viernes, 13 de enero de 2012

Por qué se llegó al golpe del 13 de enero?

La primavera anticipada del año 1946
hizo florecer una efímera democracia

Esta situación duraría apenas seis meses, para luego retornar el autoritarismo. Previamente, estalló una desastrosa guerra civil que tuvo la misma duración que el sueño democrático.

Esta experiencia debe tener en cuenta todos aquellos que quieren llegar al poder, que no se trata de estar en el gobierno, sino de contar con las fuerzas y herramientas para realizar cambios necesarios para la sociedad.

El país estaba en mano del general Higinio Morínigo, un folclórico dictador sostenido por los militares y por su endiablada astucia.
Desde el inicio de su dictadura, el 7 de setiembre de 1940, Morínigo se armó de picardía y de cinismo para sortear con éxito las conjuras de sus ministros, de la Marina, de la Caballería, de la Aviación, de las Unidades del Chaco, de Concepción, etc.
Al prescindir de los partidos políticos, el dictador cayó en brazos de lo que se dio en llamar “la camarilla nazifascista”, integrada por los coroneles Heriberto Florentín, Comandante de la Región de Concepción, Victoriano Benítez Vera, comandante de la Primera División de Caballería, Pablo Stagni, comandante de la Aeronáutica y Bernardo Aranda, jefe del Estado Mayor General.
A finales de 1944, profesores universitarios - decanos incluidos -, suscribieron una nota dirigida al general Higinio Morínigo, presidente de la República, quienes solicitaron, “…para una sincera reconstrucción social, política, económica, una Convención Nacional Constituyente…”.
El pedido fue hecho “…ejerciendo un legitimo derecho de de la ciudadanía y en cumplimiento de un sagrado deber…”.
Con esta petición los universitarios unieron sus inquietudes a los de los obreros, estudiantes, políticos que deseaban “…vigorizar una vida política de unidad en el marco del suelo patrio y en el seno de la familia paraguaya…”.
El Poder Ejecutivo dejó a cargo de la Corte Suprema de Justicia que declaró “improcedente” el pedido.
Ante el rechazo de la solicitud, influyentes sectores ciudadanos hicieron escuchar su voz generalmente desde la clandestinidad – a favor de un cambio político en paz y sin traumas. 
Estando así la situación política, social y militar llegó el mes de junio. En los primeros días, viajaron a Buenos Aires para asistir a la investidura presidencial del general Juan Domingo Perón en representación del gobierno, el ministro del Interior, Gral. Amancio Pampliega y el comandante de la Caballería, Victoriano Benítez Vera.
Días antes que estos representantes viajen a Buenos Aires, llegaron a oídos del  Comandante en Jefe algunas expresiones emitidas durante una reunión de camaradería en la DC 1. Fue con motivo de las fiestas patrias y de algunos ascensos.
Benítez Vera, sabiendo que tenía poder, gustaba decir entre bromas y no tanto que “…el Paraguay es gobernado por las Fuerzas Armadas, la DC 1 representa a las Fuerzas Armadas y la DC 1 soy yo…”.
Esto parece que llegó muy abultado a conocimiento del Comandante en Jefe, general Vicente Machuca, quien pidió la venia presidencial para tomar medidas contra el Comandante de la Caballería.
El dictador Higinio Morínigo le contestó que el momento no era oportuno, pues el Comandante de la DC 1 podría suponer que se pretendía impedir su viaje a la capital argentina. Y para no dejarle con las manos vacías a Machuca, ordenó al Comandante en Jefe que, en ausencia del titular, se apersonase a la DC 1 en averiguación de lo acontecido.
El coronel Victoriano Benítez Vera cometió el error de viajar en momentos confusos e inciertos tanto en las Fuerzas Armadas como en la población civil.
En la noche del 5 de junio se llevó a cabo la función de gala en honor del nuevo presidente de la Nación Argentina, general Juan Domingo Perón, y señora esposa, doña Eva Duarte. Fue en el Teatro Colón.
En un entreacto, el general Perón recibe en su palco un pedido de audiencia, para ese mismo instante, de parte de uno de los miembros de la comitiva paraguaya. Fue Benítez Vera, quien tenía deseos de obtener un avión para trasladarse con urgencia a Asunción “por motivos familiares”.
Sucedió que fue informado por sus amigos que el Comandante en Jefe había estado el la División de Caballería haciendo averiguaciones, a cuyo término expresó a los jefes y oficiales que desde ese momento solo eran válidas las órdenes del presidente de la República y las del Comando en Jefe.
Debido a esta situación los hechos se precipitaron. El Jueves 6 de junio, con bastante retraso por mal tiempo, llegó a Formosa Benítez Vera. El general Machuca pide permiso a Morínigo para apresar al Comandante de la DC 1, apenas pise tierra paraguaya.
El dictador se niega a dicha medida “…en la creencia de que Benítez Vera tenía aún mucha autoridad en su unidad...”.
Benítez Vera entra por Itá Enramada. Sin esperar que nadie le repusiese, va directo a la Caballería, donde percibe que tiene oposición en dos de los tres regimientos. Al día siguiente, el general Vicente Machuca se ve forzado a presentar su renuncia.
La actitud de reponerse a si mismo fue considerada como alzamiento del Comandante de la Caballería contra las autoridades constituidas. Con esto, hizo crisis una serie de acontecimientos militares y políticos que se venían arrastrando desde hacia un tiempo.
En la madrugada del 9 de junio los oficiales del R.C. 1 y R.C. 2 desconocieron la autoridad de su Comandante. Asunción y alrededores se llenaron del conocido tableteo de las ametralladoras y explosiones de granadas de morteros, los que cesaron recién al amanecer.
El saldo fue la muerte de varios soldados y de los tenientes Pastore y Dálceno. Victoriano Benítez Vera junto con otros jefes y oficiales se asilaron en la Embajada del Brasil.
Las consecuencias inmediatas de estos sucesos fueron la derogación de la Ley de Prensa, de la tregua política y de la interdicción que pesaba sobre el Partido Liberal; el regreso de los exiliados, gobierno de coalición, la actuación pública del Partido Comunista.

