miércoles, 17 de octubre de 2012

Historia del Partido Liberal - Por qué se recuerda el 18 de octubre


A 121° aniversario en que el Partido Liberal recurrió a la violencia 
Los motivos que desembocaron en el levantamiento armado del 18 de octubre de 1891

Escribe Julio Sotelo

Apenas terminada la guerra contra la Triple Alianza y cuando todavía, el último resto del escuálido ejército paraguayo se debatía aún en los estertores de la muerte en Cerro Corá, se inició la lucha política en el Paraguay.
Al comenzar las luchas cívicas, y en el torbellino de más de diez años de anarquía y de peleas estériles en el que naufragaron casi todos los militares sobrevivientes de la catástrofe guerrera, empezó también el combate a los regímenes de fuerza y contra los métodos violentos del gobierno, especialmente de parte de la juventud ilustrada de entonces. El gobierno de los López no pudo escapar de las críticas y ataques en estas refriegas.
El doctor Cecilio Báez, universitario brillante y líder de la juventud liberal, fue el portaestandarte de la lucha sin cuartel contra las tiranías.
El panorama político durante el régimen de los colorados fue sombrío entre 1870 y 1891. Diríase que el ansia de poder era la única filosofía del gobernante y el lucro su fin. En todos los órdenes reinaron la corrupción, la violencia, y las depredaciones subsiguientes a la revuelta.
Las elecciones eran burdas comedias. El “caballo del comisario” ganaba siempre la carrera, a las buenas o a las malas. Son famosas en la historia cívica paraguaya las elecciones de Villarrica, Concepción, de la parroquia de la Encarnación, etc.
Siempre los mismos aparatos de fuerza, siempre las mismas violaciones, de tal suerte que acudir a las mesas electorales para depositar el voto era un acto de heroísmo y un sacrificio; porque el que no era partidario del gobierno, se exponía a recibir un balazo o una puñalada.
El crimen político de mayor resonancia de la época fue el asesinato en masa de presos políticos, que se hallaban durmiendo en sus celdas. El 29 de octubre de 1877, fueron ultimados a tiros en la cárcel pública, el doctor Facundo Machaín, primer Presidente Constitucional de la post guerra del 70., el comandante José Dolores Molas, el médico Francisco Galeano, Francisco Regúnega, Franco y otros, quienes fueron las primeras víctimas de la violación de los derechos humanos en el Paraguay.
El diario “El Porteño” de Buenos Aires del 5 de noviembre de 1877, decía en un telegrama procedente de Corrientes, publicado en sus páginas: “…En este momento nos llegan espantosas noticias del Paraguay, el doctor Facundo Machaín, Francisco Regúnega y Molas que se hallaban presos han sido bárbaramente asesinados en la policía, estando en sus camas, por orden del Consejo de Ministros. El cadáver de Machaín está a bordo del Mesenger…”. Firmado: B. A. Barrios.
Un año después también fue muerto, a puñaladas, en plena calle de Asunción, Cirilo Antonio Rivarola, ex presidente de la República. ¡..Los crímenes políticos estaban a la orden del día…!

Las ventas de las tierras públicas y yerbales

En 1885, el gobierno del general Bernardino Caballero vendió la extensión de 3.294 leguas cuadradas del Chaco a un precio promedio de Un Guaraní y diecisiete céntimos la leguas, a 25 personas, y en 1886, la extensión de 2889 leguas cuadradas a Un Guaraní y cuarenta y ocho céntimos la leguas a 35 personas (este cálculo se hizo en 1951, por lo que hay que situarse en ese tiempo para saber que se compraba por Un Guaraní y comparar el valor de las tierras vendidas).
Es decir, en dos años solamente, fueron vendidas 6183 laguas cuadradas del Chaco. En total, las tierras vendidas al finalizar el año 1890 alcanzaban a 7035 leguas cuadradas, al precio de 906.324 pesos de la antigua moneda (en 1951 esto era Gs. 9063, suma que cualquier empleado del gobierno gastaba en una noche de ruleta).
Todas estas tierras fueron vendidas a 79 personas únicamente. Además, fueron transferidas a los tenedores de bonos de los prestamos ingleses la isla Yacyreta, que tenía 20 leguas cuadradas (ver en detalles en el libro del doctor Carlos Pastore: “La lucha por la tierra en el Paraguay”).
En 1886 el Estado era dueño del ferrocarril Asunción-Paraguarí, en una extensión de 72 kilómetros, y contando con el producido de la venta de más de 16.000 leguas de tierras, bosques y yerbales, se resolvió la prolongación de la vía hasta Villarrica, en una extensión de 78 kilómetros más.
El producido de la venta de tierras públicas se evaporaba a medida que se recogía. Entonces se resolvió, la venta definitiva del ferrocarril, con la condición de la prolongación de sus rieles hasta Villa Encarnación. Se vendió en 1889 y las 210.000 libras esterlinas, importe de la mitad de la venta, llegada de Londres, se liquidaron rápidamente por los gobernantes colorados. La otra mitad, el Estado se hizo accionista de la sociedad constituida en Londres.

Bancarrota financiera

Una terrible fiebre de conseguir dinero atacó a los gobernantes de la post-guerra. Es verdad que el tesoro público quedó exhausto a la terminación de la contienda guerrera del 70 y que fueron muchas las necesidades para la reconstrucción nacional; pero en ninguna historia se ha leído los préstamos y emisiones, hipotecas y ventas de bienes del Estado – que luego fueron devastadas – como los realizados en aquella época.
El doctor Silvio Macías escribió en su obra Morínigo y la horda roja: “…Vendieron los bosques, los ríos, las fuentes, los salmos, los besos…. La realidad es que vendieron todo eso y mucho más. Vendieron el Palacio de Gobierno, la Casa de Justicia, el crédito público, el contralor de las finanzas del Estado, los privilegios públicos, la explotación y venta de los yerbales, la propiedad de la línea férrea…”.
Veamos la documentación de las afirmaciones precedentes, leyes y decretos: El 29 de julio de 1887, el general Patricio Escobar  autoriza la venta del potrero Bobí-mí (Humaitá). El 13 de setiembre de 1887 autoriza la inversión del producido de las ventas de tierras públicas para amortización de la deuda interna. El 22 de setiembre del mismo año vende la línea del ferrocarril Asunción Villarrica, al señor Guillermo Stewart.
El 13 de abril de 1888, el general Patricio Escobar entregó 500 leguas a los tenedores de bonos ingleses incluyendo la isla Yacyreta.
Por ley del 24 de abril de 1890 se autoriza la emisión de fondos públicos con carácter de deuda externa hasta 500.000 libras esterlinas, para ser entregados una parte al banco del Paraguay y Río de la Plata en pago de 20.000 acciones suscriptas por el gobierno. El resto quedó a disposición del gobierno.
El 25 de julio de 1890 se autoriza la emisión de 5.000.000 de pesos oro en títulos de “Deuda amortizable”. Se garantiza con las rentas aduaneras.
El 12 de diciembre de 1890 se dispuso la entrega del cobre existente en tesorería general de la Nación al Banco Nacional para ponerlo en circulación por su valor representativo.
Por ley del 18 de diciembre de 1890 se autorizó la emisión de cédulas hipotecarias en billetes de curso legal hasta 3.000.000 de pesos.
Por ley de la misma fecha se autoriza la contratación de un préstamo en el exterior hasta 2.500.000 pesos oro. Se afecta en garantía el producido de la contribución directa, las acciones del Estado en el F.C.C.P. (1.050.000 $) y del 25 % de las rentas aduaneras.
Por ley del 24 febrero de 1891 se autoriza al Banco Hipotecario del Paraguay a emitir cédulas hipotecarias en billetes hasta $ 3.000.000 y el 12 de mayo de 1891 se autoriza la emisión hasta $ 1.400.000.

La protesta armada

Así se gobernaba el Paraguay y en esta forma patriarcal disponían los colorados de los bienes nacionales. Exactamente como lo hicieron los herederos y correligionarios de Bernardino Caballero hasta el 15 de agosto de 2008.

