Ejecutivo dejó a cargo de la Corte Suprema de Justicia que declaró “improcedente” el pedido.
Ante el rechazo de la solicitud, influyentes sectores ciudadanos hicieron escuchar su voz generalmente desde la clandestinidad – a favor de un cambio político en paz y sin traumas. 
Estando así la situación política, social y militar llegó el mes de junio. En los primeros días, viajaron a Buenos Aires para asistir a la investidura presidencial del general Juan Domingo Perón en representación del gobierno, el ministro del Interior, Gral. Amancio Pampliega y el comandante de la Caballería, Victoriano Benítez Vera.
Días antes que estos representantes viajen a Buenos Aires, llegaron a oídos del  Comandante en Jefe algunas expresiones emitidas durante una reunión de camaradería en la DC 1. Fue con motivo de las fiestas patrias y de algunos ascensos.
Benítez Vera, sabiendo que tenía poder, gustaba decir entre bromas y no tanto que “…el Paraguay es gobernado por las Fuerzas Armadas, la DC 1 representa a las Fuerzas Armadas y la DC 1 soy yo…”.
Esto parece que llegó muy abultado a conocimiento del Comandante en Jefe, general Vicente Machuca, quien pidió la venia presidencial para tomar medidas contra el Comandante de la Caballería.
El dictador Higinio Morínigo le contestó que el momento no era oportuno, pues el Comandante de la DC 1 podría suponer que se pretendía impedir su viaje a la capital argentina. Y para no dejarle con las manos vacías a Machuca, ordenó al Comandante en Jefe que, en ausencia del titular, se apersonase a la DC 1 en averiguación de lo acontecido.
El coronel Victoriano Benítez Vera cometió el error de viajar en momentos confusos e inciertos tanto en las Fuerzas Armadas como en la población civil.
En la noche del 5 de junio se llevó a cabo la función de gala en honor del nuevo presidente de la Nación Argentina, general Juan Domingo Perón, y señora esposa, doña Eva Duarte. Fue en el Teatro Colón.
En un entreacto, el general Perón recibe en su palco un pedido de audiencia, para ese mismo instante, de parte de uno de los miembros de la comitiva paraguaya. Fue Benítez Vera, quien tenía deseos de obtener un avión para trasladarse con urgencia a Asunción “por motivos familiares”.
Sucedió que fue informado por sus amigos que el Comandante en Jefe había estado el la División de Caballería haciendo averiguaciones, a cuyo término expresó a los jefes y oficiales que desde ese momento solo eran válidas las órdenes del presidente de la República y las del Comando en Jefe.
Debido a esta situación los hechos se precipitaron. El Jueves 6 de junio, con bastante retraso por mal tiempo, llegó a Formosa Benítez Vera. El general Machuca pide permiso a Morínigo para apresar al Comandante de la DC 1, apenas pise tierra paraguaya.
El dictador se niega a dicha medida “…en la creencia de que Benítez Vera tenía aún mucha autoridad en su unidad...”.
Benítez Vera entra por Itá Enramada. Sin esperar que nadie le repusiese, va directo a la Caballería, donde percibe que tiene oposición en dos de los tres regimientos. Al día siguiente, el general Vicente Machuca se ve forzado a presentar su renuncia.
La actitud de reponerse a si mismo fue considerada como alzamiento del Comandante de la Caballería contra las autoridades constituidas. Con esto, hizo crisis una serie de acontecimientos militares y políticos que se venían arrastrando desde hacia un tiempo.
En la madrugada del 9 de junio los oficiales del R.C. 1 y R.C. 2 desconocieron la autoridad de su Comandante. Asunción y alrededores se llenaron del conocido tableteo de las ametralladoras y explosiones de granadas de morteros, los que cesaron recién al amanecer.
El saldo fue la muerte de varios soldados y de los tenientes Pastore y Dálceno. Victoriano Benítez Vera junto con otros jefes y oficiales se asilaron en la Embajada del Brasil.
Las consecuencias inmediatas de estos sucesos fueron la derogación de la Ley de Prensa, de la tregua política y de la interdicción que pesaba sobre el Partido Liberal; el regreso de los exiliados, gobierno de coalición, la actuación pública del Partido Comunista.

El movimiento militar 
que permitió la apertura política 

Los sucesos en la Caballería ocurridos el 9 de junio de este año tuvieron consecuencias paradójicas. El Paraguay disfrutó, como nunca en su historia, de una “primavera democrática” que, sin embargo, terminó en la guerra civil conocida como la “revolución del 47”. 

Con esta acción se produjo el desplazamiento de la camarilla militar fascista del coronel. Victoriano Benítez Vera, Bernardo Aranda, Pablo Stagni, Marcos Fúster, Heriberto Florentín y otros, que significó el debilitamiento del Gobierno ante las presiones de los sectores populares y de los militares institucionalistas.
Como en otras épocas, la Primera División de Caballería era el centro del poder militar y político, de ahí que la caída de Benítez Vera fue fundamental para los cambios políticos que se producirían en pocas semanas más.
 
El objetivo final acordado por todas las fuerzas políticas y militares fue realizar una Asamblea Nacional Constituyente y, a partir de la misma, definir el nuevo Gobierno democrático que debía realizar las políticas para que el país deje de tambalear entre las dictaduras militares y proyectos autoritarios civiles.
Apenas producido este acontecimiento, la ciudadanía se moviliza y sale a la calle a manifestar su alegría. A la tarde del mismo día 9 se organiza un encuentro político frente al Panteón Nacional de los Héroes. El primer acto político que se realizó donde todos los sectores estuvieron presentes. Hablaron todos los sectores.

A partir de este momento, las fuerzas políticas, lucharon por consolidar las libertades que se iban conquistando; realizar la Asamblea Nacional Constituyente; libertad a todos los presos políticos.
En este marco político, actuaron todos los partidos y sectores sociales, que no solamente crecían en número de afiliados sino en influencia política entre la ciudadanía.

Un prisionero que meses después
puso fin a una débil primavera

El 25 de julio de 1946 se realizó en la Plaza Independencia un multitudinario acto del que participaron todas las organizaciones políticas. Se estaba dando la bienvenida a la apertura. 

El gran acto político se realizó con la participación de todos los partidos, más el concurso del Consejo Obrero del Paraguay y la Federación Universitaria del Paraguay (FUP).
El evento contó con una  presencia de aproximadamente unos 10.000 ciudadanos, hecho que confirmó el nuevo período cívico que se iniciaba, luego de la caída del sector más reaccionario del ejército que apoyaba al general Higinio Morínigo.
 
En representación del Partido Liberal habló el reconocido dirigente Carlos R. Centurión; Víctor Ojeda lo hizo en nombre del Partido Revolucionario Febrerista.
Haciendo una de sus primeras apariciones en público, Obdulio Barthe desarrolló una posición acorde con la línea del Partido Comunista Paraguayo, al que representaba.
 
Timoteo Ojeda subió al escenario en nombre del Consejo Obrero del Paraguay y el presidente de la FUP, Raimundo Careaga, dio la bienvenida y analizó la nueva situación que vivía el país.
Pero realmente la disertación desarrollada por el intelectual colorado Hipólito Sánchez Quell quedó registrada para la historia cuando señaló “… el dictador ya no es más el dictador. El dictador es el prisionero de un gabinete democrático…”, refiriéndose al presidente Higinio Morínigo.
 
Todos los discursos fueron coincidentes en cuanto al inicio de una nueva realidad que tenía como principal objetivo el llamado a una Asamblea Nacional Constituyente y a la instauración de un gobierno democrático y al  funcionamiento de las instituciones de un Estado de Derecho.
El entusiasmo, las ganas y las fuerzas que todos los protagonistas pusieron para alcanzar aquellos objetivos no fueron suficientes. Formado el gabinete democrático, con colorados y febreristas, se puso en funcionando la división de las fuerzas democráticas y, en consecuencia, la debilidad de la oposición.
 
Perdidos en los efímeros encantos y desencantos del gobierno, febreristas y colorados no dejaron de pelear por insignificancias políticas. Mientras tanto, el astuto y hábil Higinio Morínigo jugaba su partido con el objetivo de mantenerse en el gobierno y desprenderse de todos los protagonistas que planteaban una sociedad democrática, transparente y participativa.
 
Esta experiencia enseña que no se trata de estar en el gobierno, sino de contar con las fuerzas y herramientas para realizar cambios necesarios para la sociedad.

Luego de años de persecución a los liberales,
retornó uno de los grandes caudillos, José P. Guggiari
Simpatizantes de los partidos colorados y febreristas, esperaban a los liberales, armados con piedras y garrotes.

Si bien la dictadura de Morínigo fue represiva con todas las organizaciones políticas (a excepción de los simpatizantes del partido colorado), los liberales llevaron en este período la peor parte.
 
El partido liberal estaba afectado por el decreto de la tregua política, pero en abril de 1942, el gobierno decidió disolverlo y lo declaró fuera de la ley, sobre la base de una patraña descabellada que nunca pudo ser demostrada.
 
Supuestamente en documentos secretos de la diplomacia argentina había evidencias sobre negociaciones de los liberales con el gobierno boliviano para derrocar a Higinio Morínigo.
 
Y que a cambio replantearía la cuestión de la frontera con dicho país. El famoso “Libro Blanco” en el que constaban tales “evidencias” nunca apareció, y Morínigo no se preocupó por investigar tan grave acusación. 