El movimiento militar 
que permitió la apertura política 

Los sucesos en la Caballería ocurridos el 9 de junio de este año tuvieron consecuencias paradójicas. El Paraguay disfrutó, como nunca en su historia, de una “primavera democrática” que, sin embargo, terminó en la guerra civil conocida como la “revolución del 47”. 

Con esta acción se produjo el desplazamiento de la camarilla militar fascista del coronel. Victoriano Benítez Vera, Bernardo Aranda, Pablo Stagni, Marcos Fúster, Heriberto Florentín y otros, que significó el debilitamiento del Gobierno ante las presiones de los sectores populares y de los militares institucionalistas.
Como en otras épocas, la Primera División de Caballería era el centro del poder militar y político, de ahí que la caída de Benítez Vera fue fundamental para los cambios políticos que se producirían en pocas semanas más.
 
El objetivo final acordado por todas las fuerzas políticas y militares fue realizar una Asamblea Nacional Constituyente y, a partir de la misma, definir el nuevo Gobierno democrático que debía realizar las políticas para que el país deje de tambalear entre las dictaduras militares y proyectos autoritarios civiles.
Apenas producido este acontecimiento, la ciudadanía se moviliza y sale a la calle a manifestar su alegría. A la tarde del mismo día 9 se organiza un encuentro político frente al Panteón Nacional de los Héroes. El primer acto político que se realizó donde todos los sectores estuvieron presentes. Hablaron todos los sectores.

A partir de este momento, las fuerzas políticas, lucharon por consolidar las libertades que se iban conquistando; realizar la Asamblea Nacional Constituyente; libertad a todos los presos políticos.
En este marco político, actuaron todos los partidos y sectores sociales, que no solamente crecían en número de afiliados sino en influencia política entre la ciudadanía.

Un prisionero que meses después
puso fin a una débil primavera

El 25 de julio de 1946 se realizó en la Plaza Independencia un multitudinario acto del que participaron todas las organizaciones políticas. Se estaba dando la bienvenida a la apertura. 

El gran acto político se realizó con la participación de todos los partidos, más el concurso del Consejo Obrero del Paraguay y la Federación Universitaria del Paraguay (FUP).
El evento contó con una  presencia de aproximadamente unos 10.000 ciudadanos, hecho que confirmó el nuevo período cívico que se iniciaba, luego de la caída del sector más reaccionario del ejército que apoyaba al general Higinio Morínigo.
 
En representación del Partido Liberal habló el reconocido dirigente Carlos R. Centurión; Víctor Ojeda lo hizo en nombre del Partido Revolucionario Febrerista.
Haciendo una de sus primeras apariciones en público, Obdulio Barthe desarrolló una posición acorde con la línea del Partido Comunista Paraguayo, al que representaba.
 
Timoteo Ojeda subió al escenario en nombre del Consejo Obrero del Paraguay y el presidente de la FUP, Raimundo Careaga, dio la bienvenida y analizó la nueva situación que vivía el país.
Pero realmente la disertación desarrollada por el intelectual colorado Hipólito Sánchez Quell quedó registrada para la historia cuando señaló “… el dictador ya no es más el dictador. El dictador es el prisionero de un gabinete democrático…”, refiriéndose al presidente Higinio Morínigo.
 