El Partido Liberal combatió la inmoralidad administrativa y denunció a los culpables desde la prensa, el parlamento, en los mítines públicos y en todas las formas posibles.
José de la Cruz Ayala y sus partidarios habían sido asaltados por milicianos colorados en las elecciones parlamentarias en Ybycuí, generándose una violencia política entre ambos bandos.  Este hecho convenció a los liberales de que tomar el poder por vía electoral era ingenuo. Decidieron tomar las armas para el efecto. 
Cuando se cerraron las urnas a la oposición, cuando los mercaderes oficialistas hicieron oídos sordos al clamor popular, el Partido Liberal recurrió a la violencia, a la protesta armada… De allí, el movimiento reivindicatorio del 18 de octubre de 1891 y la revolución libertadora de agosto de 1904.
Los liberales, que ya no soportaban lo que calificaron como “la tiranía”, se levantaron contra ella, figurando a la cabeza de los revolucionarios, sus principales jefes. Del plan de derrocar al gobierno colorado de Juan Gualberto González se encargaron Antonio Taboada como jefe político, y el mayor Eduardo Vera como jefe militar.
Para el efecto fue organizado un Comité Revolucionario, cuyo liderazgo fue confiado al mayor Eduardo Vera, lugarteniente del Gral. José Eduvigis Díaz, héroe de la Batalla de Curupayty, de Corrales, Tuyutí, Acayuasá, Timbó, Isla Poí, Ytororó, Abaí y del abordaje de los acorazados brasileños en la guerra contra la Triple Alianza.
Fue designado Jefe Civil de la Revolución don Antonio Taboada y la Junta Ejecutiva estuvo constituida  por el mayor Eduardo Vera, don Antonio Taboada, don Pedro P. Caballero y don Juan Bautista Rivarola.
Un Manifiesto divulgado ese día por el Centro Democrático explicó los motivos del alzamiento armado: “…Las Revoluciones son sagradas cuando ellas tienen por objeto restablecer el imperio del derecho vulnerado, recobrar el poder usurpado, reparar grandes injusticias o reivindicar la honra nacional ultrajada. La Revolución que promovemos responde a esos fines…”
Se contó para el golpe con el apoyo del propio administrador de Aduanas, don Juan Bautista Rivarola. Gracias a ello se habrían  podido introducir al país armas y municiones. Como era domingo, los soldados estarían de franco y se suponía que sería difícil organizarlos para repeler la intentona. Dos cuarteles debían ser atacados simultáneamente: el de la Escolta Presidencial y el de Infantería. En uno de los sitios que debían ser atacados se hallaba el Regimiento de Artillería, con ocho cañones Krupp y cuatro ametralladoras. Después de ser tomados los cuarteles, los revolucionarios intimarían la rendición a la Policía.-
En el plan de la Revolución, incluía la detención de los generales Bernardino Caballero y Patricio Escobar. Una vez logrado el triunfo, asumiría el poder una Junta Revolucionaria hasta las elecciones para Presidente, Vicepresidente y miembros del Congreso. El Poder Judicial sería disuelto y reorganizado. El candidato a Presidente sería Don Antonio Taboada. El mayor Eduardo Vera había rechazado  la postulación.-
Según una publicación de la época, para la ejecución del golpe se organizaron siete grupos, cada uno con unos 25 a 30 hombres, con distintos puntos de concentración. El del mayor Eduardo Vera, que tendría la responsabilidad principal, se reunió en la casa de don Pastor Cabañas Saguier, en el Paraguayo Independiente Nro. 48. En el puerto, unos 70 a 80 hombres subieron a tres tranvías tirados por caballo que, por El Paraguayo Independiente, hacían trayecto hacía la Catedral, supuesto destino del grupo, que pretextaba dirigirse a un bautismo.
Al llegar a 14 de Mayo descendieron y alrededor de las 19:00 horas, se arrojaron sobre la guardia del cuartel de la Escolta Presidencial (en el local que sería después, durante décadas, sede de la Escuela Militar).
Durante la toma de la guardia del cuartel fueron muertos los coroneles Ángel Ozuna, comandante de la Escolta, Santos Miño, subcomandante, éste había recibido en la confusión, un certero balazo al corazón. El triunfo parecía un hecho, pero en el interior del cuartel, las fuerzas gubernamentales reaccionaron con el concurso del Ministro de Guerra, general Juan Bautista Egusquiza, y lograron herir de muerte al mayor Eduardo Vera y al Diputado Juan Machain, quienes fallecieron horas después. Entre los heridos figuraban Bartolomé Yegros, Vicente Espínola, Emilio Saguier, Nicolás Bragas (el famoso “Lampiño”) y muchos caudillos populares.
Poco después llegó al cuartel, don Antonio Taboada, intentando reemplazar al Mayor Eduardo Vera para proseguir la lucha. Se mantuvo hasta cerca de la medianoche cerca de los corredores del cuartel, pero viendo que las fuerzas gubernamentales ya estaban bien organizadas, desistió de la idea.
Otro grupo revolucionario, comandado por don Pedro P. Caballero, llegó con cierto retraso por el lado de la barranca del río, detrás del viejo Cabildo, con el fin de tomar el cuartel de la Infantería. Este ya se había puesto sobre las armas. En las primeras escaramuzas, el comandante del cuartel cayó fulminado de un balazo disparado por los insurgentes. Después de tres horas de denodada lucha, se impusieron los gubernamentales.
El Jefe de la Aduana, don Juan Bautista Rivarola, al mando de otro grupo, había ocupado la Capitanía General del Puerto, pero la abandonó más tarde por falta de apoyo, retirándose a bordo del buque “Teniente Herreros” que llegó hasta Formosa (Argentina).
El grupo al mando de Fabio Queirolo hostigó a la Policía desde los corredores del actual Palacio Legislativo, reteniéndola en su cuartel, para que el grupo de Pedro P. Caballero subiera por el barranco del río para atacar el cuartel de la Infantería.
El general Bernardino Caballero que debía ser tomado prisionero en su casa, en la esquina de las actuales calles Coronel Bogado y México, por un grupo al mando del revolucionario coronel José del Carmen Pérez. Los rebeldes lograron entrar en la casa del general, pero fueron rechazados a tiros.
Ya muy avanzada la noche del domingo 18 de octubre, algunos insurgentes intentaron otros ataques. Pero el orden la restablecieron los gubernamentales que respondían al Presidente Juan Gualberto González, que sufrió una de la más dura prueba del que emergió airoso.
Al día siguiente, lunes 19 de octubre del año 1.887, se decretó el Estado de Sitio  en toda la República por treinta días. Bajo esta disposición fueron detenidos más de 140 liberales. Los miembros del Centro Democrático fueron apresados, entre ellos, Ignacio Ibarra, Manuel Irala, José Macias, José Urdapilleta, Fernando Saguier, Manuel I. Frutos, Francisco Guanes, Benigno Riquelme, Fernando Carreras, Víctor y Enrique Soler, Manuel Ávila y muchos más, a quienes por disposición expresa del Presidente Juan Gualberto González, se los trató con toda la consideración. Pero en las campañas, las autoridades cometieron inauditas vejaciones en las familias liberales.
Además, se comenzó a destituir a numerosos funcionarios públicos que habían tomado parte del abortado Golpe de Estado, entre ellos Antonio Taboada, miembro del Consejo Superior de Educación y Juan B. Rivarola, Administrador General de Aduanas, miembros del comité organizador del atraco, junto con Eduardo Vera y Pedro P. Caballero, que habían traicionado su compromiso de lealtad con el gobierno del que formaban parte y al que, por otro lado, habían contribuido a entronizar.
El Centro Democrático quedaba de esa forma derrotado por las armas, y sus dirigentes fueron presos y obligados a huir otros al extranjero. Pero el triunfo moral fue de los opositores, a tal punto que el episodio ocasionó una escisión en el partido de gobierno, formándose dos grupos: El Caballerista y el Egusquizista.
El 18 de octubre de 1891 se constituyó en la llamada “utopía liberal”: Gobierno de las leyes, honestidad en el manejo de fondos públicos, concurso de los mejores para integrar los poderes del Estado, libertad política y económica, defensa del Chaco frente a las primeras incursiones bolivianas al territorio del Chaco y plena vigencia de los derechos del hombre y del ciudadano.
Si bien la rebelión del 18 de octubre no logró éxito en los hechos, sirvió de precedente para la Revolución de 1904, que elevó al Partido Liberal al gobierno, dando inicio así al período de gobernantes liberales, donde resaltaron las figuras de Cecilio Báez, Benigno Ferreira, Manuel Gondra, Eduardo Schaerer, Manuel Franco, Eligio Ayala, José P. Guggiari, Eusebio Ayala, Félix Paiva, entre otros.

El origen de la polca 18 de octubre

Unos músicos que habían llegado hasta Asunción, desde San Juan Bautista de las Misiones, los tres hermanos Barrios, Cornelio, Pedro, Doroteo y el profesor Delfín Chamorro, con el fin de estrenar esa noche en uno de los cuarteles una alegre polca en homenaje al coronel Santos Miño, por su reciente ascenso. No pudieron cumplir con su propósito debido a la muerte de éste.
Uno de los hermanos Barrios, sargento del cuartel atacado, pereció en el golpe. Pero los demás autores de la polca la hicieron escuchar al general Egusquiza, quien habría tenido la idea de cambiarle de nombre y, en vez de “Coronel Santos Miño”, se convirtió en “18 de Octubre”, como homenaje a los caídos en defensa del gobierno.
Paradójicamente, la polca fue reivindicada por los liberales, hasta convertirse en el Himno oficial del Partido.

El Centro Democrático reanuda las sesiones para reorganizarse

El Centro Democrático, muy golpeado como consecuencia del fracaso del golpe, recién fue reorganizado en agosto de 1.892 en una Asamblea que tuvo lugar en una casa que las crónicas de la época mencionan como “al lado de la Iglesia de San Roque”. En donde fue electo Presidente: don Manuel I. Frutos, a quien acompañó, como vicepresidente, el Dr. Cecilio Báez. Ese mismo año volvieron al país del exilio Juan Bautista Rivarola y don Antonio Taboada, sin ser molestados. El primero de ellos falleció poco después, de enfermedad.-
Con  el fallido golpe afloraron las divergencias dentro de los dos Partidos. La línea que dividía  a los democráticos entre moderados y radicales se profundizó gravemente. Al mismo tiempo, dentro del Partido Republicano (Colorado) también se agudizaron las desconfianzas contra el Presidente González. En un principio se habló de que Egusquiza sería el candidato oficialista.
Pero luego se fortaleció el Rumor de que en realidad, El Presidente Juan Gualberto González Alentaba la candidatura de José Segundo Decoud, su concuñado.
El grupo Caballerista se vio desplazado y la campaña electoral dio lugar a algunos incidentes entre ambos sectores.
El 31 de agosto de ese año, la Comisión directiva del Centro Democrático emitió un comunicado, como consecuencia de que siguieron las persecuciones a los liberales, sobre todo en los pueblos cercanos a la capital, protestando por “los hechos vandálicos y sangrientos, cometidos contra las personas y las propiedades de nuestros amigos políticos. Añadía la protesta que muchos liberales “han sido maltratados de hecho y otros han sido muertos, quedando abandonados sus cadáveres en los montes, y que las autoridades superiores se mantienen en un mutismo e inacción culpables, a pesar del grito de condenación de tales excesos que la opinión general y la prensa independiente han lanzado en desagravio de la justicia y de los fueros de la humanidad violados tan a mansalva y con alevosía.
Que estos abusos violatorios de los derechos humanos, indignos de los pueblos civilizados, no pueden ser silenciados por la Comisión Directiva del Centro Democrático, sin faltar a los deberes que le son impuestos por la representación que inviste por su propio decoro y por la dignidad del Gran Partido Liberal a cuya cabeza se encuentra.