Se limitó a tomar la determinación de dejar fuera de la ley al Partido Liberal, acusándolo de alta traición a la patria.
Muchos testimonios calificados dan cuenta del profundo desprecio que el dictador Morínigo sentía hacia los liberales. La proscripción fue más producto de esto que del cuento del acuerdo con los bolivianos. La medida se llevó a cabo siendo Ministro del Interior el Cnel. Luís Santiviago.
 
De acuerdo con versiones de la diplomacia norteamericana, el Partido Liberal en aquellos años era la fuerza política más poderosa, por contar con experimentados dirigentes, ser muchos de los miembros personas de mucho dinero, y su elevado nivel de organización.
Con el decreto del 26 de abril de 1942 se acentuó la persecución a los liberales, aunque en esa época ya sus principales líderes estaban en el exterior. El Dr. José Patricio Guggiari, vivía apretadamente, fabricando trapos de piso en el garaje de una casa en Buenos Aires.
 
El dictador Higinio Morínigo con los colorados mantuvo una política diferente, de aproximación. No obstante, presiones militares imposibilitaron el acuerdo, pese a que los colorados aplicaron una línea de acercamiento y colaboración con el gobierno.
 
La historia con los febreristas fue diferente. El gobierno quizo llegar a un entendimiento con ellos, pero fue el propio líder febrerista, el coronel Rafael Franco, el que puso resistencia. Sólo iría a negociar, decía, sobre la base de su presidencia.
 
El 14 de agosto, atracó en el puerto de Asunción el barco que trajo de regreso al país del líder de los liberales, miles de adherentes del Partido Liberal se concentraron en el lugar.
Después de descender, la manifestación se dirigió al Panteón Nacional de los Héroes, donde se produjo un fuerte enfrentamiento con un grupo de alrededor de 300 jóvenes colorados y febreristas, quienes esperaban a los liberales, armados con piedras y garrotes.
 
Los liberales reaccionaron ante la agresión, y si no fuese por la intervención de los efectivos de la Policía, el incidente pudo haber terminado con trágicos resultados.
Arturo Mena, de filiación febrerista, presidente por entonces de la Federación de Estudiantes Secundarios, admitió que durante los días previos a la llegada del dirigente liberal, tanto jóvenes colorados como febreristas recorrieron los colegios para preparar el “recibimiento” a quien era considerado como el principal responsable de la desgracia del 23 de octubre.
 
Fueron jóvenes de ambos partidos los que protagonizaron el enfrentamiento, y entre los que se mostraron más activos estaba Numa Mallorquín.

Los meses de la apertura democrática  

Durante todo el segundo semestre de 1946, se dio una febril actividad política, sucediéndose los actos, concentraciones y marchas, en las plazas públicas y en las calles de todo el país, sobre todo en la capital.
Colorados, liberales, febreristas y comunistas se atribuían en sus intervenciones el mérito de haber liderado los sucesos de junio, con lo que se dio la apertura. Los encendidos discursos, no obstante, tenían un rasgo característico, se hacían gruesas acusaciones unos a otros, revigorizando las viejas rencillas entre los dirigentes de los partidos y movimientos sociales.
 
Es cierto que, por un lado, el comportamiento de los dirigentes y activistas políticos se justificaba, pues se salía de un prolongado silencio forzado, pero, también es cierto, por otro, que primó la intolerancia y la agresividad recíprocas.
La situación era tal, que el 20  de agosto se divulgó un extenso comunicado de las Fuerzas Armadas, firmado por el Comandante en Jefe, general Vicente Machuca, en el que se advertía sobre que no se toleraría excesos.
 
Las Fuerzas Armadas exhortó a los partidos a “…que ejerciten sus derechos políticos con sosiego y mesura para que las preciadas libertades que la democracia garantiza no sean frustradas con actuaciones anárquicas o perturbadoras: conducirse de otro modo implicaría propósitos que retardarían los anhelos de normalización…”
Los militares estaban descontentos, sobre todo, con las menciones despectivas que se hacían contra algunos de sus cuadros en las manifestaciones públicas.
 
Durante la dictadura, sin embargo, decían los políticos, los militares tampoco habían guardado sosiego y mesura.
Un incidente que puso plenamente en evidencia los elevados niveles de intolerancia que reinaba por entonces estuvo dado por el atraco al diario El País, cuyas maquinarias fueron  prácticamente destruidas durante la madrugada del 5 de setiembre.
 
Desde que se había iniciado la apertura, El País se había puesto enteramente a favor del proceso, advirtiendo sistemáticamente sobre la necesidad de tomar todas las medidas necesarias para garantizar una justa electoral transparente para la Constituyente.
La prédica del diario disgustó a algunos sectores y la consecuencia fue el atraco al periódico. El incidente dio lugar a generalizadas manifestaciones de repudio de la ciudadanía.

El año que el mes de setiembre 
fue de los comunistas

Desde el 10 al 25 de setiembre de 1946, los comunistas se adueñaron de las calles de la capital. Plazas y esquinas servían para la realización de mitines.  

Alfonso Guerra, prominente dirigente del Partido Comunista en la época recuerda que durante los actos “…se colocaba una mesa cerca del escenario, donde concurrían a llenar las solicitudes de afiliación las personas interesadas...el partido llegó a tener 12.000 afiliados…”.

La presencia de los comunistas en el seno de los sindicatos era inequívocamente predominante, y en esos tiempos nadie dudaba sobre su fuerza política efectiva.
Los discursos de sus dirigentes y activistas, sin embargo, eran particularmente duros, por lo que en el marco de esa intensa campaña de setiembre, el Ministerio del Interior dictó una resolución disciplinaria contra el partido, prohibiéndole por el lapso de un mes realizar actividades.
 
El hecho llevó a que se produzca un encuentro entre el ministro del Interior, Gral. Amancio Pampliega, y el dirigente comunista Augusto Cañete.
 
El Gral. Pampliega refiere que durante la entrevista, Cañete le explicó que en algunos de los sucesos el lenguaje utilizado se debía a la escasa formación de algunos cuadros obreros.
La justificación no convenció al militar, pero, de todas maneras, el Ministerio autorizó la prosecución de la salida del períodico oficial de la agrupación política, así como la realización de encuentros dentro del local del Partido, previa comunicación a la Policía, con 24 horas de antelación.
 
Desde el punto de vista legal vigente, estaba proscrito todo partido que promoviese la lucha de clase. Pero el año 1946 fue muy especial, y sobre todo fue especial el punto de vista de algunos de los propulsores de la apertura (como el Gral. Pampliega), que no solo aceptaban la participación política de los comunistas, sino que admitían la posibilidad de que los mismos integren el propio gobierno de coalición.

Cuando un discurso de Obdulio Barthe
dejó cautivado a los encarnacenos

El tren en el que viajaba se descompuso en Carmen del Paraná.
De ahí llegó caminando para participar del acto.


La efervescencia política, también se contagió en las ciudades del interior de la República. Así, Encarnación fue uno de los lugares que movilizó miles de ciudadanos para escuchar vibrantes discursos de los líderes.
En el mes de setiembre de 1946 se produjo un hecho inédito en el historial político. Los simpatizantes del Partido Comunista Paraguayo organizaron un gran acto en pleno centro de la ciudad. Montaron un escenario en la calle Mcal. Estigarribia casi Iturbe, a mitad de cuadra, frente a un hotel llamado Palma.
 
Como uno de los oradores estaba anunciado Obdulio Barthe, quien salió de Asunción en tren. Pero cuando el ferrocarril llegó a Carmen del Paraná tuvo un pequeño percance que su reparación iba a demorar unas horas, situación que iba a imposibilitar que Obdulio llegara para la hora fijada a la gran concentración, tomó su pequeño equipaje y se lanzó a caminar por la vía y llegó a Encarnación sin ningún problema.
 
Barthe subió al escenario, en el que previo a su discurso, pidió a los presentes guardar un minuto de silencio en memoria de los fallecidos en la catástrofe del ciclón. Acto seguido, comenzó su discurso, interrumpido a cada momento por aplausos y gritos de los jóvenes estudiantes de la Escuela Normal.
 
Obdulio se caracterizó por la brillantez de su oratoria que fascinaba a los jóvenes. Muchos de estos, hoy adultos mayores, que en su mayoría en el presente dicen que son colorados, fueron fervientes seguidores de los líderes del Partido Comunista que por acomodos a los nuevos tiempos niegan haber pertenecido a este partido.

Oscar Creydt

Quería “la multitud inmensa
donde el hombre es amigo”

No acató ningún dogma, ninguna esquematización, ninguna verdad absoluta.

Este año retornó a Asunción en la Primavera democrática y el Partido Comunista Paraguayo actúa públicamente; encabeza mitines, donde solicita la efectiva democratización del país.
Creydt fue uno de los pocos pensadores paraguayos cuyo proceso intelectual, como ser crítico no se quedó en el esquematismo, ni en la fórmula eterna; pensó permanentemente, de acuerdo a los nuevos registros de la historia y cambia, evoluciona y revoluciona las situaciones precedentes, buscando ir más allá.
Fue uno de los pocos pensadores revolucionarios en la historia y de la historia del Paraguay y del mundo que le tocó vivir. Rompió con el esquematismo, vivió y pensó su tiempo, sin dejarse encasillar por los casilleros ideológicos.
 