Todos los discursos fueron coincidentes en cuanto al inicio de una nueva realidad que tenía como principal objetivo el llamado a una Asamblea Nacional Constituyente y a la instauración de un gobierno democrático y al  funcionamiento de las instituciones de un Estado de Derecho.
El entusiasmo, las ganas y las fuerzas que todos los protagonistas pusieron para alcanzar aquellos objetivos no fueron suficientes. Formado el gabinete democrático, con colorados y febreristas, se puso en funcionando la división de las fuerzas democráticas y, en consecuencia, la debilidad de la oposición.
 
Perdidos en los efímeros encantos y desencantos del gobierno, febreristas y colorados no dejaron de pelear por insignificancias políticas. Mientras tanto, el astuto y hábil Higinio Morínigo jugaba su partido con el objetivo de mantenerse en el gobierno y desprenderse de todos los protagonistas que planteaban una sociedad democrática, transparente y participativa.
 
Esta experiencia enseña que no se trata de estar en el gobierno, sino de contar con las fuerzas y herramientas para realizar cambios necesarios para la sociedad.

Luego de años de persecución a los liberales,
retornó uno de los grandes caudillos, José P. Guggiari
Simpatizantes de los partidos colorados y febreristas, esperaban a los liberales, armados con piedras y garrotes.

Si bien la dictadura de Morínigo fue represiva con todas las organizaciones políticas (a excepción de los simpatizantes del partido colorado), los liberales llevaron en este período la peor parte.
 
El partido liberal estaba afectado por el decreto de la tregua política, pero en abril de 1942, el gobierno decidió disolverlo y lo declaró fuera de la ley, sobre la base de una patraña descabellada que nunca pudo ser demostrada.
 
Supuestamente en documentos secretos de la diplomacia argentina había evidencias sobre negociaciones de los liberales con el gobierno boliviano para derrocar a Higinio Morínigo.
 
Y que a cambio replantearía la cuestión de la frontera con dicho país. El famoso “Libro Blanco” en el que constaban tales “evidencias” nunca apareció, y Morínigo no se preocupó por investigar tan grave acusación. 

Se limitó a tomar la determinación de dejar fuera de la ley al Partido Liberal, acusándolo de alta traición a la patria.
Muchos testimonios calificados dan cuenta del profundo desprecio que el dictador Morínigo sentía hacia los liberales. La proscripción fue más producto de esto que del cuento del acuerdo con los bolivianos. La medida se llevó a cabo siendo Ministro del Interior el Cnel. Luís Santiviago.
 
De acuerdo con versiones de la diplomacia norteamericana, el Partido Liberal en aquellos años era la fuerza política más poderosa, por contar con experimentados dirigentes, ser muchos de los miembros personas de mucho dinero, y su elevado nivel de organización.
Con el decreto del 26 de abril de 1942 se acentuó la persecución a los liberales, aunque en esa época ya sus principales líderes estaban en el exterior. El Dr. José Patricio Guggiari, vivía apretadamente, fabricando trapos de piso en el garaje de una casa en Buenos Aires.
 
El dictador Higinio Morínigo con los colorados mantuvo una política diferente, de aproximación. No obstante, presiones militares imposibilitaron el acuerdo, pese a que los colorados aplicaron una línea de acercamiento y colaboración con el gobierno.
 
La historia con los febreristas fue diferente. El gobierno quizo llegar a un entendimiento con ellos, pero fue el propio líder febrerista, el coronel Rafael Franco, el que puso resistencia. Sólo iría a negociar, decía, sobre la base de su presidencia.
 
El 14 de agosto, atracó en el puerto de Asunción el barco que trajo de regreso al país del líder de los liberales, miles de adherentes del Partido Liberal se concentraron en el lugar.
Después de descender, la manifestación se dirigió al Panteón Nacional de los Héroes, donde se produjo un fuerte enfrentamiento con un grupo de alrededor de 300 jóvenes colorados y febreristas, quienes esperaban a los liberales, armados con piedras y garrotes.
 
Los liberales reaccionaron ante la agresión, y si no fuese por la intervención de los efectivos de la Policía, el incidente pudo haber terminado con trágicos resultados.
Arturo Mena, de filiación febrerista, presidente por entonces de la Federación de Estudiantes Secundarios, admitió que durante los días previos a la llegada del dirigente liberal, tanto jóvenes colorados como febreristas recorrieron los colegios para preparar el “recibimiento” a quien era considerado como el principal responsable de la desgracia del 23 de octubre.
 
Fueron jóvenes de ambos partidos los que protagonizaron el enfrentamiento, y entre los que se mostraron más activos estaba Numa Mallorquín.