Los colorados piden votos a los seguidores del Centro Democrático y ésta agrupación se convierte en Partido Liberal
                        
El Centro Democrático crecía constantemente. Las autoridades del interior ejercían presión violenta contra los seguidores del Centro Democráticos, para obligarles a afiliarse al Partido Nacional Republicano, pero aquellos, a pesar de todo, enviaban su adhesión al Centro Democrático, según consta en las Actas del 27 de enero y del 13 de marzo del año 1.893.
En la sesión del 27 de mayo del año 1.893 se levantó la abstención electoral y el Partido se preparó para sostener sus propios candidatos a la Presidencia y a la Vicepresidencia de la República.
Los principales dirigentes del Partido Colorado buscaron el voto de los liberales para sus respectivas candidaturas. Así, Don José Segundo Decoud   (*)  (El redactor del Acta Fundacional del Partido y de los Estatutos de la Asociación Nacional Republicana), expresó al Presidente del Centro Democrático, Don Antonio Taboada, que tenía buena predisposición para con el Partido Liberal, y que en caso de que su candidatura a la Presidencia de la República fuera proclamada, solicitaría el concurso de los liberales. Esto consta en el Acta del 30 de septiembre del año 1.893.
Por su parte los generales Bernardino Caballero y Juan Bautista Egusquiza, candidato el primero por el Partido Nacional republicano, y el segundo por los disidentes colorados, buscaron también el apoyo de los seguidores del centro democrático. Pero El centro Democrático dispuso que los correligionarios no debían decidirse a favor de uno u otro, “ni directa ni indirectamente” – según resolución del 24 de noviembre de l año 1.893.
En la sesión del 28 de diciembre, el Presidente del Centro democrático señor Manuel I. Frutos, informó que el general Egusquiza les había invitado al Dr. Cecilio Báez, a Don Antonio Taboada y a él, para proponerles un acuerdo entre los Egusquicistas y liberales. Similares gestiones realizaron el General Patricio Escobar y Don Agustín Cañete a favor de los caballeristas.
Las conversaciones prosiguieron hasta el que el 22 de enero del año 1.894. a moción del señor Antonio Taboada, se resolvió suspender todo posible acuerdo con cualquiera de las fracciones coloradas. Finalmente, en sesión del 6 de julio del año 1.894 se ratificó la resolución de no aceptar el acuerdo planteado.
En la sesión del 17 de septiembre del año 1.894, se verificó la fecha de la fundación del Partido Liberal y así de estableció en el Artículo Primero de los Nuevos Estatutos: El Partido Liberal, fundado definitivamente el 10 de julio del año 1.887, se llamará en adelante Partido Liberal.

Alternativas políticas de la era liberal

La revolución de 1904

La Revolución de 1.904 fue un despertar nacional, un movimiento de mejor cultura, en que participó la juventud intelectual, juntamente con campesinos, obreros y pequeños comerciantes, que buscaban el afianzamiento del orden, de la libertad y de la justicia.
 A instancia de los Egusquizista, el gobierno adquirió el vapor “Sajonia”, con el propósito de crear la marina mercante nacional. Pero dicho barco fue tripulado por los conspiradores, y artillado por los capitanes de navío Manuel J. Duarte y Elías Ayala, quienes se hallaban incorporados a la marina de guerra argentina.
            En buque “Sajonia” partió de La Plata y remontó el río Paraná. El gobierno colorado hizo gestiones ante el gobierno argentino, para que el mencionado barco fuera capturado como pirata. Pero este eludió a la Prefectura de Corrientes y entró en agua del río Paraguay. La revolución había estallado.
El general, doctor Benigno Ferreira fue designado Comandante en Jefe de las Fuerzas Revolucionarias. Se incorporaron a ellas los militares y marinos egresados  de las respectivas escuelas de la Argentina y Chile. La juventud cívica, dirigida por los hermanos Higinio y Heliodoro Arbo, Carlos L. Isasi, Adolfo Soler (padre del destacado Pintor Ignacio Núñez Soler que antepuso en apellido materno de Núñez en rechazo a su padre, pues se hizo anarquista, y su padre liberal), Manuel Benítez, y la Juventud Radical, dirigida por Manuel Gondra, Eduardo Schaerer, Manuel Franco, Gualberto Cardús Huerta y José P. Montero, aportaron un buen caudal ciudadano.
El  doctor Manuel Domínguez (llamado el Alma de la raza), vicepresidente de la República y colorado Egusquizista, se incorporó a la Revolución, previo a un  Manifiesto condenatorio del régimen del coronel Antonio Escurra (protegido de Bernardino Caballero), al que lo trató del más analfabeto de los gobernantes que tuvo el Paraguay.
Otro tanto hizo don Arsenio López Decoud, quien llegó a comandar un batallón. También hicieron Senadores y Diputados colorados. Se alzaron, pues, contra el gobierno, no solo los liberales, sino también respetables miembros del Partido Colorado que no comulgaban con los caudillos posesionados del poder.
Los revolucionarios establecieron su cuartel general en Villeta. En sus proximidades ocurrió el abordaje del vapor gubernista artillado “Villa Rica”, comandado por don Eduardo Fleitas. Con Posterioridad, los colorados fueron igualmente batidos en tierra, en el combate de Ytororó.
Durante el desarrollo de las operaciones, fue constituida en  Buenos Aires una Comisión “Pro-Pace”, integrada por distinguidas personalidades argentinas y presidida por el Obispo de Jasso, doctor Gregorio Ignacio Romeo, e integrada por Rafael Obligado y Gabriel Carrasco. Su Objeto fue mediar entre los contendientes para lograr la paz. Las gestiones fueron fructíferas, y así se firmó el “Pacto de Pilcomayo”, por el que se dio fin a las hostilidades, en diciembre de 1.904.

Los gobiernos liberales

Con el triunfo de la Revolución, los liberales se hicieron cargo del gobierno, aumentadas sus filas con la incorporación de muchos colorados de jerarquías. La juventud intelectual había ingresado al liberalismo.
LOS CUATRO PRIMEROS DOCTORES EN CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES DEL PARAGUAY, EGRESADOS DE LA FACULTAD DE DERECHO; Cecilio Báez, Emeterio González, Benigno Riquelme y Gaspar Villamayor, eran liberales. Además ingresaron en filas del liberalismo, hijos de colorados eminentes, como el caso del hijo del general Patricio Escobar.
El Partido Colorado quedó en la oposición: no obstante, muchos de sus integrantes ocuparon cargos públicos, durante toda la era liberal, en el Poder Judicial, en la diplomacia, en la enseñanza pública, y, durante ciertos períodos, en el Poder Legislativo, debemos citar a Francisco Chávez, Pedro Peña, Federico Codas, Ignacio A. Pane, Ricardo Odriozzola, Antonio Sosa, Fulgencio R. Moreno, Juan E. O’ Leary. Tomás Salomón, Eduardo López Moreira, Eleuterio Fernández, Isidro Ramírez, Federico Chávez y Guillermo Enciso Velloso. Aquí no se cita a quienes actuaron en el Congreso en representación del Partido Colorado.
Terminada la Revolución el 19 de diciembre de 1.904, fue designado Presidente de la República don Juan Bautista Gaona. Durante su gobierno comenzó a perfilarse nuevamente el desacuerdo de los sectores “Cívico” y “Radical”. El Ministro de guerra, general benigno Ferreira – del grupo de los “Cívicos” presionó para provocar la renuncia del nuevo mandatario. Renunciante el Presidente Juan Bautista Gaona, fue designado para reemplazarle el doctor Cecilio Báez, en diciembre del año 1.905.
Llamado el pueblo a elecciones, resultaron electos Presidente el general y doctor Benigno Ferreira y Vicepresidente Don Emiliano González Navero, quienes asumieron sus cargos el 25 de noviembre del año 1.906.

¿Qué hizo el Partido Liberal en 35 años de gobierno?
(Diciembre de 1.904 – 7 de setiembre de 1940)

¿Qué hizo el Partido Liberal en alrededor de 35 años de gobierno?. Esta es la cantinela de los adversarios políticos. Y muchos liberales, sobre todo, los de las nuevas generaciones, no saben contestar, porque no han tenido a mano una documentación como esta, organizada y objetiva, y porque, prácticamente, en todo el período de la anarquía reinante desde la terminación de la guerra del Chaco, la Prensa Liberal estuvo silenciada y el Partido no pudo defenderse.
Puede decirse que, en 1.904,  el Paraguay apenas había restañado sus heridas de la guerra del 70. Después de la hecatombe, el país quedó despoblado, y su economía y finanzas arrasadas.
Los gobernantes colorados de la posguerra obtuvieron de Inglaterra un préstamo, que no fue usado en su totalidad para la reconstrucción del país, pues gran parte de las libras esterlinas fue a parar en los bolsillos de los que mandaban. Por eso el Estado no pudo, durante muchos años, ni siquiera pagar los intereses y las amortizaciones respectivas, con lo cual el Paraguay perdió su crédito internacional.
Aun durante la época de los gobiernos liberales, esa tremenda carga siguió pesando, aumentada con los gastos que demandaron los preparativos para la defensa del Chaco.
En el año 1.904, todo estaba por hacerse: organizar la administración, formar el personal administrativo, propender a la  producción de la riqueza, encauzar el comercio, resolver los graves problemas monetarios, dar instrucción al pueblo, formar maestros, atender la salud pública, forjar un ejercito organizado y profesional.....en pocas palabras, estructurar un nuevo Estado.
Al hacerse cargo del gobierno el Partido Liberal, en 1.904, comenzó el progreso, la ciudad de Asunción fue iluminada a gas. Ocho años después, durante el gobierno de Don Eduardo Schaerer, ya teníamos energía eléctrica y los tranvías ya se movían con electricidad.
La vía férrea llegó hasta la ciudad de Encarnación. Las calles fueron pavimentadas. En 1.906, el Presidente, doctor Cecilio Báez decía en su mensaje al Congreso, que estaban pavimentadas 16 cuadras céntricas.
Al terminar la era liberal, lo estaban más de mil cuadras. Y  todo esto sin apelar a préstamos del extranjero.
En lo que concierne a la salud pública, no existían los grandes hospitales civiles ni militares de la capital, ni los regionales del interior. El mismo mensaje, de 1.906, decía: “La asistencia pública cuenta ya con una sala de maternidad y una farmacia, y en breve contará con una sala de primeros auxilios.
Es decir que el Estado Paraguayo disponía en 1.906 de no más de lo que en 1.932 tenía cualquier obraje particular de la República.
 Respecto a otra oficina pública, agregaba el documento: “A pesar del celo desplegado por el director general del Registro Civil de las personas para ponerlo en buen pie, la insuficiente instrucción de los Jueces de Paz encargados de llevarlo en la campaña”. Varios de éstos no sabían redactar un acta de defunción ni una partida de nacimiento.
Tal era el estado desolador del país al iniciar sus funciones el Partido Liberal. No había recursos que permitieran llevar a cabo la inmensa obra que el país requería: no había población suficiente; No teníamos el número indispensable de hombres preparados para desempeñar las funciones públicas. Todo Había que crearlo, reformarlo o mejorarlo. Y así se hizo.