Oscar Creydt fue uno de los dirigentes políticos de gran protagonismo en la lucha por la democracia en el Paraguay que no es recordado, no hay mucha información sobre él.
Casi no hay nada escrito sobre el documento “trabajar con la masas en profundidad y a largo plazo aparecido en la década del 60, en el que Creydt baja un enfoque diferente al de la lucha armada de enfrentamiento con las fuerzas dictatoriales.
Creydt no acató ningún dogma, ninguna esquematización, ninguna verdad absoluta a priori, salvo la dialéctica de la historia abierta por la dinámica de las fuerzas sociales en permanente movimiento.
 
Fue un gran revolucionario, hasta ahora sus escritos nos muestran el futuro y no el pasado. Sigue vivo mirando y mostrando el camino hacia delante. Creydt no murió, porque nunca se dejó atrapar por ningún cementerio de vacas sagradas, porque nunca se dejó atrapar por ningún ataúd de gloria, porque nunca se dejó atrapar en ningún espacio de poder. Prefirió vivir la historia soñando.
 
No se conoce sobre su capacidad de dirigir la organización política. Lo que nadie puede discutir es que cuando uno se ubica en la investigación de la historia política de nuestro país, no puede dejar de estudiar muchos de los textos escritos por Oscar Creydt a lo largo de su inmensa vida política e intelectual.

Esta situación duraría apenas seis meses, al cabo de los cuales el Paraguay retornó el camino del autoritarismo. Previamente, estalló una desastrosa guerra civil que tuvo la misma duración que el sueño democrático.

El discurso pronunciado en el puerto de Asunción

“…Compatriotas, camaradas: En nombre de los exiliados que hoy retornamos a la patria liberada, agradezco esta grandiosa y vibrante demostración de solidaridad popular con los combatientes de la democracia perseguidos por la dictadura..
 
…Entendemos que en esta gigantesca fiesta del pueblo no es una persona la que recibe el homenaje: hay un solo homenajeado y es el pueblo paraguayo con su lucha irreductible..
…Saludo a este pueblo indomable, a este pueblo que no sabe capitular, que pudo ser aniquilado en 1870, que sufrió adversidades, tiranías e infortunios, pero que jamás se ha dado por vencido y siempre ha resurgido de su postración, aplastando a sus enemigos y opresores…”


Fuentes: La Primavera democrática del ´46 – Enciclopedia histórica del Paraguay del diario la Nación y escritos de Alcibíades González Delvalle, Antonio V. Pecci, Antonio Carmona y Carlos Pérez Cáceres publicados en Revista Dominical y el Correo Semanal del diario Última Hora publicado en el libro 22 de Septiembre FBC, un siglo en la historia - desde la página 634.
 
Estalla una de las peores revoluciones
que dejaría 3500 muertos y miles de exiliados

La guerra civil del 47 al decir del historiador Alfredo Seiferheld, dividió al país en vencedores y vencidos.

Ocurrió doce años después de la finalización de la Guerra por el Chaco.

El análisis de las causas de dicho conflicto bélico es fundamental para comprender el proceso histórico de la segunda mitad del siglo XX.


La guerra civil del 47 es quizá el suceso contemporáneo más doloroso ocurrido en nuestra vida social y política por su nefasta consecuencia que dejó en el país.
 

La necedad de los dirigentes políticos de la década del ´40 hizo que a tan poco tiempo de la contienda chaqueña, el país se hundiera primero en una crisis política, que arrancaría con la instalación de la dictadura del general Higinio Morínigo que terminaría en la desastrosa guerra civil.
 

Estudiosos estiman en cinco mil las bajas totales en ambos bandos. Además, alrededor de 3500 opositores fueron encarcelados y torturados en condiciones infrahumanas.
 

Pero lo más grave es el éxodo de miles de compatriotas rumbo al exilio, muchos de los cuales representaban lo mejor del pensamiento y de la cultura de nuestro país. Se producía la fractura del país en dos mitades de su población, la del Paraguay del exilio y la del interior, con débiles lazos de comunicación entre las partes, sino prohibidos.
 

Como principio del absurdo enfrentamiento entre paraguayos, los historiadores establecen el 10 de enero, día que renunciaron los ministros febreristas (decisión asumida de manera aislada y sin realizar consultas con las otras fuerzas de la oposición).

A partir de la fecha, estos fueron 
los principales acontecimientos

11 de enero de 1947, el general Higinio Morínigo convoca en Mburuvichá Roga a los comandos de grandes unidades para tratar la crisis política.
Se resuelve por mayoría integrar un Gabinete exclusivamente militar, poniendo fin a la coalición con los colorados y febreristas y a convocar a elecciones generales.


El 13 de enero de 1947, desconociendo la voluntad de sus camaradas y con el apoyo de la Caballería, el dictador, Gral. Higinio Morínigo reestructura su gabinete solo con el partido colorado. Aprovechó la renuncia de los febreristas para deshacerse de los opositores. Fuertes críticas opositoras y movilizaciones populares de protesta. Malestar en el ejército.

Cuando se conformó el Gabinete colorado/militar la visión que se impone en la oposición es, justamente que el proceso político volverá a tener las características de los primeros 6 años de gobierno de Higinio Morínigo.
Se estableció el estado de sitio, se cercenaron las libertades públicas, se apresó a todo el directorio liberal y los dirigentes franquistas y comunistas tuvieron que huir al exilio.
 

La desazón y el pesimismo se apoderaron de los dirigentes políticos. Para los militares institucionalistas – contrarios a Morínigo – con la conformación del Gabinete colorado/militar se evidenció una vez más, la mediocridad gobernante que tenía el país y, en consecuencia había que aprovechar esa oportunidad e imponer un nuevo orden.
 

El entusiasmo, la decisión de tener en claro el panorama y la ocasión se apoderaron de los oficiales jóvenes y legalistas. El espacio del gabinete de coalición había demostrado que esa vía no era posible con el camandulero Morínigo.
 

Y es por ello que ya no había salida alguna para una metodología que no fuera la de sublevarse y enfrentar a las fuerzas del gobierno.
 

El 7 de marzo, a las 10:30 de la mañana, una veintena de hombres civiles armados, febreristas y comunistas atacan el Departamento Central de la Policía. El Jefe de la unidad, mayor Rogelio Benítez, cae gravemente herido. La tentativa de los atacantes son repelidos. Hubo muertos, heridos y en su gran mayoría detenidos.
No se logró debilitar al gobierno, muy por el contrario, creó un estado de inicio de una represión más sistematizada contra los febreristas y comunistas. Muchos opositores tuvieron que salir del país o pasar a una severa clandestinidad.
 

El 8 de marzo, un día después del ataque al Departamento Central de Policía, militares a cargo del capitán Bartolomé Araujo y del mayor Cesar Aguirre deciden sublevarse contra el gobierno del general Higinio Morínigo.
Unidades del ejército con asiento en Concepción liderados por el comandante Cesar Aguirre y el mayor Bartolomé Araujo, inician la sublevación contra el gobierno demandando la democratización del país, se le unen la guarnición de Puerto y el Comando del territorio Militar del Chaco con el Tcnel. Fabián Saldivar Villagra a la cabeza.
 

3 de abril, se forma una Junta Militar en Concepción, integrada por los tenientes coroneles Fabián Saldivar Villagra y Aureliano Mendoza. Fuerzas revolucionarias ocupan la ciudad de Alberdi.
 

27 de abril, los oficiales de la Marina se sublevan y luego de duros combates en el puerto resultan arrinconados, con un saldo de 64 muertos y 175 heridos, la mayoría de ellos civiles.

9 de mayo, los cañoneros Paraguay y Humaitá pasan a manos de los revolucionarios.
 

12 de mayo, la Corte Suprema de Justicia recibe una carta donde unos 1.500 presos políticos denuncian infrahumanas condiciones de vida.
 

11 de junio, tropas revolucionarias al mando del coronel Alfredo Ramos atacan el poblado de Tacuatí, San Pedro.
 

30 de julio, unos 3000 hombres a cargo de los coroneles Rafael Franco y Alfredo Ramos inician en secreto el avance en barco hacia Asunción.
 

31 de julio, cae Concepción en poder de las fuerzas gubernamentales, la ciudad está vacía.
 

8 de agosto, aparecen el coronel Rafael Franco y sus tropas en San Lorenzo sobre la ruta Mcal. Estigarribia, avanzando hacia la capital.
 

9 de agosto, familias coloradas piden asilo en embajadas, mientras las tropas rebeldes se acercan a Asunción.

14 de agosto, el barco Tacuara de la Marina argentina desembarca armas en Asunción enviadas por Perón al gobierno de Morínigo.
 

15 de agosto, fuertes combates en Zabala Cué (Fernando de la Mora).
 

17 de agosto, tropas del gobierno avanzan sobre tropas revolucionarias, que comienzan a retirarse hacia Villeta.
 

18 de agosto, tropas del R.I. 14 irrumpen en Villeta, hasta la zona del puerto, disparando contra las fuerzas rebeldes hacinadas en la playa intentando cruzar el río. Cientos de muertos, entre ellos el capitán Juan Martincich.
 

19 de agosto,  unas 36 unidades de todo porte y calado, entre buques, chatas y lanchas de paseo, todas con banderas blancas de rendición, hacen su entrada a la bahía de Asunción.
 