Los meses de la apertura democrática  

Durante todo el segundo semestre de 1946, se dio una febril actividad política, sucediéndose los actos, concentraciones y marchas, en las plazas públicas y en las calles de todo el país, sobre todo en la capital.
Colorados, liberales, febreristas y comunistas se atribuían en sus intervenciones el mérito de haber liderado los sucesos de junio, con lo que se dio la apertura. Los encendidos discursos, no obstante, tenían un rasgo característico, se hacían gruesas acusaciones unos a otros, revigorizando las viejas rencillas entre los dirigentes de los partidos y movimientos sociales.
 
Es cierto que, por un lado, el comportamiento de los dirigentes y activistas políticos se justificaba, pues se salía de un prolongado silencio forzado, pero, también es cierto, por otro, que primó la intolerancia y la agresividad recíprocas.
La situación era tal, que el 20  de agosto se divulgó un extenso comunicado de las Fuerzas Armadas, firmado por el Comandante en Jefe, general Vicente Machuca, en el que se advertía sobre que no se toleraría excesos.
 
Las Fuerzas Armadas exhortó a los partidos a “…que ejerciten sus derechos políticos con sosiego y mesura para que las preciadas libertades que la democracia garantiza no sean frustradas con actuaciones anárquicas o perturbadoras: conducirse de otro modo implicaría propósitos que retardarían los anhelos de normalización…”
Los militares estaban descontentos, sobre todo, con las menciones despectivas que se hacían contra algunos de sus cuadros en las manifestaciones públicas.
 
Durante la dictadura, sin embargo, decían los políticos, los militares tampoco habían guardado sosiego y mesura.
Un incidente que puso plenamente en evidencia los elevados niveles de intolerancia que reinaba por entonces estuvo dado por el atraco al diario El País, cuyas maquinarias fueron  prácticamente destruidas durante la madrugada del 5 de setiembre.
 
Desde que se había iniciado la apertura, El País se había puesto enteramente a favor del proceso, advirtiendo sistemáticamente sobre la necesidad de tomar todas las medidas necesarias para garantizar una justa electoral transparente para la Constituyente.
La prédica del diario disgustó a algunos sectores y la consecuencia fue el atraco al periódico. El incidente dio lugar a generalizadas manifestaciones de repudio de la ciudadanía.

El año que el mes de setiembre 
fue de los comunistas

Desde el 10 al 25 de setiembre de 1946, los comunistas se adueñaron de las calles de la capital. Plazas y esquinas servían para la realización de mitines.  

Alfonso Guerra, prominente dirigente del Partido Comunista en la época recuerda que durante los actos “…se colocaba una mesa cerca del escenario, donde concurrían a llenar las solicitudes de afiliación las personas interesadas...el partido llegó a tener 12.000 afiliados…”.

La presencia de los comunistas en el seno de los sindicatos era inequívocamente predominante, y en esos tiempos nadie dudaba sobre su fuerza política efectiva.
Los discursos de sus dirigentes y activistas, sin embargo, eran particularmente duros, por lo que en el marco de esa intensa campaña de setiembre, el Ministerio del Interior dictó una resolución disciplinaria contra el partido, prohibiéndole por el lapso de un mes realizar actividades.
 
El hecho llevó a que se produzca un encuentro entre el ministro del Interior, Gral. Amancio Pampliega, y el dirigente comunista Augusto Cañete.
 
El Gral. Pampliega refiere que durante la entrevista, Cañete le explicó que en algunos de los sucesos el lenguaje utilizado se debía a la escasa formación de algunos cuadros obreros.
La justificación no convenció al militar, pero, de todas maneras, el Ministerio autorizó la prosecución de la salida del períodico oficial de la agrupación política, así como la realización de encuentros dentro del local del Partido, previa comunicación a la Policía, con 24 horas de antelación.
 
Desde el punto de vista legal vigente, estaba proscrito todo partido que promoviese la lucha de clase. Pero el año 1946 fue muy especial, y sobre todo fue especial el punto de vista de algunos de los propulsores de la apertura (como el Gral. Pampliega), que no solo aceptaban la participación política de los comunistas, sino que admitían la posibilidad de que los mismos integren el propio gobierno de coalición.

Cuando un discurso de Obdulio Barthe
dejó cautivado a los encarnacenos

El tren en el que viajaba se descompuso en Carmen del Paraná.
De ahí llegó caminando para participar del acto.