La orientación política del Partido Liberal a los funcionarios públicos

En la función pública, los miembros del Partido Liberal pusieron en práctica el principio sustentado en el llano, de que el MANDO debe ser ejercido con el consenso de los gobernados respetando, las libertades esenciales de la Personalidad Humana, la capacidad y la idoneidad de los que están en la función pública para administrar los recursos del estado.
El Doctor Cecilio Báez, uno de los maestros del liberalismo, expresaba en 1.906, en oportunidad de inaugurar las sesiones de la legislatura, en su carácter de Presidente provisional de la república: “la Prensa política no puede no puede vivir sino dentro del régimen de la libertad, el número de periódicos se ha multiplicado por doquier, hecho que demuestra que las garantías constitucionales son reales y efectivas.
El progreso político se hace visible, además en las organizaciones de las entidades obreras con el fin de reclamar a sus patrones una justa remuneración por sus trabajos. Ya entonces el gobierno se preocupaba de la situación de los sectores obreros, amparándolos en sus demandas de justa remuneración, sin que el Estado se inclinara al paternalismo, atentara contra los derechos del hombre y del ciudadano, ni que se convirtiera en un ente todopoderoso; por el contrario, esa defensa del trabajador mantenía intactos los caracteres y requisitos del Estado Liberal de derecho.
Referente a la REFORMA AGRARIA, el Presidente provisional, Doctor Eusebio Ayala, tildado de “reaccionario capitalista”, decía en su mensaje de 1.921 al Parlamento: “...La actual repartición de la tierra no es el resultado de un plan económico ni político. El Estado, a fines del Siglo pasado, se despojó de la mayor parte de su rico patrimonio para obtener recursos: (Bernardino Caballero vendió casi todas las tierras fiscales a precios irrisorios, a patacones las leguas). Para vivir, sacrificó su capital.
Las leyes conocidas de ventas de tierras públicas, fueron dictadas con la precipitación propia de la imprevisión. Y las mejores tierras del Paraguay fueron vendidas a precios de regalos. Las tierras pasaron  de la propiedad del estado a la  de algunos capitalistas extranjeros.
           De la ACCIÓN política y SOCIAL, el Presidente doctor Manuel Franco se ocupa en su mensaje de 1.918. “Es Nuestro deber  es anticiparnos a satisfacer la parte de las reivindicaciones en que el obrero tiene razón y procurar desviar su criterio impresionable, de las peligrosas utopías a que se muestra tan aficionado. Lo primero en que cabe darle la razón es en sus críticas contra las carestías de la vida...”

La defensa del empleado público

En 1.921, el Presidente Manuel Gondra se refería, en su mensaje anual al Parlamento, al Estatuto legal del funcionario público. Decía lo siguiente: “ los Ministros consideran debidamente este asunto, con el criterio de que debe mejorarse la CONDICIÓN DEL EMPLEADO PÚBLICO, dentro de una regla que no rompa el equilibrio de la jerarquía, creando desigualdades injustas entre personal administrativo del mismo valor”.

Las leyes electorales

La primera ley electoral fue sancionada en el año 1.870, juntamente con la Constitución Nacional. El voto era cantado y se resolvían las elecciones por simple mayoría de votos. Treinta y un años después, en la era liberal, en 1.911, se dictó la primera reforma con la ley Paiva. Con esa ley se creó el padrón cívico y la Junta Receptora y se establecieron las penalidades para los fraudes electorales.
 En el último año de la presidencia del señor Eduardo Schaerer, se inició en las Cámaras el estudio del Proyecto de la nueva ley electoral, en el que se adoptaba la lista incompleta y el voto secreto. Se organizaron las Juntas inscriptoras. Esta ley fue puesta en vigencia por el Presidente Manuel Franco, en 1.917.
En el año 1.918, se creó el Registro Cívico Permanente. En 1.924 se estableció el Voto Obligatorio, y la intervención en las mesas, de los candidatos y representantes de Partidos para los escrutinios.
En 1.926 y 1.927 se dictaron nuevas reformas de la ley electoral con el concurso del Partido Colorado, que actuaba en la oposición. Se formó el padrón electoral de extranjeros. En 1.928 se perfeccionó el sistema electoral municipal.
Si el Servicio Militar Obligatorio fue decisivo para la formación del Ejercito Nacional, en lo civil el Voto Secreto y Obligatorio lo fue para la educación cívica de nuestro pueblo y para la normal constitución de los Poderes del Estado.
En el año 1.920, el Presidente de la República, doctor José P. Montero, decía en su mensaje a las Cámaras, refiriéndose a la implantación de la nueva Ley Electoral y creación del Registro Cívico, que el porcentaje de participación, en la inscripción de ciudadanos nacionales y extranjeros era exiguo.  “Es un dato revelador la indiferencia del electorado por el ejercicio del derecho cívico por excelencia, debido, tal vez, a la novedad de la ley, o a su relativa complicación, o a la carencia de instrucción cívica, o a la falta de hábito o interés, ya que no podrían alegarse las deficiencias de aquella, que ampara el derecho y la libertad de todos, ni las intromisiones indebidas de autoridades y funcionarios encargados de velar por su ejercicio, que han dado ejemplo de ecuanimidad, y de respeto a los derechos ciudadanos”.
Para instruir al pueblo en el ejercicio del derecho del voto, el Presidente Montero sugería que “los Partidos Políticos y la Prensa Nacional, que contribuyeron a encarecer y exaltar el cambio en el Sistema Electoral, alentando y aplaudiendo los progresistas designios que presidieron la sanción de las leyes a que me refiero, tendrían una hermosa y patriótica tarea que desarrollar, induciendo los primeros a sus afiliados y la segunda al pueblo en general, a concurrir a prestigiarlas con el ejercicio de los derechos que les reconocen y el cumplimiento de los deberes que les imponen, afirmando y robusteciendo, así, el imperio de la voluntad y la soberanía populares”.
 El Presidente, Manuel Gondra, refiriéndose a la reducida inscripción de los ciudadanos en el Registro Cívico, la atribuyó a dos motivos esenciales: “la falta de una penalidad expresa, que le obligue a inscribirse a todos los ciudadanos que se encuentren en las condiciones legales de hacerlo, y la adopción que se viene practicando del Registro Cívico Nacional como base para el sorteo de los ciudadanos de 18 a 19 años que deben llenar el Servicio Militar Obligatorio y funciones policiales”.
El Presidente provisional doctor Eusebio Ayala expresaba en 1.922: “…La ley Electoral que poseemos ha realizado un adelanto sensible en nuestro desenvolvimiento político, aun cuando no pueda decirse que esté exenta de objeciones doctrinarias y empíricas. La gran reforma con que ahora cabe completar esta conquista cívica, será la que nos permita adaptar nuestros hábitos de pensar y de obrar. Ninguna ley  es capaz de asegurar la pureza del sufragio cuando los Partidos se empeñan en falsearlo…”
Por su parte, el Presidente doctor Eligio Ayala decía en uno de sus mensajes: “…El respeto a la decisión de la mayoría, es una necesidad y un deber: La obediencia a las leyes es la condición de la vida social, es la garantía de las libertades del ciudadano. Pedir su desobediencia y consentir en su menosprecio es abrir cause a la relajación de la vida civil, a la disolución social…
…Abolida la ley, la suerte de la sociedad quedaría librada a los instintos; estaría sometida a la voluntad discrecional del más fuerte, o se desintegraría en el sectarismo. En toda convivencia social es ineludible que cierto ritmo se imprima en las actividades sociales, no para trabarlas o inmovilizarlas, sino para que converjan hacía el bienestar personal y colectivo…
…El gobierno republicano es de opinión, y, en consecuencia de libre deliberación. Por esa razón, es igualmente incompatible con el despotismo y la demagogia…”.
Y agregaba el Doctor Eligio Ayala:  “Es oportuno decir aquí lo que entendemos por oposición; En una organización como la nuestra, asentada sobre la presencia en el Parlamento de sólo dos grandes Partidos, uno de mayoría y otro de minoría, la función de ésta no debe ser de negación sistemática a todas las iniciativas de la mayoría. Si la mayoría adoptase para sus decisiones un criterio de negación, tendría en sus manos la forma de guillotinar por votaciones precipitadas e inconsultas toda tentativa de contralor de la minoría.-
Una acción extrema de una y otra parte tendería a reducir necesariamente a la nada la acción directiva que a ambos corresponde por mutua y recíproca compenetración que cabe esperar del permanente comercio de ideas. Examen sereno, ecuánime, desapasionado, honrado, de todas las cuestiones”.-
 “La vida parlamentaria es una gran escuela de hombres públicos. No debemos perder de vista la necesidad de ir formando hombres de Estado, la clase dirigente de nuestro país, una élite que por su preparación tenga la virtud de inspirar a su respeto confianza, no sólo en el seno de cada Partido, sino de Partido a Partido, y también a todo el país”.  -  
“…Cuando hayamos realizado este ideal de Cultura política, yo creo que los Partidos no suscitarán los recelos que hoy despiertan, y entonces nos será dado alimentar la esperanza de que los Partidos se turnen en el gobierno, sin desazones para nadie…”.