20 de agosto, finalizan los combates con el triunfo de las fuerzas leales al gobierno de Morínigo. Miles de paraguayos van al exilio.

¿Por qué lucharon?

¿En qué se diferenció la Guerra Civil de 1947 de las del 1904 – 1911-1912, 1922-1923? - Dice el historiador Hérib Caballero Campos en un análisis publicado en el Correo Semanal del diario Última Hora.
 

“…Existía un ejército organizado que contaba con gran parte de su oficialidad profesionalizada; en segundo lugar, la alianza de gran parte del ejército, actor político desde el fin de la guerra por el Chaco con tres de los cuatro partidos políticos, con el fin de lograr elecciones libres y en igualdad de condiciones para la Convención Constituyente que modificase la Carta Política de 1940, que carecía de consenso de la sociedad…
 

…Se destaca la participación del Partido Comunista Paraguayo, defendiendo la ideología de clase, que fue legalizado en agosto de 1946 por primera vez…
 

…Con respecto a quienes sostienen que el bando “revolucionario” estaba influenciado por el militarismo – se conformó una Junta de gobierno Militar con sede en Concepción -, es un punto que no esculpa al sector gubernista que estaba encabezado por un general que había usurpado la presidencia…
 

…El aspecto democrático del bando insurreccionado se da en la alianza de los sectores tradicionales provenientes de la oligarquía terrateniente liberal con dos partidos antiliberales, el uno nacionalista, que mantenía un sector de derecha y uno de izquierda, la Concertación Revolucionaria Franquista que los había desalojado del poder en 1936; y el segundo que defendía la ideología marxista, y por lo tanto radicalmente opuesto a sus visiones económicas y sociales…
 

…Desde el punto de vista objetivo, lo lógico sería que el CRF se hubiese alistado a la ANR, pues tenían en común el nacionalismo y la reivindicación del agrarismo y su rechazo al sistema liberal, y así mismo hubiese ocurrido con el PCP, que se hubiese apoyado en la línea “campesinista y populista” del Partido Colorado…
 

…Eso no sucedió por el antagonismo que provocó el partido colorado durante la Primavera Democrática. Grupos de civiles armados, los Guiones Rojos, habían asaltado las imprentas donde se imprimían los periódicos El País, El Liberal y Adelante…
 

…Aparentemente todos los sectores conspiraban para quedarse con el poder, y los colorados hicieron la jugada anticipada, iniciando un período de persecución a sus rivales. Morínigo buscaba en esta pujas internas la posibilidad de retomar el poder en solitario...
 

…La victoria militar colorada de agosto de 1947 no trajo paz a la República, el consenso no existió…”

Los exiliados

Fueron al extranjero, con sus pocas pertenencias a buscar futuro que la intolerancia política les negaba, figura como Roa Bastos, Hérib Campos Cervera, Elvio Romero, Juan Bautista y José María Rivarola Matto, Néstor Romero Valdovinos y Oscar Ferreiro. A los que se sumaría Benigno Gabriel Casaccia Bibolini.
 

En el campo musical se daba el alejamiento de José Asunción Flores, Herminio Giménez, Francisco Alvarenga, Demetrio Ortiz, Ramón Maciel Romero y tiempo después, porque la diáspora continuaba, Carlos Lara Bareiro, Jacinto Herrera, Ernesto Báez, Nelly Prono y muchos más.
El ambiente cultural asunceno y el de la ciudades del interior directamente fueron truncados.


A estos debe sumarse el éxodo de cientos de dirigentes sindicales, jefes militares y líderes de los partidos políticos. Con lo que la vida social y gremial del país se empobreció notablemente. Se dio inicio a un largo período del partido único con la milicia a su servicio. Sistema que llevaría a su máximo nivel de perfeccionamiento el dictador Alfredo Stroessner.

Las funestas consecuencias
de este demencial enfrentamiento


Aunque los historiadores ven en la sublevación de los militares de Concepción el punto de partida de la guerra civil y los dirigentes políticos del sector democrático consideran este acontecimiento un lugar obligado para mostrar su capacidad de lucha y deseos de libertad, aún falta analizar en profundidad este proceso que tuvo como resultados terribles consecuencias tanto a nivel político como social y económico.
 

El exilio de la dirigencia, de los cuadros y militantes políticos, la praxis política en la clandestinidad, la ausencia de las fuerzas sociales para reivindicar derechos y mejores condiciones de vida, así como una sociedad quebrada y dividida, fueron algunos de los antecedentes que tuvieron vigencia y que influyeron, para que años después se instale en el país un proyecto más autoritario y dictatorial.
 

Esto debido principalmente a la maniobra realizada conjuntamente con los colorados y un sector de los militares, el 13 de enero, para la conformación de un gabinete compuesto por colorados y militares.

A partir de ese momento, el país se dividió en dos: por un lado, Morínigo apoyado por colorados, militares y los grupos de civiles armados (los pynandi); y, por otro, el sector llamado democrático que estaba integrado por febreristas, liberales, comunistas y un grupo de oficiales de las fuerzas armadas denominados institucionalistas.
 

Estos, además de plantear la salida de Morínigo del gobierno, reivindican un régimen democrático que sería instalado una vez que la Asamblea Nacional Constituyente defina las nuevas autoridades políticas.
 

Luego de seis meses de enfrentamientos, las fuerzas revolucionarias no pueden solucionar sus diferencias y en ataque sorpresivo llegan hasta Asunción sin poder finalizar el plan militar para hacerse del poder.
 

El general Higinio Morínigo, apoyado por las armas modernas entregadas por el presidente argentino Juan Domingo Perón, logró detener el avance de las fuerzas revolucionarias y derrotarlas a los pocos días de que estos llegaran hasta Asunción.


Conclusión

“…Todos actuaron invocando un sentimiento patriótico, aun cuando todos incurrieron en el error común de querer arribar a las soluciones por la vía de la violencia y de la imposición sectaria…
 

...La historia en su sentido de disciplina intelectual nos libera de la historia en su acepción usual de pretérito humano…
Liberarse de la historia es conocerla, admitirla y dejarla como lo que es, un hecho pasado consumado e irreversible, una fuente de experiencias que pueden servir de guía para encarar el futuro, para poder así avanzar por una senda más amplia, más justa, buscando un perfeccionamiento, un futuro mejor…” reflexiona Washington Aswell en su libro “Concepción 1947”.


Fuentes: Escritos de Antonio V. Pecci, Hérib Caballero Campos, Carlos Pérez Cáceres publicados en el Correo Semanal del diario Última Hora el sábado 10 de marzo de 2007.







 
 

lunes, 9 de enero de 2012

Ocurrió en Encarnación

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1973-Hechos y protagonistas de una trágica historia
      
Abriendo una herida dolorosa de la memoria
El comienzo de un año triste

El fuego del infierno en medio del río Paraná

La madrugada calurosa del lunes 8 de enero de 1973, fue escenario de una de las peores tragedias náuticas de las que tengan memoria encarnacenos y posadeños. Unas 38 personas murieron ahogadas o quemadas en el naufragio de la lancha de pasajeros “Pirizal”, mientras que apenas 22 pudieron salir, relativamente enteras, del infierno. Los recuerdos de algunos supervivientes aún hoy mantienen viva la imagen del fuego en el medio del Paraná y los gritos de las víctimas.
Un relato que las nuevas generaciones deben conocer. Fueron protagonistas importantes de este trágico hecho dos personas ligadas al 22 de Septiembre F.B.C., el arquitecto José Marcial Caballero, dueño de la embarcación, y el patrón Domingo Amarilla Yunis, quién fuera jugador del decano y gran voleibolista.
En el incendio de la embarcación y posterior naufragio de la lancha de pasajeros “Pirizal” ocurrido en medio del río Paraná frente a Posadas y Encarnación, murieron ahogadas unas 38 personas.
El diario El Territorio de la ciudad de Posadas en su edición del martes 9 de enero de 1973, publicó en sus páginas gran cantidad de información relacionada con esta terrible tragedia que enlutó a numerosas familias argentinas.
Decía “…Desde las primeras horas del día de ayer se viven en nuestra ciudad horas de intenso dramatismo y de gran consternación, con motivo de la tragedia desencadenada en aguas del Paraná al incendiarse –y posteriormente hundirse– la lancha de bandera paraguaya “Pirizal” que conducía aproximadamente a sesenta personas a  bordo, que regresaban de la vecina ciudad de Encarnación luego de concurrir al casino que ahí funciona…”
La crónica registra en detalles todo lo concerniente al siniestro. Según la lista respectiva, el pasaje estaba compuesto de cincuenta y siete personas a lo que debe agregarse dos más que formaban la tripulación.