La efervescencia política, también se contagió en las ciudades del interior de la República. Así, Encarnación fue uno de los lugares que movilizó miles de ciudadanos para escuchar vibrantes discursos de los líderes.
En el mes de setiembre de 1946 se produjo un hecho inédito en el historial político. Los simpatizantes del Partido Comunista Paraguayo organizaron un gran acto en pleno centro de la ciudad. Montaron un escenario en la calle Mcal. Estigarribia casi Iturbe, a mitad de cuadra, frente a un hotel llamado Palma.
 
Como uno de los oradores estaba anunciado Obdulio Barthe, quien salió de Asunción en tren. Pero cuando el ferrocarril llegó a Carmen del Paraná tuvo un pequeño percance que su reparación iba a demorar unas horas, situación que iba a imposibilitar que Obdulio llegara para la hora fijada a la gran concentración, tomó su pequeño equipaje y se lanzó a caminar por la vía y llegó a Encarnación sin ningún problema.
 
Barthe subió al escenario, en el que previo a su discurso, pidió a los presentes guardar un minuto de silencio en memoria de los fallecidos en la catástrofe del ciclón. Acto seguido, comenzó su discurso, interrumpido a cada momento por aplausos y gritos de los jóvenes estudiantes de la Escuela Normal.
 
Obdulio se caracterizó por la brillantez de su oratoria que fascinaba a los jóvenes. Muchos de estos, hoy adultos mayores, que en su mayoría en el presente dicen que son colorados, fueron fervientes seguidores de los líderes del Partido Comunista que por acomodos a los nuevos tiempos niegan haber pertenecido a este partido.

Oscar Creydt

Quería “la multitud inmensa
donde el hombre es amigo”

No acató ningún dogma, ninguna esquematización, ninguna verdad absoluta.

Este año retornó a Asunción en la Primavera democrática y el Partido Comunista Paraguayo actúa públicamente; encabeza mitines, donde solicita la efectiva democratización del país.
Creydt fue uno de los pocos pensadores paraguayos cuyo proceso intelectual, como ser crítico no se quedó en el esquematismo, ni en la fórmula eterna; pensó permanentemente, de acuerdo a los nuevos registros de la historia y cambia, evoluciona y revoluciona las situaciones precedentes, buscando ir más allá.
Fue uno de los pocos pensadores revolucionarios en la historia y de la historia del Paraguay y del mundo que le tocó vivir. Rompió con el esquematismo, vivió y pensó su tiempo, sin dejarse encasillar por los casilleros ideológicos.
 
Oscar Creydt fue uno de los dirigentes políticos de gran protagonismo en la lucha por la democracia en el Paraguay que no es recordado, no hay mucha información sobre él.
Casi no hay nada escrito sobre el documento “trabajar con la masas en profundidad y a largo plazo aparecido en la década del 60, en el que Creydt baja un enfoque diferente al de la lucha armada de enfrentamiento con las fuerzas dictatoriales.
Creydt no acató ningún dogma, ninguna esquematización, ninguna verdad absoluta a priori, salvo la dialéctica de la historia abierta por la dinámica de las fuerzas sociales en permanente movimiento.
 
Fue un gran revolucionario, hasta ahora sus escritos nos muestran el futuro y no el pasado. Sigue vivo mirando y mostrando el camino hacia delante. Creydt no murió, porque nunca se dejó atrapar por ningún cementerio de vacas sagradas, porque nunca se dejó atrapar por ningún ataúd de gloria, porque nunca se dejó atrapar en ningún espacio de poder. Prefirió vivir la historia soñando.
 
No se conoce sobre su capacidad de dirigir la organización política. Lo que nadie puede discutir es que cuando uno se ubica en la investigación de la historia política de nuestro país, no puede dejar de estudiar muchos de los textos escritos por Oscar Creydt a lo largo de su inmensa vida política e intelectual.

Esta situación duraría apenas seis meses, al cabo de los cuales el Paraguay retornó el camino del autoritarismo. Previamente, estalló una desastrosa guerra civil que tuvo la misma duración que el sueño democrático.

El discurso pronunciado en el puerto de Asunción

“…Compatriotas, camaradas: En nombre de los exiliados que hoy retornamos a la patria liberada, agradezco esta grandiosa y vibrante demostración de solidaridad popular con los combatientes de la democracia perseguidos por la dictadura..
 
…Entendemos que en esta gigantesca fiesta del pueblo no es una persona la que recibe el homenaje: hay un solo homenajeado y es el pueblo paraguayo con su lucha irreductible..
…Saludo a este pueblo indomable, a este pueblo que no sabe capitular, que pudo ser aniquilado en 1870, que sufrió adversidades, tiranías e infortunios, pero que jamás se ha dado por vencido y siempre ha resurgido de su postración, aplastando a sus enemigos y opresores…”


Fuentes: La Primavera democrática del ´46 – Enciclopedia histórica del Paraguay del diario la Nación y escritos de Alcibíades González Delvalle, Antonio V. Pecci, Antonio Carmona y Carlos Pérez Cáceres publicados en Revista Dominical y el Correo Semanal del diario Última Hora publicado en el libro 22 de Septiembre FBC, un siglo en la historia - desde la página 634.
 