Política económica y financiera

Los gobiernos liberales comprendieron que, sin una política económica y financiera adecuada, no era posible propender al bienestar del pueblo y al progreso del país. Dicho está que el crédito internacional era nulo. No se pudo contar con el apoyo extranjero, porque el país estaba desacreditado desde la época del préstamo inglés dilapidado poco después de terminada la guerra contra la Triple Alianza.-
 La orientación de los gobernantes liberales en materia económica y financiera, siempre estuvo de acuerdo con los cánones modernos. Y en la aplicación de los recursos del Estado, los gobiernos liberales dieron prueba de una acrisolada honradez.-
Ya en 1.910 el Presidente Manuel Gondra decía: El nuevo orden en el mundo se está operando sobre la base de que el factor humano debe ser el que prime en la consideración de los gobiernos – Con lo dicho se prueba que los gobernantes, en vez de alentar un mero afán fiscalista, tenía en cuenta al  hombre, al ciudadano, al pueblo.-
Siempre la mira puesta en el pueblo, en la colectividad, ante que en el Estado mismo. En 1.914, el Presidente don Eduardo Schaerer expresaba en su mensaje a las Cámaras: “La valorización de la moneda, como medio de valorizar el trabajo humano, fue el sostenido propósito de los gobiernos liberales, en 1.916, el gobierno de Don Eduardo Schaerer organizó la oficina de cambios, y al mismo tiempo, se fue formando el fondo de conversión, para asegurar la estabilidad monetaria. Al Doctor Jerónimo Zubizarreta se le encomendó la faena.
Estos trabajos sirvieron para que, en tiempos del doctor Eligio Ayala, se lograra la estabilización de la moneda, o sea el tipo fijo de cambio, que se mantuvo aproximadamente hasta la terminación de la guerra del Chaco.-
Todo esto se consiguió con una insospechable honradez administrativa, manteniendo esforzadamente los presupuestos nacionales equilibrados, y con las sabias leyes económicas y financieras adoptadas  -  ¡¡¡ Qué no hubiéramos hecho si  hubiésemos contado con los millones de dólares, los millones de cruceiros, los millones de pesos argentinos que los gobiernos colorados recibieron como aporte de los países americanos después del triunfo del Chaco..!!!

viernes, 13 de enero de 2012

Por qué se llegó al golpe del 13 de enero?

La primavera anticipada del año 1946
hizo florecer una efímera democracia

Esta situación duraría apenas seis meses, para luego retornar el autoritarismo. Previamente, estalló una desastrosa guerra civil que tuvo la misma duración que el sueño democrático.

Esta experiencia debe tener en cuenta todos aquellos que quieren llegar al poder, que no se trata de estar en el gobierno, sino de contar con las fuerzas y herramientas para realizar cambios necesarios para la sociedad.

El país estaba en mano del general Higinio Morínigo, un folclórico dictador sostenido por los militares y por su endiablada astucia.
Desde el inicio de su dictadura, el 7 de setiembre de 1940, Morínigo se armó de picardía y de cinismo para sortear con éxito las conjuras de sus ministros, de la Marina, de la Caballería, de la Aviación, de las Unidades del Chaco, de Concepción, etc.
Al prescindir de los partidos políticos, el dictador cayó en brazos de lo que se dio en llamar “la camarilla nazifascista”, integrada por los coroneles Heriberto Florentín, Comandante de la Región de Concepción, Victoriano Benítez Vera, comandante de la Primera División de Caballería, Pablo Stagni, comandante de la Aeronáutica y Bernardo Aranda, jefe del Estado Mayor General.
A finales de 1944, profesores universitarios - decanos incluidos -, suscribieron una nota dirigida al general Higinio Morínigo, presidente de la República, quienes solicitaron, “…para una sincera reconstrucción social, política, económica, una Convención Nacional Constituyente…”.
El pedido fue hecho “…ejerciendo un legitimo derecho de de la ciudadanía y en cumplimiento de un sagrado deber…”.
Con esta petición los universitarios unieron sus inquietudes a los de los obreros, estudiantes, políticos que deseaban “…vigorizar una vida política de unidad en el marco del suelo patrio y en el seno de la familia paraguaya…”.
El Poder Ejecutivo dejó a cargo de la Corte Suprema de Justicia que declaró “improcedente” el pedido.
Ante el rechazo de la solicitud, influyentes sectores ciudadanos hicieron escuchar su voz generalmente desde la clandestinidad – a favor de un cambio político en paz y sin traumas. 
Estando así la situación política, social y militar llegó el mes de junio. En los primeros días, viajaron a Buenos Aires para asistir a la investidura presidencial del general Juan Domingo Perón en representación del gobierno, el ministro del Interior, Gral. Amancio Pampliega y el comandante de la Caballería, Victoriano Benítez Vera.
Días antes que estos representantes viajen a Buenos Aires, llegaron a oídos del  Comandante en Jefe algunas expresiones emitidas durante una reunión de camaradería en la DC 1. Fue con motivo de las fiestas patrias y de algunos ascensos.
Benítez Vera, sabiendo que tenía poder, gustaba decir entre bromas y no tanto que “…el Paraguay es gobernado por las Fuerzas Armadas, la DC 1 representa a las Fuerzas Armadas y la DC 1 soy yo…”.
Esto parece que llegó muy abultado a conocimiento del Comandante en Jefe, general Vicente Machuca, quien pidió la venia presidencial para tomar medidas contra el Comandante de la Caballería.
El dictador Higinio Morínigo le contestó que el momento no era oportuno, pues el Comandante de la DC 1 podría suponer que se pretendía impedir su viaje a la capital argentina. Y para no dejarle con las manos vacías a Machuca, ordenó al Comandante en Jefe que, en ausencia del titular, se apersonase a la DC 1 en averiguación de lo acontecido.
El coronel Victoriano Benítez Vera cometió el error de viajar en momentos confusos e inciertos tanto en las Fuerzas Armadas como en la población civil.
En la noche del 5 de junio se llevó a cabo la función de gala en honor del nuevo presidente de la Nación Argentina, general Juan Domingo Perón, y señora esposa, doña Eva Duarte. Fue en el Teatro Colón.
En un entreacto, el general Perón recibe en su palco un pedido de audiencia, para ese mismo instante, de parte de uno de los miembros de la comitiva paraguaya. Fue Benítez Vera, quien tenía deseos de obtener un avión para trasladarse con urgencia a Asunción “por motivos familiares”.
Sucedió que fue informado por sus amigos que el Comandante en Jefe había estado el la División de Caballería haciendo averiguaciones, a cuyo término expresó a los jefes y oficiales que desde ese momento solo eran válidas las órdenes del presidente de la República y las del Comando en Jefe.
Debido a esta situación los hechos se precipitaron. El Jueves 6 de junio, con bastante retraso por mal tiempo, llegó a Formosa Benítez Vera. El general Machuca pide permiso a Morínigo para apresar al Comandante de la DC 1, apenas pise tierra paraguaya.
El dictador se niega a dicha medida “…en la creencia de que Benítez Vera tenía aún mucha autoridad en su unidad...”.
Benítez Vera entra por Itá Enramada. Sin esperar que nadie le repusiese, va directo a la Caballería, donde percibe que tiene oposición en dos de los tres regimientos. Al día siguiente, el general Vicente Machuca se ve forzado a presentar su renuncia.
La actitud de reponerse a si mismo fue considerada como alzamiento del Comandante de la Caballería contra las autoridades constituidas. Con esto, hizo crisis una serie de acontecimientos militares y políticos que se venían arrastrando desde hacia un tiempo.
En la madrugada del 9 de junio los oficiales del R.C. 1 y R.C. 2 desconocieron la autoridad de su Comandante. Asunción y alrededores se llenaron del conocido tableteo de las ametralladoras y explosiones de granadas de morteros, los que cesaron recién al amanecer.
El saldo fue la muerte de varios soldados y de los tenientes Pastore y Dálceno. Victoriano Benítez Vera junto con otros jefes y oficiales se asilaron en la Embajada del Brasil.
Las consecuencias inmediatas de estos sucesos fueron la derogación de la Ley de Prensa, de la tregua política y de la interdicción que pesaba sobre el Partido Liberal; el regreso de los exiliados, gobierno de coalición, la actuación pública del Partido Comunista.

El movimiento militar 
que permitió la apertura política 

Los sucesos en la Caballería ocurridos el 9 de junio de este año tuvieron consecuencias paradójicas. El Paraguay disfrutó, como nunca en su historia, de una “primavera democrática” que, sin embargo, terminó en la guerra civil conocida como la “revolución del 47”. 

Con esta acción se produjo el desplazamiento de la camarilla militar fascista del coronel. Victoriano Benítez Vera, Bernardo Aranda, Pablo Stagni, Marcos Fúster, Heriberto Florentín y otros, que significó el debilitamiento del Gobierno ante las presiones de los sectores populares y de los militares institucionalistas.
Como en otras épocas, la Primera División de Caballería era el centro del poder militar y político, de ahí que la caída de Benítez Vera fue fundamental para los cambios políticos que se producirían en pocas semanas más.
 