Ayer se produjo el más trágico accidente registrado en el río Paraná, frente a Posadas

El incendio de la lancha “Pirizal” causó muertos, heridos y desaparecidos

Así con este título de portada, el diario El Territorio destacaba la tragedia en su edición del martes 9 de enero de 1973.
La crónica del mencionado matutino posadeño se escribió así: “…Pocos minutos después de zarpar la lancha “Pirizal” del puerto de Encarnación, a unos 1000 metros de la costa paraguaya, con 57 pasajeros y dos tripulantes a bordo, siendo las 2:30 de ayer, por causa aún no bien esclarecidas, se incendió repentinamente, cobrando las llamas rápido incremento.
La nave, que efectuaba el servicio del Casino de Encarnación, a pocos segundos ardía de popa a proa, debido a la pérdida de nafta acumulada en la sentina. La embarcación, de 10 metros de eslora y 2,50 de manga tenía capacidad para 75 pasajeros.
Divisadas las llamas desde la costa argentina, a las 2:35, salió la lancha patrullera L.P. 211 de Prefectura Naval Argentina, con el correspondiente personal de la repartición. Mientras tanto, la lancha siniestrada se desplazaba al garete, a una velocidad de 8 a 10 kilómetros por hora. Muchos de los sobrevivientes que se tiraron al agua fueron recogidos por la lancha patrullera.
A las 2: 40, salió otra lancha a cargo del prefecto principal Pío Estanislao Flores. Varios sobrevivientes fueron avistados en la zona del club náutico Pirá Pyta y el Balneario Municipal. Otros pudieron salvarse en la Isla del Medio y algunos en la costa paraguaya. Hasta las 16:00 horas del día lunes 8 de enero, se constató un total de 23 sobrevivientes y siete cadáveres y, los pasajeros restantes, desaparecidos.
Antes de zozobrar la lancha siniestrada, y a raíz de los gritos, personal de Prefectura constató que en la popa había más sobrevivientes que fueron rescatados, gracias a la valiente actitud del cabo 1º Raúl Rivero, que casi perdió la vida.

Para empeorar la situación, una fuerte tormenta 
se desató al momento del naufragio

Peligrando seriamente la tarea de rescate, a las 3:05 se desató una tormenta que en determinado momento alcanzó una velocidad de 100 kilómetros por hora, e hizo que la lancha de prefectura diese contra los juncales de la costa, en peligrosa situación, debido al oleaje que se levantó y la lluvia que comenzaba a caer intensamente. Cuando amainó algo la tormenta pudieron proseguirse las tareas de búsqueda de supervivientes.
A las 4:45, en la unidad local de Prefectura, se recibió una llamada telefónica del Gobernador de la Provincia, Brigadier Mayor (R) Ángel Vicente Rossi, quien se interesó por lo acaecido y puso a disposición todos los medios.
Colaboró también Gendarmería Nacional, a través del comandante principal Bassi, quien puso a disposición una lancha que, junta a las de Prefectura, realizaba la búsqueda. También colaboró el cuerpo de Bomberos, La Dirección General de Defensa Civil y otras autoridades, como así también numerosos particulares, en especial del Club Pirá Pytá.

Rol de pasajeros

La nómina de pasajeros registrados de zona de Encarnación, es la siguiente: José Pantreli, Gladys Domínguez, Elena Azuaga, María  Lodol, Elida Ortega, Eduardo Brun, Leopoldina Rodríguez, María Dolores López, Juan Adorno, Ramón Cáceres, Oscar Ridy, Roberto Peñaloza, Emilio Slenis, Ubaldo Benítez, María Arce, Roberto (no se consignó el apellido), Obdulio Gutierrez, Oscar Segovia, Aurelio Borja, Mercedes Espinoza de Sforza, María Espinoza, Alejandrina Espinoza, Miguel Díaz, Marcos Benítez, Isaac Cohen, Justo Ulloa, Cesar Braga, Erna Laszeski de Rottoli, Miguel Badillo, Dora Basilio, Elida Milde, Segundo Gorosito, Cesar Obregón, Juan Villalba, Heriberto Ayala, Adolfo Borano, Guillermo Camino, Miguel Montecino, Oscar Bressa, Miguel Navas, Juan Donachelli, Higinio Peroni, María Machado, Julio Ceballo, Oscar Dergio, Elida Esunka, Nelly López, Sara Ocampo, Juan López, Ana Zaracho, Ángel Brítez, Juan Montero, Julio Gorosito, Marcos Cáceres, Gerardo Bazani, María y Amalia Fugistaler y los tripulantes Domingo Amarilla y Bienvenido Céspedes.
Según trascendió, se encontraba también entre el pasaje María Barsall y Juan Reinaldo Ballon. Según se pudo saber más adelante, hubo otras personas a bordo de la lancha accidentada que no figuran en la lista oficial y cuyo número oscilaría entre 5 ó 6 personas. Según algunos testigos, al hundirse la lancha, varias personas a bordo, debido a que tenían graves quemaduras, presumiblemente esto le impidieron ponerse a salvo.

Comienza la tarea de la búsqueda de sobrevivientes

Durante todo el día de ayer (lunes, 8 de enero), prosiguió la búsqueda de sobrevivientes y cadáveres, con diversos medios. A las 11:00 concurrió a la sede de la unidad local de Prefectura, el Gobernador Rossi para interiorizarse personalmente de detalles del salvamento. Lo acompañaron en la oportunidad, el ministro de Bienestar Social y Educación, doctor Miguel G. Soto y su secretario privado, Horacio Charón. Estuvo presente, además, el Subsecretario de Salud Pública doctor Francisco S. Flores.
El jefe de la unidad local de Prefectura, prefecto Flores, detalló al Gobernador los pormenores de las tareas de rescate. El Brigadier Rossi, a su vez, impartió instrucciones para que todos los medios del Estado Provincial sean puestos a disposición de la Prefectura, inclusive el helicóptero de Aeronáutica Provincial, que debido al mal tiempo reinante, recién pudo iniciar la ayuda pocos después del mediodía.
Mientras tanto, numerosas personas se hacían presentes en Prefectura, tratando de localizar familiares entre los accidentados e identificando a los fallecidos, habiéndose producido escenas de hondo dramatismo, como así también, en algunos casos, de alegría, a medida que llegaban sobrevivientes.
Participaron del operativo tres lanchas de Prefectura, una de Gendarmería Nacional y 10 embarcaciones particulares, especialmente de socios del Club Pirá Pytá. Durante todo el día, por medio de familiares, se trató de establecer con exactitud el número de sobrevivientes.
En hora de la tarde, colaboró también un avión piloteado por el aviador Negrete.


CONMOCIÓN EN LA CIUDAD DE POSADAS

Desde las primeras horas de ayer se viven en nuestra ciudad horas de intenso dramatismo y de gran consternación, con motivo de la tragedia desencadenada en aguas del Paraná al incendiarse –y posteriormente hundirse– la lancha de bandera paraguaya “Pirizal” que conducía aproximadamente a sesenta pasajeros a bordo, que regresaban de la vecina ciudad de Encarnación luego de concurrir al casino que ahí funciona, Decía en las páginas de El Territorio en la edición del miércoles 10 de enero.
La crónica registra en detalles todo lo concerniente al siniestro, aunque, obviamente los datos no pueden ser completos hasta tanto continúen las intensas tareas de rescate dispuestas por Prefectura Naval.
Con la colaboración de otras reparticiones oficiales y también gran cantidad de voluntarios que acudieron de inmediato, como es habitual en estos trances desgraciados, a ofrecer su aporte de solidaridad y ayuda para reforzar la búsqueda de sobrevivientes y la eventual recuperación de los cuerpos de quienes fueron desafortunadas víctimas, cuyo número se teme sea bastante elevado.
Según la lista respectiva, el pasaje estaba compuesto de cincuenta y siete personas a la que debe agregarse dos más que formaban la tripulación. Hasta el momento de escribir estas líneas, se había informado oficialmente del rescate de veintitrés sobrevivientes y de cinco cadáveres, todos identificados.
Cabe presumir, no obstante, que viajarían algunas personas más no incluidas en la lista, como ocurría frecuentemente en estas travesías nocturnas. De ser así, el número de desaparecidos ascendería a más de treinta, cifra que habla con cruda elocuencia de la magnitud del desastre, sin igual en este itinerario entre Encarnación y Posadas, de permanente e intenso tráfico fluvial…”


Incesante búsqueda de las víctimas de la tragedia

En la edición del diario posadeño del miércoles 10 de enero, se describía la situación de esta manera: “…Durante toda la jornada de ayer y a través de diversos organismos oficiales y privados, que trabajaron en forma conjunta, se realizaron las tareas de localización de las víctimas del naufragio de la lancha paraguaya “Pirizal”, acaecido en horas de la madrugada del lunes en circunstancias conocidas.
El operativo se centró, en principio, en poder determinar probables sobrevivientes entre las personas dadas por desaparecidas pero, a medida que transcurrían las horas, las esperanzas de amigos y familiares que permanecieron en inmediaciones de Prefectura del puerto local, iban desapareciendo.
Por lo contrario, comenzó un macabro desfile de cuerpos, ya sin vida, que iban siendo rescatados de las crecidas aguas del Paraná y transportados por aire y por agua hasta dependencias de la citada repartición para su posterior reconocimiento…”