Estalla una de las peores revoluciones
que dejaría 3500 muertos y miles de exiliados

La guerra civil del 47 al decir del historiador Alfredo Seiferheld, dividió al país en vencedores y vencidos.

Ocurrió doce años después de la finalización de la Guerra por el Chaco.

El análisis de las causas de dicho conflicto bélico es fundamental para comprender el proceso histórico de la segunda mitad del siglo XX.


La guerra civil del 47 es quizá el suceso contemporáneo más doloroso ocurrido en nuestra vida social y política por su nefasta consecuencia que dejó en el país.
 

La necedad de los dirigentes políticos de la década del ´40 hizo que a tan poco tiempo de la contienda chaqueña, el país se hundiera primero en una crisis política, que arrancaría con la instalación de la dictadura del general Higinio Morínigo que terminaría en la desastrosa guerra civil.
 

Estudiosos estiman en cinco mil las bajas totales en ambos bandos. Además, alrededor de 3500 opositores fueron encarcelados y torturados en condiciones infrahumanas.
 

Pero lo más grave es el éxodo de miles de compatriotas rumbo al exilio, muchos de los cuales representaban lo mejor del pensamiento y de la cultura de nuestro país. Se producía la fractura del país en dos mitades de su población, la del Paraguay del exilio y la del interior, con débiles lazos de comunicación entre las partes, sino prohibidos.
 

Como principio del absurdo enfrentamiento entre paraguayos, los historiadores establecen el 10 de enero, día que renunciaron los ministros febreristas (decisión asumida de manera aislada y sin realizar consultas con las otras fuerzas de la oposición).

A partir de la fecha, estos fueron 
los principales acontecimientos

11 de enero de 1947, el general Higinio Morínigo convoca en Mburuvichá Roga a los comandos de grandes unidades para tratar la crisis política.
Se resuelve por mayoría integrar un Gabinete exclusivamente militar, poniendo fin a la coalición con los colorados y febreristas y a convocar a elecciones generales.


El 13 de enero de 1947, desconociendo la voluntad de sus camaradas y con el apoyo de la Caballería, el dictador, Gral. Higinio Morínigo reestructura su gabinete solo con el partido colorado. Aprovechó la renuncia de los febreristas para deshacerse de los opositores. Fuertes críticas opositoras y movilizaciones populares de protesta. Malestar en el ejército.

Cuando se conformó el Gabinete colorado/militar la visión que se impone en la oposición es, justamente que el proceso político volverá a tener las características de los primeros 6 años de gobierno de Higinio Morínigo.
Se estableció el estado de sitio, se cercenaron las libertades públicas, se apresó a todo el directorio liberal y los dirigentes franquistas y comunistas tuvieron que huir al exilio.
 

La desazón y el pesimismo se apoderaron de los dirigentes políticos. Para los militares institucionalistas – contrarios a Morínigo – con la conformación del Gabinete colorado/militar se evidenció una vez más, la mediocridad gobernante que tenía el país y, en consecuencia había que aprovechar esa oportunidad e imponer un nuevo orden.
 

El entusiasmo, la decisión de tener en claro el panorama y la ocasión se apoderaron de los oficiales jóvenes y legalistas. El espacio del gabinete de coalición había demostrado que esa vía no era posible con el camandulero Morínigo.
 

Y es por ello que ya no había salida alguna para una metodología que no fuera la de sublevarse y enfrentar a las fuerzas del gobierno.
 

El 7 de marzo, a las 10:30 de la mañana, una veintena de hombres civiles armados, febreristas y comunistas atacan el Departamento Central de la Policía. El Jefe de la unidad, mayor Rogelio Benítez, cae gravemente herido. La tentativa de los atacantes son repelidos. Hubo muertos, heridos y en su gran mayoría detenidos.
No se logró debilitar al gobierno, muy por el contrario, creó un estado de inicio de una represión más sistematizada contra los febreristas y comunistas. Muchos opositores tuvieron que salir del país o pasar a una severa clandestinidad.
 

El 8 de marzo, un día después del ataque al Departamento Central de Policía, militares a cargo del capitán Bartolomé Araujo y del mayor Cesar Aguirre deciden sublevarse contra el gobierno del general Higinio Morínigo.
Unidades del ejército con asiento en Concepción liderados por el comandante Cesar Aguirre y el mayor Bartolomé Araujo, inician la sublevación contra el gobierno demandando la democratización del país, se le unen la guarnición de Puerto y el Comando del territorio Militar del Chaco con el Tcnel. Fabián Saldivar Villagra a la cabeza.
 