El objetivo final acordado por todas las fuerzas políticas y militares fue realizar una Asamblea Nacional Constituyente y, a partir de la misma, definir el nuevo Gobierno democrático que debía realizar las políticas para que el país deje de tambalear entre las dictaduras militares y proyectos autoritarios civiles.
Apenas producido este acontecimiento, la ciudadanía se moviliza y sale a la calle a manifestar su alegría. A la tarde del mismo día 9 se organiza un encuentro político frente al Panteón Nacional de los Héroes. El primer acto político que se realizó donde todos los sectores estuvieron presentes. Hablaron todos los sectores.

A partir de este momento, las fuerzas políticas, lucharon por consolidar las libertades que se iban conquistando; realizar la Asamblea Nacional Constituyente; libertad a todos los presos políticos.
En este marco político, actuaron todos los partidos y sectores sociales, que no solamente crecían en número de afiliados sino en influencia política entre la ciudadanía.

Un prisionero que meses después
puso fin a una débil primavera

El 25 de julio de 1946 se realizó en la Plaza Independencia un multitudinario acto del que participaron todas las organizaciones políticas. Se estaba dando la bienvenida a la apertura. 

El gran acto político se realizó con la participación de todos los partidos, más el concurso del Consejo Obrero del Paraguay y la Federación Universitaria del Paraguay (FUP).
El evento contó con una  presencia de aproximadamente unos 10.000 ciudadanos, hecho que confirmó el nuevo período cívico que se iniciaba, luego de la caída del sector más reaccionario del ejército que apoyaba al general Higinio Morínigo.
 
En representación del Partido Liberal habló el reconocido dirigente Carlos R. Centurión; Víctor Ojeda lo hizo en nombre del Partido Revolucionario Febrerista.
Haciendo una de sus primeras apariciones en público, Obdulio Barthe desarrolló una posición acorde con la línea del Partido Comunista Paraguayo, al que representaba.
 
Timoteo Ojeda subió al escenario en nombre del Consejo Obrero del Paraguay y el presidente de la FUP, Raimundo Careaga, dio la bienvenida y analizó la nueva situación que vivía el país.
Pero realmente la disertación desarrollada por el intelectual colorado Hipólito Sánchez Quell quedó registrada para la historia cuando señaló “… el dictador ya no es más el dictador. El dictador es el prisionero de un gabinete democrático…”, refiriéndose al presidente Higinio Morínigo.
 
Todos los discursos fueron coincidentes en cuanto al inicio de una nueva realidad que tenía como principal objetivo el llamado a una Asamblea Nacional Constituyente y a la instauración de un gobierno democrático y al  funcionamiento de las instituciones de un Estado de Derecho.
El entusiasmo, las ganas y las fuerzas que todos los protagonistas pusieron para alcanzar aquellos objetivos no fueron suficientes. Formado el gabinete democrático, con colorados y febreristas, se puso en funcionando la división de las fuerzas democráticas y, en consecuencia, la debilidad de la oposición.
 
Perdidos en los efímeros encantos y desencantos del gobierno, febreristas y colorados no dejaron de pelear por insignificancias políticas. Mientras tanto, el astuto y hábil Higinio Morínigo jugaba su partido con el objetivo de mantenerse en el gobierno y desprenderse de todos los protagonistas que planteaban una sociedad democrática, transparente y participativa.
 
Esta experiencia enseña que no se trata de estar en el gobierno, sino de contar con las fuerzas y herramientas para realizar cambios necesarios para la sociedad.

Luego de años de persecución a los liberales,
retornó uno de los grandes caudillos, José P. Guggiari
Simpatizantes de los partidos colorados y febreristas, esperaban a los liberales, armados con piedras y garrotes.

Si bien la dictadura de Morínigo fue represiva con todas las organizaciones políticas (a excepción de los simpatizantes del partido colorado), los liberales llevaron en este período la peor parte.
 
El partido liberal estaba afectado por el decreto de la tregua política, pero en abril de 1942, el gobierno decidió disolverlo y lo declaró fuera de la ley, sobre la base de una patraña descabellada que nunca pudo ser demostrada.
 
Supuestamente en documentos secretos de la diplomacia argentina había evidencias sobre negociaciones de los liberales con el gobierno boliviano para derrocar a Higinio Morínigo.
 
Y que a cambio replantearía la cuestión de la frontera con dicho país. El famoso “Libro Blanco” en el que constaban tales “evidencias” nunca apareció, y Morínigo no se preocupó por investigar tan grave acusación. 

Se limitó a tomar la determinación de dejar fuera de la ley al Partido Liberal, acusándolo de alta traición a la patria.
Muchos testimonios calificados dan cuenta del profundo desprecio que el dictador Morínigo sentía hacia los liberales. La proscripción fue más producto de esto que del cuento del acuerdo con los bolivianos. La medida se llevó a cabo siendo Ministro del Interior el Cnel. Luís Santiviago.
 
De acuerdo con versiones de la diplomacia norteamericana, el Partido Liberal en aquellos años era la fuerza política más poderosa, por contar con experimentados dirigentes, ser muchos de los miembros personas de mucho dinero, y su elevado nivel de organización.
Con el decreto del 26 de abril de 1942 se acentuó la persecución a los liberales, aunque en esa época ya sus principales líderes estaban en el exterior. El Dr. José Patricio Guggiari, vivía apretadamente, fabricando trapos de piso en el garaje de una casa en Buenos Aires.
 
El dictador Higinio Morínigo con los colorados mantuvo una política diferente, de aproximación. No obstante, presiones militares imposibilitaron el acuerdo, pese a que los colorados aplicaron una línea de acercamiento y colaboración con el gobierno.
 
La historia con los febreristas fue diferente. El gobierno quizo llegar a un entendimiento con ellos, pero fue el propio líder febrerista, el coronel Rafael Franco, el que puso resistencia. Sólo iría a negociar, decía, sobre la base de su presidencia.
 
El 14 de agosto, atracó en el puerto de Asunción el barco que trajo de regreso al país del líder de los liberales, miles de adherentes del Partido Liberal se concentraron en el lugar.
Después de descender, la manifestación se dirigió al Panteón Nacional de los Héroes, donde se produjo un fuerte enfrentamiento con un grupo de alrededor de 300 jóvenes colorados y febreristas, quienes esperaban a los liberales, armados con piedras y garrotes.
 
Los liberales reaccionaron ante la agresión, y si no fuese por la intervención de los efectivos de la Policía, el incidente pudo haber terminado con trágicos resultados.
Arturo Mena, de filiación febrerista, presidente por entonces de la Federación de Estudiantes Secundarios, admitió que durante los días previos a la llegada del dirigente liberal, tanto jóvenes colorados como febreristas recorrieron los colegios para preparar el “recibimiento” a quien era considerado como el principal responsable de la desgracia del 23 de octubre.
 
Fueron jóvenes de ambos partidos los que protagonizaron el enfrentamiento, y entre los que se mostraron más activos estaba Numa Mallorquín.

Los meses de la apertura democrática  

Durante todo el segundo semestre de 1946, se dio una febril actividad política, sucediéndose los actos, concentraciones y marchas, en las plazas públicas y en las calles de todo el país, sobre todo en la capital.
Colorados, liberales, febreristas y comunistas se atribuían en sus intervenciones el mérito de haber liderado los sucesos de junio, con lo que se dio la apertura. Los encendidos discursos, no obstante, tenían un rasgo característico, se hacían gruesas acusaciones unos a otros, revigorizando las viejas rencillas entre los dirigentes de los partidos y movimientos sociales.
 
Es cierto que, por un lado, el comportamiento de los dirigentes y activistas políticos se justificaba, pues se salía de un prolongado silencio forzado, pero, también es cierto, por otro, que primó la intolerancia y la agresividad recíprocas.
La situación era tal, que el 20  de agosto se divulgó un extenso comunicado de las Fuerzas Armadas, firmado por el Comandante en Jefe, general Vicente Machuca, en el que se advertía sobre que no se toleraría excesos.
 
Las Fuerzas Armadas exhortó a los partidos a “…que ejerciten sus derechos políticos con sosiego y mesura para que las preciadas libertades que la democracia garantiza no sean frustradas con actuaciones anárquicas o perturbadoras: conducirse de otro modo implicaría propósitos que retardarían los anhelos de normalización…”
Los militares estaban descontentos, sobre todo, con las menciones despectivas que se hacían contra algunos de sus cuadros en las manifestaciones públicas.
 
Durante la dictadura, sin embargo, decían los políticos, los militares tampoco habían guardado sosiego y mesura.
Un incidente que puso plenamente en evidencia los elevados niveles de intolerancia que reinaba por entonces estuvo dado por el atraco al diario El País, cuyas maquinarias fueron  prácticamente destruidas durante la madrugada del 5 de setiembre.
 
Desde que se había iniciado la apertura, El País se había puesto enteramente a favor del proceso, advirtiendo sistemáticamente sobre la necesidad de tomar todas las medidas necesarias para garantizar una justa electoral transparente para la Constituyente.
La prédica del diario disgustó a algunos sectores y la consecuencia fue el atraco al periódico. El incidente dio lugar a generalizadas manifestaciones de repudio de la ciudadanía.

El año que el mes de setiembre 
fue de los comunistas

Desde el 10 al 25 de setiembre de 1946, los comunistas se adueñaron de las calles de la capital. Plazas y esquinas servían para la realización de mitines.  

Alfonso Guerra, prominente dirigente del Partido Comunista en la época recuerda que durante los actos “…se colocaba una mesa cerca del escenario, donde concurrían a llenar las solicitudes de afiliación las personas interesadas...el partido llegó a tener 12.000 afiliados…”.