DIFICULTADES

Sigue diciendo El Territorio que “…Desde las seis de la mañana salieron las embarcaciones a recorrer el río, aguas abajo. Sumaban alrededor de 25, entre patrulleras de Prefectura, de empresas privadas e integrantes del club náutico Pyrá Pyta, que cumplieron esforzadas labor con sus lanchas con motor fuera de borda. También se unieron el helicóptero de la Dirección Provincial de la Aeronáutica, piloteado por Juan Cesar Maluff y aviones del Aéreo Club de Posadas.
El mal tiempo impidió, en los comienzos, el desplazamiento de las naves pero, a medida que avanzaba la mañana, el cielo se iba disipando, mientras comenzaron a llegar los primeros cadáveres. Aproximadamente a las 10 fue desembarcado el de Emilio Fleuri, argentino de 40 años; a las 11 se hizo lo mismo con el de José Pentrelli, argentino de 31 años. Ambos fueron reconocidos por familiares y trasladados del lugar en sendos furgones.
A esta altura era dable observar cómo hombres de Prefectura trabajaban con máscara, ya que los cuerpos habían comenzado a descomponerse. Pocos minutos después, atracó en el muelle una lancha de Gendarmería Nacional, trayendo otro cadáver, perteneciente a una persona de sexo masculino que luego fue identificado como Marcos Benítez, argentino de 58 años, que presentaba numerosas quemaduras.
A las 13 y 10, ante notoria expectativa del numeroso público reunido, arribó el helicóptero de la Dirección Provincial de Aeronáutica, transportando dos cuerpos sin vida que venían suspendidos de la máquina, lo que configuraba un cuadro realmente impactante.
Lentamente se aproximó a tierra, depositando primero la macabra carga que fue retirada por los marineros, para luego descender. De inmediato, el piloto Maluff fue abordado por los periodistas, informando que los dos cadáveres (un hombre y una mujer) habían sido hallado por las embarcaciones del Pirá Pytá en las cercanías del refugio “Ombú”, lo que hizo suponer que los patrullajes se estaban efectuando a 60 kilómetros aguas abajo.
Asimismo, indicó que el río se encontraba muy crecido y arrastraba numerosos objetos y troncos, lo que dificultaba notoriamente la localización de los cuerpos, confirmando que no se habían notado vestigios de sobrevivientes, ni en ambas costas ni en las islas, que fueron sobrevolados repetidas veces…”

Afirmó el patrón Domingo Amarilla:
La lancha “Pirizal” estaba en perfectas condiciones

“…Pausadamente, como cuidándose de lo que afirmaba, con evidentes signos de alteración, Domingo Amarilla (Cambá viejo), paraguayo de 42 años, patrón de la Pirizal fue desgranando algunas frases frente al cúmulo de preguntas de los periodistas que lo abordaron ayer a la mañana cuando fue reconocido en dependencia de Prefectura Nacional, dijo que el incendio se produjo dentro de la embarcación y esta comenzó a arder intensamente.
Amarilla afirmó repetidas veces que la lancha siniestrada se encontraba en perfectas condiciones de navegabilidad, indicando que estaba construida de lapacho y que medía 13.50 metros de eslora, por 3, 00 de manga, con un motor Packard 8 cilindros modelo 1962, de 40 HP. Tenía una capacidad para 62 personas sentadas y llevaba 63 salvavidas y 5 granadas anti–incendio, de las cuales fue utilizadas únicamente una.
Al respecto, el patrón afirmó que permaneció a bordo casi una hora y media, tratando de salvar al pasaje, versión que no coincide con las dadas por el personal de prefectura que participó del salvataje, quienes indicaron que la Pirizal se hundió aproximadamente a los 45 minutos de producirse la primera explosión, entre las islas del medio y Tatayndy.
A otra pregunta sobre la antigüedad de la embarcación, Amarilla  contestó que tenía tres años y que hace solamente 20 días había sido inspeccionada por las autoridades paraguayas, sin embargo, noticias procedentes de Asunción, recogidas por un cable de la agencia AP, consignan que la misma fue construida en 1957 y reacondicionada hace poco tiempo. Era propiedad del Arquitecto José Marcial Caballero, quien a su vez la había adquirido de Juan Ramón Ramírez.
En cuanto al origen del siniestro, Amarilla dijo desconocerlo, expresando: el motor andaba muy bien, yo no percibí pérdida de nafta. Tampoco Amarilla pudo precisar el número exacto de pasajeros, pues siempre en estos casos suben muchas personas que llegan a último momento y los propios marineros le permiten subir, dijo finalmente.

El Territorio – 10 de enero de 1973 - página 6.


Los protagonistas del drama y algunas de sus impresiones

Luego de producirse el siniestro, a las 2:30 salió con la primera lancha de Prefectura, al lugar de la lancha incendiada, salvando a 12 personas y rescatando un cadáver. Luego, se dirigieron lentamente a la costa argentina, debido al exceso de personas y dejaron a los salvados en el club Pirá Pytá, aproximadamente a las 2:50.
Nuevamente se dirigieron a la embarcación que estaba ardiendo, acercándose desde atrás hasta unos 20 metros. Al escuchar los gritos que salían de la lancha, procedió al rescate de un matrimonio y, más adelante, al joven Eduardo Brun, con el auxilio de un salvavidas circular.
Después, se desató una tormenta y tuvieron que atracar. Cuando calmó hicieron descender a los rescatados en el Pirá Pytä. La decidida acción de Rivero, junto con otros compañeros de Prefectura, permitió salvar a 21 personas.

Ampliando nuestra crónica del suceso, publicó El Territorio en la página 6, el día 9 de enero de 1973, “… hemos querido agregar el relato y las impresiones personales de algunas personas que vivieron el drama, uno de los salvadores y dos de los salvados.
En primer término, entrevistamos al jefe de la Prefectura Naval local, prefecto principal Pío Flores, quien presentaba evidencias de agotamiento, luego de la jornada de intensa actividad, que se iniciara cuando la embarcación estalló en llamas, ya que aproximadamente cinco minutos más tarde dos lanchas de Prefectura –yendo Flores a bordo de una de ellas– se dirigieron al lugar del siniestro.
El prefecto principal Flores señaló su larga experiencia en salvataje, inclusive en catástrofes de mayor envergadura, pero dijo que por primera vez llegó mientras se desarrollaba el drama, presenció y escuchó sus alternativas. Afirmó que se trata de una tarea a la cual jamás llegó a habituarse, y que siempre hay una impresión como secuela.
Relató que el espectáculo era dantesco, y que lo más pavoroso eran los llamados de las víctimas pidiendo auxilio, todo ello agravado en su dramatismo por la inusitada intensidad de la tormenta que se desató.
En un momento determinado dijo; el viento llegó a arrojar a la lancha sobre los juncales de la costa hecho que hizo que al personal le resultara totalmente imposible operar. En este sentido afirmó haber adoptado providencias a fin de que las embarcaciones sean dotadas de cinturones de seguridad para obviar contingencias semejantes.
Respecto al comportamiento del personal a sus órdenes, puntualizó que se distinguieron por los actos de arrojo, ya que en más de una oportunidad corrieron serio peligro personal. Por medio de una información sumaria que se labrará, esta actuación quedará debidamente asentada en los antecedentes del personal.
Manifestó luego el deseo de destacar que, aproximadamente a las 4:45, el Gobernador Rossi se puso en contacto telefónico con Flores que se hallaba en la Prefectura coordinando las tareas que se desarrollaban para poner a su disposición todos los recursos al alcance del Gobierno Provincial.
Asimismo, destacó la colaboración de Gendarmería Nacional, de la Policía de Misiones, de la Junta de Defensa Civil, del Cuerpo de Bomberos, de médicos particulares que se presentaron espontáneamente. Luego, a los propietarios de las tres embarcaciones que se hicieron presentes en el puerto respondiendo al llamado radial que se lanzó (para lanchas de poco calado); el Club Pirá Pytä, que de inmediato dispuso afectar doce embarcaciones al operativo y el señor Negrete, que participaba de la búsqueda con su avión privado.
Por último el prefecto principal Flores precisó que en la víspera la búsqueda iba a proseguir hasta que desaparecieran las últimas luces del día, y que se reiniciaría hoy antes de despuntar el alba, puesto que parte del personal pernoctó directamente en Luján.
Prefectura ya ha alertado a Ituzaingó e Itá Ybaté a efectos de que permanezcan alertas e inclusive inicien la búsqueda de cuerpos que pudieran haber sido llevado por la corriente.
Posteriormente El Territorio se constituyó en el domicilio de Eduardo Brun (22 años, estudiante de Medicina). Refirió Brun, que presenta quemaduras de segundo grado en el cuerpo, que afortunadamente se hallaba en un sector descubierto de la popa de la embarcación, junto con otras seis o siete personas, cuando se produjo el siniestro.
Este hizo que el grueso del pasaje, que se encontraba  en el interior, se desplazase hacia la popa, por lo que no recuerda si se arrojó al agua o lo arrojó la aglomeración de los desesperados pasajeros. Sí, que la primera en arrojarse al agua fue una mujer joven y que logró tomar un salvavidas, pero se le fue arrebatado. Logró obtener otro, pero se hallaba en llamas, por lo que tuvo que arrojarlo al agua.
Dijo que a continuación se encontró en la popa de la lancha, junto a otras ocho personas, asido a la cadena del timón. Todos estaban bastante tranquilos, inclusive una señora. El viento, que soplaba en dirección a la proa, los favoreció disipando en otro sentido el calor de la conflagración, que ya abarcaba la mayor parte de la nave.
Idea que la relativa tranquilidad del grupo, según Brun, en ningún momento perdió la esperanza de salvación –la da el hecho de que todos se hayan avenido a distribuirse adecuadamente en la popa a efectos de equilibrar el peso, con la intención de prolongar un rato más la flotabilidad del casco, que se encontraba ardiendo.
Narró Brun que, justo cuando el fuego comenzaba a aproximarse a la popa, apareció una lancha de Prefectura, lo que motivó que dos o tres del grupo treparan al casco cuyo techo se había desplomado e hicieran señas agitando una camisa.
La lancha en todo momento evitó aproximarse al casco en llamas, por lo que el salvataje se demoró bastante. Cinco de los náufragos, que sabían nadar, se trasladaron por sus propios medios hasta la misma, quedando Brun junto con los que, en apariencia, era un matrimonio.
La lancha de Prefectura, finalmente se acercó más y un marinero provisto de un salvavidas los fue rescatando, Brun, último. Pocos instantes después pudo presenciar cómo los restos de la nave, aún ardiendo, desaparecen de la superficie.
El momento del salvataje virtualmente coincidió con la iniciación de la tormenta, lo que causó inconvenientes mayores. Luego, el oleaje cobró tal intensidad y posiblemente haya estado tan sobrecargada la lancha, que la tripulación optó por recalar durante aproximadamente media hora en la isla del Medio, hasta que amainara un tanto el temporal.
De allí, el contingente de náufragos fue desembarcado en el club Pirá Pytä y Brun fue trasladado a un conocido sanatorio privado, donde no pudo ser asistido, por carecer de elementos necesarios para tratar quemaduras, debiendo trasladarse a otro, en el que tuvo mejor suerte.
Cerrando la entrevista con El Territorio, Eduardo Brun hizo un comentario que podría dar lugar a cavilaciones: afirmó que a bordo de la lancha siniestrada leyó un cartel que decía; “Capacidad 62 pasajeros” (presumiblemente sentados), pero que en verdad los pasajeros sentados viajaban amontonados e inclusive viajaba gente de pie lo que lleva a señalar que la lancha estaba excesivamente cargada de pasajeros…”