3 de abril, se forma una Junta Militar en Concepción, integrada por los tenientes coroneles Fabián Saldivar Villagra y Aureliano Mendoza. Fuerzas revolucionarias ocupan la ciudad de Alberdi.
 

27 de abril, los oficiales de la Marina se sublevan y luego de duros combates en el puerto resultan arrinconados, con un saldo de 64 muertos y 175 heridos, la mayoría de ellos civiles.

9 de mayo, los cañoneros Paraguay y Humaitá pasan a manos de los revolucionarios.
 

12 de mayo, la Corte Suprema de Justicia recibe una carta donde unos 1.500 presos políticos denuncian infrahumanas condiciones de vida.
 

11 de junio, tropas revolucionarias al mando del coronel Alfredo Ramos atacan el poblado de Tacuatí, San Pedro.
 

30 de julio, unos 3000 hombres a cargo de los coroneles Rafael Franco y Alfredo Ramos inician en secreto el avance en barco hacia Asunción.
 

31 de julio, cae Concepción en poder de las fuerzas gubernamentales, la ciudad está vacía.
 

8 de agosto, aparecen el coronel Rafael Franco y sus tropas en San Lorenzo sobre la ruta Mcal. Estigarribia, avanzando hacia la capital.
 

9 de agosto, familias coloradas piden asilo en embajadas, mientras las tropas rebeldes se acercan a Asunción.

14 de agosto, el barco Tacuara de la Marina argentina desembarca armas en Asunción enviadas por Perón al gobierno de Morínigo.
 

15 de agosto, fuertes combates en Zabala Cué (Fernando de la Mora).
 

17 de agosto, tropas del gobierno avanzan sobre tropas revolucionarias, que comienzan a retirarse hacia Villeta.
 

18 de agosto, tropas del R.I. 14 irrumpen en Villeta, hasta la zona del puerto, disparando contra las fuerzas rebeldes hacinadas en la playa intentando cruzar el río. Cientos de muertos, entre ellos el capitán Juan Martincich.
 

19 de agosto,  unas 36 unidades de todo porte y calado, entre buques, chatas y lanchas de paseo, todas con banderas blancas de rendición, hacen su entrada a la bahía de Asunción.
 

20 de agosto, finalizan los combates con el triunfo de las fuerzas leales al gobierno de Morínigo. Miles de paraguayos van al exilio.

¿Por qué lucharon?

¿En qué se diferenció la Guerra Civil de 1947 de las del 1904 – 1911-1912, 1922-1923? - Dice el historiador Hérib Caballero Campos en un análisis publicado en el Correo Semanal del diario Última Hora.
 

“…Existía un ejército organizado que contaba con gran parte de su oficialidad profesionalizada; en segundo lugar, la alianza de gran parte del ejército, actor político desde el fin de la guerra por el Chaco con tres de los cuatro partidos políticos, con el fin de lograr elecciones libres y en igualdad de condiciones para la Convención Constituyente que modificase la Carta Política de 1940, que carecía de consenso de la sociedad…
 

…Se destaca la participación del Partido Comunista Paraguayo, defendiendo la ideología de clase, que fue legalizado en agosto de 1946 por primera vez…
 

…Con respecto a quienes sostienen que el bando “revolucionario” estaba influenciado por el militarismo – se conformó una Junta de gobierno Militar con sede en Concepción -, es un punto que no esculpa al sector gubernista que estaba encabezado por un general que había usurpado la presidencia…
 

…El aspecto democrático del bando insurreccionado se da en la alianza de los sectores tradicionales provenientes de la oligarquía terrateniente liberal con dos partidos antiliberales, el uno nacionalista, que mantenía un sector de derecha y uno de izquierda, la Concertación Revolucionaria Franquista que los había desalojado del poder en 1936; y el segundo que defendía la ideología marxista, y por lo tanto radicalmente opuesto a sus visiones económicas y sociales…
 

…Desde el punto de vista objetivo, lo lógico sería que el CRF se hubiese alistado a la ANR, pues tenían en común el nacionalismo y la reivindicación del agrarismo y su rechazo al sistema liberal, y así mismo hubiese ocurrido con el PCP, que se hubiese apoyado en la línea “campesinista y populista” del Partido Colorado…
 

…Eso no sucedió por el antagonismo que provocó el partido colorado durante la Primavera Democrática. Grupos de civiles armados, los Guiones Rojos, habían asaltado las imprentas donde se imprimían los periódicos El País, El Liberal y Adelante…
 

…Aparentemente todos los sectores conspiraban para quedarse con el poder, y los colorados hicieron la jugada anticipada, iniciando un período de persecución a sus rivales. Morínigo buscaba en esta pujas internas la posibilidad de retomar el poder en solitario...
 