La presencia de los comunistas en el seno de los sindicatos era inequívocamente predominante, y en esos tiempos nadie dudaba sobre su fuerza política efectiva.
Los discursos de sus dirigentes y activistas, sin embargo, eran particularmente duros, por lo que en el marco de esa intensa campaña de setiembre, el Ministerio del Interior dictó una resolución disciplinaria contra el partido, prohibiéndole por el lapso de un mes realizar actividades.
 
El hecho llevó a que se produzca un encuentro entre el ministro del Interior, Gral. Amancio Pampliega, y el dirigente comunista Augusto Cañete.
 
El Gral. Pampliega refiere que durante la entrevista, Cañete le explicó que en algunos de los sucesos el lenguaje utilizado se debía a la escasa formación de algunos cuadros obreros.
La justificación no convenció al militar, pero, de todas maneras, el Ministerio autorizó la prosecución de la salida del períodico oficial de la agrupación política, así como la realización de encuentros dentro del local del Partido, previa comunicación a la Policía, con 24 horas de antelación.
 
Desde el punto de vista legal vigente, estaba proscrito todo partido que promoviese la lucha de clase. Pero el año 1946 fue muy especial, y sobre todo fue especial el punto de vista de algunos de los propulsores de la apertura (como el Gral. Pampliega), que no solo aceptaban la participación política de los comunistas, sino que admitían la posibilidad de que los mismos integren el propio gobierno de coalición.

Cuando un discurso de Obdulio Barthe
dejó cautivado a los encarnacenos

El tren en el que viajaba se descompuso en Carmen del Paraná.
De ahí llegó caminando para participar del acto.


La efervescencia política, también se contagió en las ciudades del interior de la República. Así, Encarnación fue uno de los lugares que movilizó miles de ciudadanos para escuchar vibrantes discursos de los líderes.
En el mes de setiembre de 1946 se produjo un hecho inédito en el historial político. Los simpatizantes del Partido Comunista Paraguayo organizaron un gran acto en pleno centro de la ciudad. Montaron un escenario en la calle Mcal. Estigarribia casi Iturbe, a mitad de cuadra, frente a un hotel llamado Palma.
 
Como uno de los oradores estaba anunciado Obdulio Barthe, quien salió de Asunción en tren. Pero cuando el ferrocarril llegó a Carmen del Paraná tuvo un pequeño percance que su reparación iba a demorar unas horas, situación que iba a imposibilitar que Obdulio llegara para la hora fijada a la gran concentración, tomó su pequeño equipaje y se lanzó a caminar por la vía y llegó a Encarnación sin ningún problema.
 
Barthe subió al escenario, en el que previo a su discurso, pidió a los presentes guardar un minuto de silencio en memoria de los fallecidos en la catástrofe del ciclón. Acto seguido, comenzó su discurso, interrumpido a cada momento por aplausos y gritos de los jóvenes estudiantes de la Escuela Normal.
 
Obdulio se caracterizó por la brillantez de su oratoria que fascinaba a los jóvenes. Muchos de estos, hoy adultos mayores, que en su mayoría en el presente dicen que son colorados, fueron fervientes seguidores de los líderes del Partido Comunista que por acomodos a los nuevos tiempos niegan haber pertenecido a este partido.

Oscar Creydt

Quería “la multitud inmensa
donde el hombre es amigo”

No acató ningún dogma, ninguna esquematización, ninguna verdad absoluta.

Este año retornó a Asunción en la Primavera democrática y el Partido Comunista Paraguayo actúa públicamente; encabeza mitines, donde solicita la efectiva democratización del país.
Creydt fue uno de los pocos pensadores paraguayos cuyo proceso intelectual, como ser crítico no se quedó en el esquematismo, ni en la fórmula eterna; pensó permanentemente, de acuerdo a los nuevos registros de la historia y cambia, evoluciona y revoluciona las situaciones precedentes, buscando ir más allá.
Fue uno de los pocos pensadores revolucionarios en la historia y de la historia del Paraguay y del mundo que le tocó vivir. Rompió con el esquematismo, vivió y pensó su tiempo, sin dejarse encasillar por los casilleros ideológicos.
 
Oscar Creydt fue uno de los dirigentes políticos de gran protagonismo en la lucha por la democracia en el Paraguay que no es recordado, no hay mucha información sobre él.
Casi no hay nada escrito sobre el documento “trabajar con la masas en profundidad y a largo plazo aparecido en la década del 60, en el que Creydt baja un enfoque diferente al de la lucha armada de enfrentamiento con las fuerzas dictatoriales.
Creydt no acató ningún dogma, ninguna esquematización, ninguna verdad absoluta a priori, salvo la dialéctica de la historia abierta por la dinámica de las fuerzas sociales en permanente movimiento.
 
Fue un gran revolucionario, hasta ahora sus escritos nos muestran el futuro y no el pasado. Sigue vivo mirando y mostrando el camino hacia delante. Creydt no murió, porque nunca se dejó atrapar por ningún cementerio de vacas sagradas, porque nunca se dejó atrapar por ningún ataúd de gloria, porque nunca se dejó atrapar en ningún espacio de poder. Prefirió vivir la historia soñando.
 
No se conoce sobre su capacidad de dirigir la organización política. Lo que nadie puede discutir es que cuando uno se ubica en la investigación de la historia política de nuestro país, no puede dejar de estudiar muchos de los textos escritos por Oscar Creydt a lo largo de su inmensa vida política e intelectual.

Esta situación duraría apenas seis meses, al cabo de los cuales el Paraguay retornó el camino del autoritarismo. Previamente, estalló una desastrosa guerra civil que tuvo la misma duración que el sueño democrático.

El discurso pronunciado en el puerto de Asunción

“…Compatriotas, camaradas: En nombre de los exiliados que hoy retornamos a la patria liberada, agradezco esta grandiosa y vibrante demostración de solidaridad popular con los combatientes de la democracia perseguidos por la dictadura..
 
…Entendemos que en esta gigantesca fiesta del pueblo no es una persona la que recibe el homenaje: hay un solo homenajeado y es el pueblo paraguayo con su lucha irreductible..
…Saludo a este pueblo indomable, a este pueblo que no sabe capitular, que pudo ser aniquilado en 1870, que sufrió adversidades, tiranías e infortunios, pero que jamás se ha dado por vencido y siempre ha resurgido de su postración, aplastando a sus enemigos y opresores…”


Fuentes: La Primavera democrática del ´46 – Enciclopedia histórica del Paraguay del diario la Nación y escritos de Alcibíades González Delvalle, Antonio V. Pecci, Antonio Carmona y Carlos Pérez Cáceres publicados en Revista Dominical y el Correo Semanal del diario Última Hora publicado en el libro 22 de Septiembre FBC, un siglo en la historia - desde la página 634.
 
Estalla una de las peores revoluciones
que dejaría 3500 muertos y miles de exiliados

La guerra civil del 47 al decir del historiador Alfredo Seiferheld, dividió al país en vencedores y vencidos.

Ocurrió doce años después de la finalización de la Guerra por el Chaco.

El análisis de las causas de dicho conflicto bélico es fundamental para comprender el proceso histórico de la segunda mitad del siglo XX.


La guerra civil del 47 es quizá el suceso contemporáneo más doloroso ocurrido en nuestra vida social y política por su nefasta consecuencia que dejó en el país.
 

La necedad de los dirigentes políticos de la década del ´40 hizo que a tan poco tiempo de la contienda chaqueña, el país se hundiera primero en una crisis política, que arrancaría con la instalación de la dictadura del general Higinio Morínigo que terminaría en la desastrosa guerra civil.
 

Estudiosos estiman en cinco mil las bajas totales en ambos bandos. Además, alrededor de 3500 opositores fueron encarcelados y torturados en condiciones infrahumanas.
 

Pero lo más grave es el éxodo de miles de compatriotas rumbo al exilio, muchos de los cuales representaban lo mejor del pensamiento y de la cultura de nuestro país. Se producía la fractura del país en dos mitades de su población, la del Paraguay del exilio y la del interior, con débiles lazos de comunicación entre las partes, sino prohibidos.
 

Como principio del absurdo enfrentamiento entre paraguayos, los historiadores establecen el 10 de enero, día que renunciaron los ministros febreristas (decisión asumida de manera aislada y sin realizar consultas con las otras fuerzas de la oposición).

A partir de la fecha, estos fueron 
los principales acontecimientos

11 de enero de 1947, el general Higinio Morínigo convoca en Mburuvichá Roga a los comandos de grandes unidades para tratar la crisis política.
Se resuelve por mayoría integrar un Gabinete exclusivamente militar, poniendo fin a la coalición con los colorados y febreristas y a convocar a elecciones generales.


El 13 de enero de 1947, desconociendo la voluntad de sus camaradas y con el apoyo de la Caballería, el dictador, Gral. Higinio Morínigo reestructura su gabinete solo con el partido colorado. Aprovechó la renuncia de los febreristas para deshacerse de los opositores. Fuertes críticas opositoras y movilizaciones populares de protesta. Malestar en el ejército.

Cuando se conformó el Gabinete colorado/militar la visión que se impone en la oposición es, justamente que el proceso político volverá a tener las características de los primeros 6 años de gobierno de Higinio Morínigo.
Se estableció el estado de sitio, se cercenaron las libertades públicas, se apresó a todo el directorio liberal y los dirigentes franquistas y comunistas tuvieron que huir al exilio.
 

La desazón y el pesimismo se apoderaron de los dirigentes políticos. Para los militares institucionalistas – contrarios a Morínigo – con la conformación del Gabinete colorado/militar se evidenció una vez más, la mediocridad gobernante que tenía el país y, en consecuencia había que aprovechar esa oportunidad e imponer un nuevo orden.
 

El entusiasmo, la decisión de tener en claro el panorama y la ocasión se apoderaron de los oficiales jóvenes y legalistas. El espacio del gabinete de coalición había demostrado que esa vía no era posible con el camandulero Morínigo.
 

Y es por ello que ya no había salida alguna para una metodología que no fuera la de sublevarse y enfrentar a las fuerzas del gobierno.
 