El Poder Ejecutivo Provincial se adhirió al duelo

El Gobierno de la Provincia adhirió al duelo provocado por el naufragio de la embarcación de bandera paraguaya que transportaba a su bordo pasajeros argentinos, procedentes de la República del Paraguay.
Asimismo, dispuso que oportunamente se remitan notas de pésames, con transcripción del presente decreto, a los deudos de los fallecidos.


EL TERRITORIO – 9 DE ENERO DE 1973 PÁGINA 6.

Oscar A. Bressa con el periodismo: Se trata de uno de los sobrevivientes quien, junto a tres amigos, visitó el casino de Encarnación. Oriundo de la Capital Federal, se pudo salvar gracias a su presencia de ánimo. Según manifestó, trató de ganar la costa, pero luego optó por permanecer quieto, haciendo la “plancha”, hasta que fue rescatado.
De lo que pudo observar manifestó que el incendio fue repentino, o sea, explosivo. Hubo numerosas escenas de pánico, especialmente entre las mujeres del pasaje, cuya aglomeración en la popa impedía la salida al exterior. Bressa en un principio trató de agarrar un salvavidas.
Al ver que no podía, salió  por una ventanilla y subió al techo de la lancha, ya que sentía una asfixia cada vez más intensa, y desde allí al agua, donde permaneció hasta que vino la lancha de la Prefectura, poco antes de la tormenta. De sus compañeros se salvaron Obregón y Camino, desapareciendo Adolfo Morán. “...Todo fue muy repentino –agregó–, no hubo tiempo para pensar…”

EL TERRITORIO – 9 DE ENERO DE 1973 PÁGINA 4.

...Vivir para contarlo

Sobrevivientes de esa tragedia náutica relatan una experiencia que marcó sus vidas para siempre.

CONTROVERSIAS

Juan Carlos Tomaghelli, es un estudiante de Derecho de la Universidad de Buenos Aires que se encuentra en nuestra ciudad viviendo como mochilero en instalaciones del Instituto del Deporte. Él también venía como pasajero de la “Pirizal” y, en declaración a nuestro diario, manifestó que se salvó después de nadar aproximadamente veinte minutos y que fue arrojado fuera de borda por la presión del pasaje, presa del pánico, luego de sufrir varios empujones y en medio de un gran desorden.
“...Como nos encontrábamos cerca de la costa paraguaya, pensé que enseguida vendrían a buscarnos parar rescatarnos, pero no apareció nadie y los únicos que vinieron a salvarnos fueron los de la Prefectura de Posadas. Yo nadé contra la corriente para no alejarme demasiado y, por mis propios medios, trepé a la patrullera...”.
Tras otras consideraciones, afirmó: “…Si navegábamos en una lancha paraguaya y habíamos salido de Encarnación, donde había autoridades de la marinería controlando la salida, lo menos que podían haber hecho fue concurrir en nuestra ayuda pero no aparecieron en ningún momento…”
Las declaraciones del joven fueron inmediatamente replicadas por el jefe de la Prefectura del puerto de Posadas y el operativo rescate, prefecto principal Pío Estanislao Flores, quien indicó que “a él le constaba –porque los había visto que en los momentos del salvataje en las cercanías de la isla del medio había un par…
Además, en las primeras horas de la mañana del lunes, el subprefecto de la zona del Alto Paraná, con asiento en Encarnación, capitán de navío De Jesús Heredia, se comunicó con Flores ofreciéndole toda clase de colaboración, que se reiteró a lo largo de la jornada. En igual sentido, se recibieron comunicaciones de la Presidencia de la República del Paraguay, interesándose por la situación.
Ambas manifestaciones pusieron una nota distinta en la mañana posadeña, mientras las tareas de rescate proseguían abarcando cada vez más amplias zonas del Paraná, aguas abajo, mientras seguían llegando familiares y amigos de las víctimas del desgraciado suceso.


Miguel Montecino
Un paraguayo radicado en Posadas 
sobreviviente del incendio y hundimiento de la Pirizal

Nació de nuevo el lunes 8 de enero de 1973, pero sólo se dio cuenta cuando un médico comenzó a curarle las quemaduras, en la guardia del sanatorio Posadas, adonde fue a parar después de haber estado al “garete” en el Paraná por casi una hora, abrazado a un precario salvavidas. Parte de la cabeza y uno de sus brazos habían acusado los lengüetazos del fuego que envolvió esa noche a la lancha de pasajeros “Pirizal”, de bandera paraguaya, que naufragó en medio del río después de las dos de la madrugada.

Todavía en shock por la tremenda experiencia, el entonces joven Miguel intentó ponerle lógica a los designios del destino que, horas antes, le prometía una buena noche de juego en el Casino de Encarnación, pero terminó encarcelándolo en un torbellino de llamas, gritos de auxilio, cuerpos flotando a su lado y la desesperada determinación de mantenerse vivo.
Hoy, a 32 años de la peor tragedia náutica de la que se tenga registros en la zona, Montecino puede darse el lujo de reelaborar los acontecimientos para conferirles la forma de un relato que deja boquiabierto a cualquier interlocutor. En definitiva, vivió para contarlo.

NOCTURNO

“…Eran las 19:00 horas del domingo y yo volvía para casa, comenzó diciéndole Miguel Montecino a la periodista Mónica Santos, en un extensa entrevista que la publicó el domingo 13 de marzo de 2005 en las páginas 4 y 5 de la Revista del diario Primera Edición con el titulo “Trama”.
Cerca de la Terminal subí a un taxi y mi amigo Ramírez me vió, se subió y me invitó al casino de Encarnación. Yo no pensaba ir, pero él me entusiasmó. Le dio la orden al taxista para que pasáramos por la casa de otro amigo, de apellido Cohen y de allí al embarcadero de lanchas, en Villa Blosset.
Casi sin querer fue a parar a la lancha comandada por el patrón Domingo Amarilla, en las que otras 59 personas se disponían a cruzar el río en busca de lo mismo: una noche de diversión y ,porqué no, un golpe de suerte que les cambiaría la vida.
Para Montecino la tentación pudo más y en pocos minutos y sin mucho trámite de por medio, estaba apostando fichas en la ruleta, que lo entretuvo hasta casi las dos. El casino cerraba a las 03:00 horas y media, pero la mayoría de los que teníamos que cruzar optamos por volver con la lancha de las 02:00.
Yo subí y me acomodé en un asiento del medio, cerca del motor –recordó Miguel– quien aseguró que los pasajeros casi no intercambiaban palabras, mientras observaban al motorista Bienvenido Cáceres haciendo enormes esfuerzos para arrancar el armatoste construido 45 años antes.(¿..?).
Después sólo se escuchó el sonido del motor de la embarcación que tomaba fuerza corriente arriba para dejarse llevar después por el canal, siguiendo el típico recorrido en arco que la depositaría en el  puerto posadeño.
Pero a pocos minutos de salir –a casi mil quinientos metros de la costa posadeñas– escuchamos la explosión abajo –como en el piso. El motor se apagó y la lancha quedó a oscuras, detenida. Y apareció el fuego en una manguerita de plástico que llevaba el combustible desde un tanque en el techo hasta el motor. El combustible empezó a desparramarse… y ahí comenzó la locura.