…La victoria militar colorada de agosto de 1947 no trajo paz a la República, el consenso no existió…”

Los exiliados

Fueron al extranjero, con sus pocas pertenencias a buscar futuro que la intolerancia política les negaba, figura como Roa Bastos, Hérib Campos Cervera, Elvio Romero, Juan Bautista y José María Rivarola Matto, Néstor Romero Valdovinos y Oscar Ferreiro. A los que se sumaría Benigno Gabriel Casaccia Bibolini.
 

En el campo musical se daba el alejamiento de José Asunción Flores, Herminio Giménez, Francisco Alvarenga, Demetrio Ortiz, Ramón Maciel Romero y tiempo después, porque la diáspora continuaba, Carlos Lara Bareiro, Jacinto Herrera, Ernesto Báez, Nelly Prono y muchos más.
El ambiente cultural asunceno y el de la ciudades del interior directamente fueron truncados.


A estos debe sumarse el éxodo de cientos de dirigentes sindicales, jefes militares y líderes de los partidos políticos. Con lo que la vida social y gremial del país se empobreció notablemente. Se dio inicio a un largo período del partido único con la milicia a su servicio. Sistema que llevaría a su máximo nivel de perfeccionamiento el dictador Alfredo Stroessner.

Las funestas consecuencias
de este demencial enfrentamiento


Aunque los historiadores ven en la sublevación de los militares de Concepción el punto de partida de la guerra civil y los dirigentes políticos del sector democrático consideran este acontecimiento un lugar obligado para mostrar su capacidad de lucha y deseos de libertad, aún falta analizar en profundidad este proceso que tuvo como resultados terribles consecuencias tanto a nivel político como social y económico.
 

El exilio de la dirigencia, de los cuadros y militantes políticos, la praxis política en la clandestinidad, la ausencia de las fuerzas sociales para reivindicar derechos y mejores condiciones de vida, así como una sociedad quebrada y dividida, fueron algunos de los antecedentes que tuvieron vigencia y que influyeron, para que años después se instale en el país un proyecto más autoritario y dictatorial.
 

Esto debido principalmente a la maniobra realizada conjuntamente con los colorados y un sector de los militares, el 13 de enero, para la conformación de un gabinete compuesto por colorados y militares.

A partir de ese momento, el país se dividió en dos: por un lado, Morínigo apoyado por colorados, militares y los grupos de civiles armados (los pynandi); y, por otro, el sector llamado democrático que estaba integrado por febreristas, liberales, comunistas y un grupo de oficiales de las fuerzas armadas denominados institucionalistas.
 

Estos, además de plantear la salida de Morínigo del gobierno, reivindican un régimen democrático que sería instalado una vez que la Asamblea Nacional Constituyente defina las nuevas autoridades políticas.
 

Luego de seis meses de enfrentamientos, las fuerzas revolucionarias no pueden solucionar sus diferencias y en ataque sorpresivo llegan hasta Asunción sin poder finalizar el plan militar para hacerse del poder.
 

El general Higinio Morínigo, apoyado por las armas modernas entregadas por el presidente argentino Juan Domingo Perón, logró detener el avance de las fuerzas revolucionarias y derrotarlas a los pocos días de que estos llegaran hasta Asunción.


Conclusión

“…Todos actuaron invocando un sentimiento patriótico, aun cuando todos incurrieron en el error común de querer arribar a las soluciones por la vía de la violencia y de la imposición sectaria…
 

...La historia en su sentido de disciplina intelectual nos libera de la historia en su acepción usual de pretérito humano…
Liberarse de la historia es conocerla, admitirla y dejarla como lo que es, un hecho pasado consumado e irreversible, una fuente de experiencias que pueden servir de guía para encarar el futuro, para poder así avanzar por una senda más amplia, más justa, buscando un perfeccionamiento, un futuro mejor…” reflexiona Washington Aswell en su libro “Concepción 1947”.


Fuentes: Escritos de Antonio V. Pecci, Hérib Caballero Campos, Carlos Pérez Cáceres publicados en el Correo Semanal del diario Última Hora el sábado 10 de marzo de 2007.







 
 

1 comentario:

  1. ¿ Donde residía el Gral. Morínigo antes de mudarse a Muburuvichá roga , puede ser en la residencia de la familia Acevedo , adyacente al club Olimpia ?

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