El 7 de marzo, a las 10:30 de la mañana, una veintena de hombres civiles armados, febreristas y comunistas atacan el Departamento Central de la Policía. El Jefe de la unidad, mayor Rogelio Benítez, cae gravemente herido. La tentativa de los atacantes son repelidos. Hubo muertos, heridos y en su gran mayoría detenidos.
No se logró debilitar al gobierno, muy por el contrario, creó un estado de inicio de una represión más sistematizada contra los febreristas y comunistas. Muchos opositores tuvieron que salir del país o pasar a una severa clandestinidad.
 

El 8 de marzo, un día después del ataque al Departamento Central de Policía, militares a cargo del capitán Bartolomé Araujo y del mayor Cesar Aguirre deciden sublevarse contra el gobierno del general Higinio Morínigo.
Unidades del ejército con asiento en Concepción liderados por el comandante Cesar Aguirre y el mayor Bartolomé Araujo, inician la sublevación contra el gobierno demandando la democratización del país, se le unen la guarnición de Puerto y el Comando del territorio Militar del Chaco con el Tcnel. Fabián Saldivar Villagra a la cabeza.
 

3 de abril, se forma una Junta Militar en Concepción, integrada por los tenientes coroneles Fabián Saldivar Villagra y Aureliano Mendoza. Fuerzas revolucionarias ocupan la ciudad de Alberdi.
 

27 de abril, los oficiales de la Marina se sublevan y luego de duros combates en el puerto resultan arrinconados, con un saldo de 64 muertos y 175 heridos, la mayoría de ellos civiles.

9 de mayo, los cañoneros Paraguay y Humaitá pasan a manos de los revolucionarios.
 

12 de mayo, la Corte Suprema de Justicia recibe una carta donde unos 1.500 presos políticos denuncian infrahumanas condiciones de vida.
 

11 de junio, tropas revolucionarias al mando del coronel Alfredo Ramos atacan el poblado de Tacuatí, San Pedro.
 

30 de julio, unos 3000 hombres a cargo de los coroneles Rafael Franco y Alfredo Ramos inician en secreto el avance en barco hacia Asunción.
 

31 de julio, cae Concepción en poder de las fuerzas gubernamentales, la ciudad está vacía.
 

8 de agosto, aparecen el coronel Rafael Franco y sus tropas en San Lorenzo sobre la ruta Mcal. Estigarribia, avanzando hacia la capital.
 

9 de agosto, familias coloradas piden asilo en embajadas, mientras las tropas rebeldes se acercan a Asunción.

14 de agosto, el barco Tacuara de la Marina argentina desembarca armas en Asunción enviadas por Perón al gobierno de Morínigo.
 

15 de agosto, fuertes combates en Zabala Cué (Fernando de la Mora).
 

17 de agosto, tropas del gobierno avanzan sobre tropas revolucionarias, que comienzan a retirarse hacia Villeta.
 

18 de agosto, tropas del R.I. 14 irrumpen en Villeta, hasta la zona del puerto, disparando contra las fuerzas rebeldes hacinadas en la playa intentando cruzar el río. Cientos de muertos, entre ellos el capitán Juan Martincich.
 

19 de agosto,  unas 36 unidades de todo porte y calado, entre buques, chatas y lanchas de paseo, todas con banderas blancas de rendición, hacen su entrada a la bahía de Asunción.
 

20 de agosto, finalizan los combates con el triunfo de las fuerzas leales al gobierno de Morínigo. Miles de paraguayos van al exilio.

¿Por qué lucharon?

¿En qué se diferenció la Guerra Civil de 1947 de las del 1904 – 1911-1912, 1922-1923? - Dice el historiador Hérib Caballero Campos en un análisis publicado en el Correo Semanal del diario Última Hora.
 

“…Existía un ejército organizado que contaba con gran parte de su oficialidad profesionalizada; en segundo lugar, la alianza de gran parte del ejército, actor político desde el fin de la guerra por el Chaco con tres de los cuatro partidos políticos, con el fin de lograr elecciones libres y en igualdad de condiciones para la Convención Constituyente que modificase la Carta Política de 1940, que carecía de consenso de la sociedad…
 

…Se destaca la participación del Partido Comunista Paraguayo, defendiendo la ideología de clase, que fue legalizado en agosto de 1946 por primera vez…
 

…Con respecto a quienes sostienen que el bando “revolucionario” estaba influenciado por el militarismo – se conformó una Junta de gobierno Militar con sede en Concepción -, es un punto que no esculpa al sector gubernista que estaba encabezado por un general que había usurpado la presidencia…
 

…El aspecto democrático del bando insurreccionado se da en la alianza de los sectores tradicionales provenientes de la oligarquía terrateniente liberal con dos partidos antiliberales, el uno nacionalista, que mantenía un sector de derecha y uno de izquierda, la Concertación Revolucionaria Franquista que los había desalojado del poder en 1936; y el segundo que defendía la ideología marxista, y por lo tanto radicalmente opuesto a sus visiones económicas y sociales…
 

…Desde el punto de vista objetivo, lo lógico sería que el CRF se hubiese alistado a la ANR, pues tenían en común el nacionalismo y la reivindicación del agrarismo y su rechazo al sistema liberal, y así mismo hubiese ocurrido con el PCP, que se hubiese apoyado en la línea “campesinista y populista” del Partido Colorado…
 

…Eso no sucedió por el antagonismo que provocó el partido colorado durante la Primavera Democrática. Grupos de civiles armados, los Guiones Rojos, habían asaltado las imprentas donde se imprimían los periódicos El País, El Liberal y Adelante…
 

…Aparentemente todos los sectores conspiraban para quedarse con el poder, y los colorados hicieron la jugada anticipada, iniciando un período de persecución a sus rivales. Morínigo buscaba en esta pujas internas la posibilidad de retomar el poder en solitario...
 

…La victoria militar colorada de agosto de 1947 no trajo paz a la República, el consenso no existió…”

Los exiliados

Fueron al extranjero, con sus pocas pertenencias a buscar futuro que la intolerancia política les negaba, figura como Roa Bastos, Hérib Campos Cervera, Elvio Romero, Juan Bautista y José María Rivarola Matto, Néstor Romero Valdovinos y Oscar Ferreiro. A los que se sumaría Benigno Gabriel Casaccia Bibolini.
 

En el campo musical se daba el alejamiento de José Asunción Flores, Herminio Giménez, Francisco Alvarenga, Demetrio Ortiz, Ramón Maciel Romero y tiempo después, porque la diáspora continuaba, Carlos Lara Bareiro, Jacinto Herrera, Ernesto Báez, Nelly Prono y muchos más.
El ambiente cultural asunceno y el de la ciudades del interior directamente fueron truncados.


A estos debe sumarse el éxodo de cientos de dirigentes sindicales, jefes militares y líderes de los partidos políticos. Con lo que la vida social y gremial del país se empobreció notablemente. Se dio inicio a un largo período del partido único con la milicia a su servicio. Sistema que llevaría a su máximo nivel de perfeccionamiento el dictador Alfredo Stroessner.

Las funestas consecuencias
de este demencial enfrentamiento


Aunque los historiadores ven en la sublevación de los militares de Concepción el punto de partida de la guerra civil y los dirigentes políticos del sector democrático consideran este acontecimiento un lugar obligado para mostrar su capacidad de lucha y deseos de libertad, aún falta analizar en profundidad este proceso que tuvo como resultados terribles consecuencias tanto a nivel político como social y económico.
 

El exilio de la dirigencia, de los cuadros y militantes políticos, la praxis política en la clandestinidad, la ausencia de las fuerzas sociales para reivindicar derechos y mejores condiciones de vida, así como una sociedad quebrada y dividida, fueron algunos de los antecedentes que tuvieron vigencia y que influyeron, para que años después se instale en el país un proyecto más autoritario y dictatorial.
 

Esto debido principalmente a la maniobra realizada conjuntamente con los colorados y un sector de los militares, el 13 de enero, para la conformación de un gabinete compuesto por colorados y militares.

A partir de ese momento, el país se dividió en dos: por un lado, Morínigo apoyado por colorados, militares y los grupos de civiles armados (los pynandi); y, por otro, el sector llamado democrático que estaba integrado por febreristas, liberales, comunistas y un grupo de oficiales de las fuerzas armadas denominados institucionalistas.
 

Estos, además de plantear la salida de Morínigo del gobierno, reivindican un régimen democrático que sería instalado una vez que la Asamblea Nacional Constituyente defina las nuevas autoridades políticas.
 

Luego de seis meses de enfrentamientos, las fuerzas revolucionarias no pueden solucionar sus diferencias y en ataque sorpresivo llegan hasta Asunción sin poder finalizar el plan militar para hacerse del poder.
 

El general Higinio Morínigo, apoyado por las armas modernas entregadas por el presidente argentino Juan Domingo Perón, logró detener el avance de las fuerzas revolucionarias y derrotarlas a los pocos días de que estos llegaran hasta Asunción.


Conclusión

“…Todos actuaron invocando un sentimiento patriótico, aun cuando todos incurrieron en el error común de querer arribar a las soluciones por la vía de la violencia y de la imposición sectaria…
 

...La historia en su sentido de disciplina intelectual nos libera de la historia en su acepción usual de pretérito humano…
Liberarse de la historia es conocerla, admitirla y dejarla como lo que es, un hecho pasado consumado e irreversible, una fuente de experiencias que pueden servir de guía para encarar el futuro, para poder así avanzar por una senda más amplia, más justa, buscando un perfeccionamiento, un futuro mejor…” reflexiona Washington Aswell en su libro “Concepción 1947”.


Fuentes: Escritos de Antonio V. Pecci, Hérib Caballero Campos, Carlos Pérez Cáceres publicados en el Correo Semanal del diario Última Hora el sábado 10 de marzo de 2007.