INFIERNO A BORDO

Miguel y otro pasajero platense vieron con espanto cómo la llama comenzó a consumir la manguerita que llevaba directo al desastre. El motorista, desesperado, lanzó una granada antiincendios que no le dio a nada y, en segundos, todo el piso estuvo cubierto de combustible. “Yo agarré un salvavidas y salí, me puse al costado de una ventana para acomodarme el salvavidas, pero no tuve tiempo. Ni me di cuenta que el fuego se desparramó por toda la lancha.
De la desesperación, un hombre salió por una ventanita chiquitita que estaba al lado mío y me empujó al agua. El hombre se me prendió y me llevó para abajo. Apenas pude zafarme, porque si seguía ahorcándome, nos moríamos los dos. Cuando me soltó, me puse el salvavidas debajo del brazo y traté de flotar… miré la lancha y ya era una bola de fuego…
Esos segundos que pasaron entre que Miguel cayó al agua y logró zafar del ahorcamiento de otro pasajero, fueron suficientes para que el horror tomara forma de gente quemándose vivos dentro de la lancha, otros que se tiraban al agua envueltos en fuego y otros más que, como él, estaban menos afectados y a flote, gritando y aullando: No quiero morirme...!!, gritaba la gente. Eso no lo voy a olvidar nunca”, asegura Montecino.
Cuando logró recuperar el ritmo de la respiración e intentó flotar con más conciencia y alejarse de la lancha antes que explotara, un segundo momento de terror lo embargó. El mismo hombre del que había logrado zafarse lo atrapó de un pie y volvió a llevarlo hacía la profundidad del río, como si fuera la misma muerte que lo llamaba. Otra vez la lucha por volver a la superficie y por seguir respirando.
                       


AL GARETE

Miguel y un grupo de otros 10 sobrevivientes, intentaron alejarse nadando. Los gritos despavoridos nos espantaban mientras intentábamos bracear para alejarnos del fuego… Poco después todo quedó en silencio y supusimos que se murieron todos los que se quemaron o no tenían salvavidas.
El grupo de sobrevivientes se dejó llevar por la corriente porque ya no tenían fuerzas. Todos juntos gritaban: ¡...auxilio...!, para que alguien los escuchara. A lo lejos, las luces de Posadas y la desesperación que los embargó cuando pasaron de largo frente al anfiteatro y dejaron de ver el puerto, desde donde debía partir alguna embarcación de Prefectura Naval para rescatarlos. “...Vimos que una lancha encendió la luz y después de verla –contó– los sobrevivientes intentaron mantenerse juntos. Entre ellos flotaban restos del equipaje y todos intentábamos prendernos de algo para seguir a flote.
Yo vi una cartera de mujer y la agarré para que me ayudara. Al poco tiempo vi otra cartera blanca y nadé hacía allí para agarrarla. Cuando estiré la cartera, traía un cuerpo detrás. El agua los llevó a la deriva hasta la altura del viejo Club Pirá Pyta, después del ex balneario municipal. Inmersos en la profunda oscuridad –el cielo estaba encapotado– el grupo traía consigo a una chica inconsciente, tal vez, desmayada.
En un momento dado, vi la luz de la lancha y les grité a todos que no se desesperaran, que ya venían a buscarnos. Yo estaba de organizador, de avisador, de tranquilizador, no sé… La lancha de la Prefectura al mando de los lancheros Ramón Paredes y Arturo Vallejos llegó hasta ellos, con el cabo primero Raúl Antonio Rivero que apuntaba el río con una linterna y gritaba que se tranquilicen. Empezaron a levantar a todos. Ahí me asusté, porque la lancha estaba a cincuenta metros y pensé que podían dejarme.
Las diez personas subieron a la embarcación de Prefectura, incluida la chica desmayada y otras dos mujeres muy jóvenes oriundas de Oberá, una de las cuales tuvo un ataque de nervios mientras la otra intentaba calmarla con golpes. Pocos minutos después, se largó una tormenta de agua y viento.
En el Pirá Pytä nos esperaban unos muchachos con dos autos para trasladarnos a los sanatorios. Nunca supe quienes eran y me gustaría localizarlos para darles las gracias. Ellos habían visto el fuego desde el balneario y escucharon nuestros gritos y también avisaron a la Prefectura. Otros sobrevivientes me contaron que la lancha de Prefectura no tenía combustible y fueron estos muchachos los que sacaron nafta de los autos para que arrancaran.
Ya en el Pirá Pytä, los dos autos estaban esperando. Nos llevaron hasta el sanatorio Posadas. Yo subí adelante y atrás había otros hombres con la chica inconciente acostada sobre ellos. Temíamos lo peor, pero también la esperanza de que un milagro la salvara. Cuando llegamos al sanatorio, nos dijeron que llevaba tiempo de muerta.
Además de la impresión que les causó haber nadado con un cadáver, los sobrevivientes se enteraron de otras anécdotas tanto o más dramáticas, como la que señala que una pareja se tiró al agua con un solo salvavidas y, al tiempo de intentar mantenerse a flote, el hombre le dijo a su esposa que siguiera sola y tratara de salvarse para que los hijos no quedaran solos. El hombre murió.


Al amanecer del día lunes, 8 de enero de 1973

Ya era de día cuando Miguel Montecino fue dado de alta en la guardia del Sanatorio. Me vendaron la cabeza y el brazo. Estaba quemado, pero no me había dado cuenta. Tomé un taxi y me fui a mi casa.
Mi mujer me esperaba despierta, rezando. Dice que presintió. Después de contarle todo lo que le tocó vivir, decidió volver al centro y fue testigo de la conmoción de los posadeños al enterarse de la noticia. Todas las radios hablaban de lo mismo y leían listas de pasajeros fallecidos.
También llegaron medios nacionales para la cobertura. La gente, curiosa, se agolpó en el Puerto y en el Pirá Pytä para no perderse detalles del rescate que incluyó otras lanchas y un helicóptero que estampó en las mentes la terrible imagen de los cuerpos colgando de la nave, atados con sogas. El cielo seguía lloviendo su dolor y casi treinta familias posadeñas se envolvieron en luto.
Durante treinta días, las lanchas de Prefectura y de particulares recorrieron la costa buscando más cuerpos, que totalizaron las 38 víctimas fatales.


LECCIÓN OLVIDADA

Miguel Montecino no pudo dormir con la luz apagada por algún tiempo. Cuando recuperó el sueño, siguió escuchando en su mente los gritos del espanto: “...las cosas que me pasaron son imposibles de olvidar”, reflexiona. De hecho, le marcaron la vida, porque nunca dejará de ser un sobreviviente. Sin embargo, Posadas superó el luto poco tiempo después. Al espanto le siguió la anécdota y después, el olvido, solo rescatado en algún remoto relato memorioso, al punto que ni siquiera se conservan registros fotográficos oficiales de la tragedia, salvo los recortes periodísticos de entonces.
Así como el siniestro pasó a la historia y casi desapareció de sus páginas, tampoco logró marcar algún cambio en la manera irresponsable en la que se manejan situaciones que evidencian un posible riesgo. La contundente prueba del tremendo costo de la improvisación y la precariedad no se convirtió en una lección aprendida y aprobada. Hace muy poco, en plena temporada de ventas de fin de año, varios usuarios de las actuales lanchas de pasajeros que cruzan desde Encarnación a Posadas se quejaron por la aparente sobrecarga de las embarcaciones, que los obligó a viajar parados y sin los salvavidas correspondientes.

                        Pocos atendieron la gravedad de esta queja, tal vez porque la provincia, el país entero, tenía su atención puesta en otro lado: la tragedia de Cromagñón.


¿QUIÉN ES MIGUEL MONTECINO? 
De noctámbulo a literato

Todos lo conocen como el profesor Miguel Montecino, pero en realidad se llama Miguel Díaz Ayala. Nació en un pueblo cercano a Coronel Oviedo y vino a Posadas a los 21 años, para radicarse definitivamente poco tiempo después.
Adoptó el seudónimo cuando comenzó a escribir, y le dijeron que era importante para el escritor presentarse de esa manera. Ahora tiene 78 años y una gran pasión, escribe relatos sobre la organización de la sociedad paraguaya, que espera publicar, así como otros relatos entre los que incluye el naufragio de la Pirizal, que organiza junto al rector de una universidad privada de Asunción.
Antes de esta incursión en la literatura, se dedicó al estudio de la gramática guaraní y le dio forma de letras a los sonidos típicos de ese idioma, con los que conformó el primer alfabeto guaraní, que incluye dos caracteres más que el español y representan a las vocales guturales y nasales que tanto se usan en ese riquísimo idioma.
Ya con el alfabeto, conformó un diccionario guaraní con 6 mil voces que ya tiene varias ediciones, además de otros libros sobre alfabetización para niños en idioma materno, destinado a los docentes con la intención de que aprendan a enseñar el guaraní escrito. Montecino tiene una pasión por su lengua e integra la Asociación de Guaraní Hablantes, compuesta por notables personalidades del vecino país.
Su sueño es que, algún día, los chicos que hablan guaraní sean también alfabetizados en su idioma.

Nota: Por respeto a los demás sobrevivientes, no se dio a conocer la lista completa de personas que lograron salir con vida, al igual que la lista de los fallecidos.
Gracias por la colaboración del personal de la Prefectura Naval Argentina, seccional Posadas.

Fuente: Revista del diario Primera Edición “Trama”, preparado por Mónica Santos, publicado el domingo 13 de marzo de 2005 en las páginas 4 y 5.
Y las investigaciones y entrevistas realizadas a protagonistas de esta triste historia

Don Silvio Parodi, el técnico del club 22 de setiembre, quien se salvó de la muerte al ser convencido por los amigos que no viajara esa noche.